Capítulo 23

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Me incliné hacia ella, y dejé un beso en su cabeza, inhalando el olor a coco de su pelo; una olor que era imposible olvidar y la cual había echado tanto de menos durante estos días. Cogí una de las sillas de la habitación, la situé al lado de la cama, y me quedé ahí sentada; haciéndola compañía todo el tiempo que fuera necesario. Iba a estar ahí, no pensaba dejarla sola ni por un instante.

Esperé pacientemente durante un par de horas hasta que Ainhoa despertara, la pobre lucía muy cansada, de manera que no quería molestarla. Cuando por fin se despertó, pareció muy desorientada. No sabía dónde estaba y parecía no saber cómo había llegado allí. Me imagino que después de su ataque de ansiedad, alguien la llevaría al hospital. Pero si quería encontrar respuestas sobre ello en Ainhoa, la cosa estaba complicada.

- Hola, guapísima - dije con una sonrisa de oreja a oreja, por la felicidad que me provocaba ver que estaba bien.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó desorientada.

- Sólo sé que tuviste un ataque de ansiedad y acabaste aquí. Me lo ha dicho Clara. Pero no sé nada más. ¿Tú cómo te encuentras?

- Aturdida, supongo. Sólo recuerdo estar hablando con Hugo, empecé a agobiarme y todo se volvió negro - se tocó la cabeza, agobiada.

- ¿Con Hugo?

- Sí... Cuando volví a Vera el domingo, me lo encontré en la plaza. Intentó hablar conmigo y yo me negué en rotundo, pero insistió y acabé cediendo. Se puso... algo agresivo - tragó saliva.

- Joder...

- Y... me estuvo intentando convencer para que volviera con él, a lo cual me negué completamente y comenzó a ponerse mucho más pesado. No recuerdo mucho más, la verdad.

- Jope Ainhoa... lo siento mucho - acaricié su brazo.

- ¿Qué sientes? Si tú no has hecho nada - rió, qué bonito sonaba un sonido tan simple en ella.

- Pues no haber estado a tu lado cuando pasó Ainhoa. No quería agobiarte y como nos dijeron que te habías cogido unos días... no pensaba que podía acabar así - miré hacia el suelo, apartando mi mirada de ella.

- Luz, que no has hecho nada mal. Yo decidí marcharme después de... nuestra conversación. De hecho, soy yo quien debería disculparse.

- ¿Por qué? - pregunté, sin entender el motivo.

- Porque me comporté como una idiota. Me marché sin decirte nada cuando tú y tu padre sólo queríais ayudarme. Que muchas gracias, por cierto - dejó un leve beso en una de mis manos, y lo bien que sentaba poder sentir sus labios aunque fuera en esa parte de mi cuerpo...

Fuimos interrumpidas por el médico, el cual nos sobresaltó a ambas cuando llamó a la puerta para adentrarse en la habitación. Cerró la puerta tras de sí con unos aires de misterio que no me estaban gustando ni un pelo, se mantuvo en silencio mirándonos y al cabo de unos segundos comenzó a hablar.

- ¿Qué tal estás, Ainhoa? ¿Has dormido bien? - dijo con una sonrisa, lo cual me tranquilizó un poco.

- Pues ni si quiera recuerdo bien lo que pasó y me encuentro algo aturdida. Pero dentro de lo que cabe estoy bien, supongo, sí.

- Sufriste un ataque de ansiedad y te encontró una de tus amigas.

- ¿Quién? - me atreví a preguntar yo, extrañada.

- Se llama...Fina, creo. Sí, eso.

La verdad es que Fina era de las pocas amigas que tenía Ainhoa en el pueblo, así que tenía todo el sentido del mundo, realmente. Aunque llegué incluso a pensar que podía haber sido Clara, ya que fue ella quien me lo dijo en el restaurante.

Éxtasis #LuznhoaWhere stories live. Discover now