40|Día del show

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40|Día del show

|Alexa


Escuché la lavadora pitar dos veces y corrí hasta ella, saqué la ropa húmeda y la llevé hasta mi habitación, ahí salí por la ventana y en la escalera de emergencia colgué las dos tiras de alambre y comencé a colgar la ropa.

Mientras yo lavaba la ropa, mi hermano preparaba la comida. En su trabajo le habían dado día libre a todos por problemas con la maquinaría y al ver que eso no se solucionaría pronto, enviaron a todos los trabajadores a sus casas.

—Alexa, ¿le agrego mostaza a la tuya?—dijo Daniel chupándose los dedos.

—Si, pero poquito—caminé de nuevo a la lavadora para sacar el resto de la ropa.

—Por cierto, no agarres el vaso rojo—él señaló con el cuchillo un vaso rojo que estaba en la encimera de la cocina.

—¿Por qué?—junté las cejas y miré el vaso.

—Tiene maní.

Suspiré.

—¿Por qué traes maní, Daniel?—Caminé de nuevo hacía mi habitación y salí por la ventana para terminar de colgar la ropa.

—Porque quiero hacer un batido y la receta tiene maní, por eso te advertí—mi hermano apareció por la ventana sacando solo su cabeza.

—Si, pero ya tuvimos un problema hace años, no quiero volver al hospital—colgué la última prenda que me quedaba—además, ¿desde cuando te gusta el maní?

Hace siete años mi hermano y yo descubrimos—no de buena manera—, que yo soy alérgica al maní. Una vez él y yo compramos un chocolate con el dinero que ganamos vendiendo periódicos, estábamos tan antojados de una barra que no pudimos aguantar las ganas y gastamos un poco del dinero del arriendo en ella.

Caminamos hasta el apartamento saltando de alegría por nuestro chocolate, cuando llegamos mi hermano lo partió—en partes iguales—y comenzamos a comerlo.

El mejor chocolate del mundo.

¿El problema?

Tenía maní.

Unos minutos después, mi piel estaba roja y con ronchas, me picaba mucho la boca y poco a poco me costaba más respirar. Mi hermano asustado y sin saber qué hacer, corrió conmigo hasta el hospital más cercano, ahí me dijeron que al parecer tenía un caso de alergia y comenzaron a preguntarle a él—por ser el mayor—sobre mis comidas del día, mientras yo estaba en una camilla con oxígeno, los médicos, junto con la información que les proporcionó mi hermano, descubrieron que soy alérgica al maní.

Así que desde ese día todo el maní debe estar muchos metros lejos de mí.

Bueno, eso sería lo ideal, pero a Scarlett le encanta el maní, ella lo come todo el tiempo, cuando no está cerca mío, claro. Pero cuando nos vemos su aliento siempre huele a maní y carga en su bolso una pequeña bolsa llena de ellos.

—Solo quise probar algo nuevo, además la malteada se ve deliciosa—él se encogió de hombros.

—Si me muero por ese maní te saldré en las noches a jalarte la patas, Daniel Matthews—entré de nuevo a la casa y caminé junto con él hacía la sala—¿ya está la comida? Muero de hambre—me desparrame en la silla y miré a mi hermano.

—Tengo todo listo, prepárate para la mejor hamburguesa que vas a comer en tu vida.

Él comenzó a moverse por la cocina sirviendo la comida, frente a mí colocó una enorme hamburguesa de carne con doble queso y mucha salsa, también en el mismo plato una buena porción de papas fritas con kétchup al lado.

Deseo (1) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora