55|Defectuoso

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55|Defectuoso

|Christopher


Me duele el pene.

Ha pasado una semana desde que estuve con Alexa, una semana que ella me ha ignorado completamente, una semana sin follar.

He roto mi propio récord.

Y no es que me falten mujeres, es que la quiero a ella.

Y eso me molesta.

En otras ocasiones si una mujer creía que por ignorarme iba a tenerme detrás estaba muy equivocada, esos trucos no funcionaban conmigo.

Pero Alexa.

Desde que la probé, desde que ella fue mía no he dejado de pensar, fantasear y soñar cada día con su cuerpo. Pero ella decidió ignorarme ¡Y por Ashton! Luego de nuestro encuentro en mi auto ella me dejó claro que no quería que golpeara o amenazara a todos los hombres que se le acercaban. Dijo que ella era libre y que, si quería, podía alejarse e irse con otro.

Eso no se lo voy a permitir.

A mí nadie me deja, yo soy el que las usa y luego las desecha.

Unos gritos que provenían de afuera captaron mi atención, me levanté de la cama y caminé hacia la ventana, ahí miré la causa del escándalo. Annika corría por todo el patio trasero desnuda, mientras que Alexa corría tras ella con un vestido en las manos.

—Annika ven—gritó ella.

—¡No! ¡No!—decía mi hermana mientras zigzagueaba por las sillas de jardín.

Sonreí al ver a Alexa tratar de agarrar a mi pequeña hermana, pero Annika era más rápida y escurridiza. Solté una carcajada al ver que Alexa se tiraba por Annika y en un mal cálculo las dos terminaron en la piscina, la niña reía mientras que Alex le decía algo con sus cejas muy juntas.

Ella en un segundo volteó hacía mi habitación mientras salía de la piscina con mi hermana entre sus brazos, relamí mis labios e hice un movimiento de cabeza, ella apretó su boca y volteó los ojos para caminar hacía la entrada de la casa.

Me reí de ella y caminé hasta el baño. Hoy debía estar en la oficina solo para presentar unos documentos y el informe mensual de los proveedores, las horas que pasaba en ese lugar parecían años. Odiaba ir a trabajar ahí, odio a cada persona que ahí está, odio que me obliguen a hacer algo que no me gusta.

Miré mi escritorio y vi mi verdadera pasión. Deseo tanto estar trabajando para una empresa de autos, quisiera ser diseñador de Ford, Lamborghini, Ferrari o Bugatti. No ser un estúpido practicante de finanzas en la empresa de mi padre, donde todos son hipócritas conmigo solo por ser el hijo del jefe.

Salí de mi habitación con el traje de pingüino listo, mi cabello, el cual me gustaba llevarlo desordenado, iba muy bien peinado y la tablet con la información para la junta de hoy. Entré en mi auto y salí directo hacía la empresa de mi padre.

Mientras manejaba, mis ojos divisaron una tienda de juguetes. Sonreí al recordar a mi pequeña hermana, debería llevarle algo, hace meses que no le hago un regalo a la pequeña destructora.

Aparqué mi auto frente a la colorida tienda y caminé hasta entrar. Ahí me encontré perdido, habían demasiados juguetes, desde muñecas, pizarras para dibujar, peluches, automóviles, figuras de acción, legos, pelotas y miles de cosas más. Pero lo que llamó mi atención fue un enorme peluche de oso blanco, tenía un corazón en medio y dos colitas rosas en cada oreja.

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