Capítulo 20

1.3K 61 9
                                    

Nos costó poco quedarnos dormidas anoche, ya que la calma reinaba en la habitación de Ainhoa sin necesitar nada más que estar la una junto a la otra. Pude notar cómo Ainhoa se despertaba varias veces, entre malos sueños, momentos que aproveché para poder acariciarla y darle todo el amor que necesitaba. No era un secreto el hecho de que Ainhoa solía tener pesadillas por las noches, ya que su pasado sigue persiguiéndola por mucho que pase el tiempo, y aunque habían mejorado desde que llegó a Vera, o al menos eso me había dicho ella, seguían ocurriéndole a menudo.

Aun así, pasamos la noche acurrucadas la una con la otra, pudiendo sentir su olor y ofreciéndole todo el apoyo que necesitaba en un día como este.

Horas después, pude notar como la luz de un nuevo día se filtraba por los huecos de la persiana, lo cual me despertó de una manera un tanto incómoda, a raíz de mi falta de sueño. Aunque las circunstancias no eran las más adecuadas, recordaba la noche anterior como una de las noches más especiales de mi vida. A lo largo de mi vida, había pasado numerosas noches con otros chicos, pero ninguna se podía comparar a la que acababa de pasar. Lo más importante de esas noches no era cómo las pasabas, sino con quién, y que hubiera sido con Ainhoa era lo que la hacía diferenciarse de las demás.

Me levanté para poder bajar un poco la persiana, ya que no quería perturbar su sueño, debía de estar demasiado cansada como para tener que afrontar el día de hoy tan temprano. Desde esa zona de la habitación, pude observar cómo Ainhoa, se encontraba en la cama hecha un ovillo, siendo un ser pequeñísimo e indefenso, que se merecía todo cuidado que yo pudiera ofrecerle. Noté cómo comenzaba a apretar los ojos, como signo de su molestia por el ruedo que había hecho al bajar la persiana. En ese momento, me acerqué a ella, volviendo a mi lugar en la cama, y la rodeé con los brazos para que pudiera sentirse algo más cómoda e intentar que no se despertara tan pronto.

- Shh... descansa, aún es pronto – dije como un susurro, intentando regalarle algo de paz.

Pero, en lugar de seguir durmiendo plácidamente, conseguí el efecto contrario con mis palabras. En su lugar, abrió un poco los ojos y pude observar los hinchados que los tenía, a raíz del llanto que había acompañado sus sueños durante la noche. Se acercó un poco más a mí, y se abrazó a mi cuerpo, buscando esa protección. En momentos como este, ya podía caer un meteorito, que sería incapaz de separarme de ella.

Dejé un leve beso en su pelo, el cual olía al champú que tanto me gustaba, con un ligero olor a coco, mi favorito.

- Ya no voy a poder dormirme – respondió a lo que le había dicho poco antes – Pero... quedémonos así un ratito más, porfa.

Ese porfa, me hizo morir de amor. ¿Cómo iba a negarme a algo así?

Estuvimos en esa misma posición durante un par de horas, las cuales pasamos entre caricias y muestras de afecto. Yo aprovechaba para acariciar su brazo, mientras dejaba pequeños besos en su pelo. Ella, simplemente se dejaba hacer, se dejaba cuidar.

Al cabo de un rato, llamaron a la puerta. Pude notar como Ainhoa se sobresaltaba, por miedo de que fuera Hugo, viniendo a buscarla. Pero yo, sabía de sobra quien era, y aunque pudiera saberme mal por ella, era necesario.

- Tranquila, no es Hugo.

- ¿Cómo lo sabes? – preguntó extrañada a la par que asustada.

No respondí, directamente me levanté de la cama y me acerqué a la puerta, dispuesta a abrir. Una vez abrí, pude ver a mi padre al otro lado, en el pasillo. No estaba orgullosa de haberle llamado a sus espaldas, pero era la única persona que podía ayudar a Ainhoa en estas circunstancias.

- Hola, papá – dije con una sonrisa cómplice, acercándome a darle un abrazo, el cual el aceptó sin rechistar.

- Hola, chicas – respondió antes de entrar dentro de la habitación. – No quería molestaros, pero Luz me ha contado todo, Ainhoa. Sólo quería ver cómo estabas.

Éxtasis #LuznhoaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant