Capítulo 22

1.1K 79 8
                                    

No había sabido nada de Ainhoa desde que la vi por última vez en su habitación, donde nos dejó plantados a mi padre y a mí tras una... ¿discusión? Ni sabía lo que era, la verdad. Esperaba verla al día siguiente en el trabajo, pero mi sorpresa fue cuando mi madre me dijo que había decidido cogerse los días que tenía de asuntos propios. ¿Habría pasado algo con Hugo? Tampoco quería agobiarla, sobre todo después de cómo había acabado nuestro último encuentro. De manera que, decidí no decirle nada y esperar a hablar con ella cuando volviera. Total, tampoco podía cogerse muchos días. 

Pasé los días con una angustia interminable. Seguía muy preocupada por ella, y sin acabar de entender por qué se negaba a escuchar a mi padre. Él sólo quería lo mejor para ella, al igual que yo. Por eso le había hecho aquella encerrona. Y aunque una parte de mí pensaba que podía salir bien, otra parte estaba acojonada con cómo podía reaccionar. Y, evidentemente, hacía bien en estarlo, porque fue lo que pasó.

Podía entender su punto de vista, pero a su vez, me causaba tanto miedo su forma de ponerse a la defensiva y de negarse a dejarse ayudar... sé que lo ha pasado muy mal, y que no ha sido fácil para ella. Pero, joder, estoy aquí ¿no? Me gustaría que fuera capaz de verlo y de dejarse ayudar un poco. Sé que no va a ser fácil, pero quiero estar para ella, ser un apoyo. Ella, en cambio, me lo estaba poniendo cada vez más difícil.

Ahora, al menos, sabía lo que pasaba por su cabeza respecto a nosotras. Los tormos habían cambiado mucho en comparación con nuestra primera conversación sobre lo que pasó. Había pasado de decirme que no sentía absolutamente nada por mí, a decirme lo mucho que le gustaba, pero el miedo que tenía a hacerme daño. Desde fuera cualquiera podría creer que no estaba pensando con claridad. Y no se equivocaba. No lo hacía por culpa de ella, porque cuando pensaba en ella, solo podía pensar en ese sentido. Me negaba a ver mi relación con ella de otro modo. 

Según tenía entendido, hoy ya volvía al trabajo. De manera que, por fin, iba a poder hablar con ella y aclararlo todo de una vez por todas. No solo eso, sino que también tenía mucha inquietud por saber dónde había estado estos días y si estaba todo bien.

Me dirigí hacia el hotel a las 9 de la mañana, para poder entrar en el servicio de los desayunos. El restaurante ofrecía un menú buffet buenísimo con una gran variedad de productos, y muchos de ellos, que eran del día, tenían que ser preparados por nosotros. De manera que, trabajo nunca nos faltaba.

Cuando llegué, me extrañó ver que estaban todos menos Ainhoa, siendo que ella suele ser la primera en llegar al trabajo, por algo era la jefa de cocina. Me dirigí a Paolo para preguntarle si sabía algo de ella.

- Paolo, ¿sabes algo de Ainhoa? – pregunté preocupada.

- La verdad es que no. Lo último que sé es que se había cogido unos días libres. Pero según tengo entendido hoy ya tenía que volver a trabajar.

- Ya... – dije pensativa.

- ¿Por qué lo dices? – remarcó su acento colombiano en la c de la última palabra.

- No, por nada – mentí. – Porque de normal suele llegar la primera, ¿no?

- Un poco raro sí que es, sí. Pero bueno, le habrá surgido algo.

- Sí, supongo. ¿Nos ponemos con los croissants? – pregunté, ya que necesitaba ponerme a hacer algo para dejar de pensar en lo que me atormentaba ahora mismo.

- Claro, vamos a ello – respondió con una sonrisa. 


***


Cuando ya había pasado parte de la mañana, empecé a preocuparme más aún. Podía engañarme a mí misma, pero no era normal que Ainhoa se comportara de esta manera, y menos aún en el trabajo.

Éxtasis #LuznhoaWhere stories live. Discover now