Capitulo 17: Layla

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Por fin llegaron las vacaciones de navidad y no volví a saber nada de Gray desde la fiesta y de eso hacía ya tres días pero aún así no quería verle, ni saber nada de él. Aún seguía enfadada y muy dolida por todo lo que me dijo y por ahora, mis ganas de convertirme en su amiga se habían desvanecido. Ni siquiera le conté a Natsu lo que hablamos, no quería que discutieran. Lo mejor era no decir nada por el momento, dejar que pasasen las vacaciones y ya vería que haría cuando volviera a clase y le viera... allí en el aula... sentado al lado mío...


-¡¡¡¡AAAAHHHHH!!!! ¡¡¡No sé qué hacer!!! - grité mientras daba vueltas en la cama. Eran las tres de la mañana y no podía dormirme. Esas palabras tan frías y su mirada irreconocible se paseaban por mi cabeza a todas horas y era incapaz de centrarme o dejar de pensar en ello por unos minutos.


No había conseguido dormir bien desde entonces y entre mi falta de sueño y que no era consciente de lo que hacía estuve a punto de prenderle fuego a la cocina mientras hacia el desayuno, me caí en la puerta de casa mientras ayudaba a Loke-kun a quitar la nieve, me confundí de carrito en el supermercado y una señora me echó la mayor bronca del siglo delante de todo el mundo, y si fuera poco... esa misma mañana me había caído rodando por las escaleras.

Mi padre estaba muy preocupado por mí y quería llevarme a que me viera un médico pero le dije que estaba bien, que si me había caído era porque aún iba dormida, en cuanto a los demás accidentes hice como si no le diera importancia y parece que lo medio convencí, aún así ni él ni Loke-kun me quitaron los ojos de encima a lo largo del día pero por fin llegó el día veinticuatro de diciembre, noche buena, y estuve bastante distraída haciendo los preparativos. Loke-kun se había ido temprano a coger el avión rumbo a su pueblo natal, donde pasaría las vacaciones con su familia.


-Lucy ¿Puedo entrar? - mi padre tocó la puerta y le dije que entrase. Me saludó con una gran sonrisa y entró. Traía con él una gran caja blanca atada con una cinta de color rosa. Estaba sentada en el escritorio haciendo las tareas que nos habían mandado para las vacaciones pero al ver que mi padre traía algo con él corrí sonriente hacia mi cama. Él se sentó a mi lado - Hacia tiempo que quería darte este regalo pero he tenido que esperar a que tuvieras la edad adecuada para que te quedase bien - me sonrió y vi que sus ojos se llenaban de lágrimas. Sorbió por la nariz y me tendió la caja.

Nerviosa la cogí. Si mi padre había esperado tanto para entregármela y ahora estaba a punto de llorar solo podía significar una cosa...


-Era de tu madre cuando tenía tu edad -. susurró.


Cogí la tela que había dentro de la caja y me levanté para mirarla mejor. Era el kimono más bonito que jamás había visto. Se trataba de un kimono Hōmongi y se usaba para acudir a visitas o fiestas y podían llevarlo tanto las mujeres casadas como las solteras. Tenía dibujado muchas flores de tonos rosados y blancos y el obi era negro y rosa. Estaba maravillada con el color, con el tacto tan suave y agradable que desprendía la seda pero sobre todo estaba encantada de poder llevar algo que llevó mi madre cuando tenía mi edad.


-Papá... - fue lo único que pude pronunciar. Las lágrimas caían por mis mejillas y mis manos me temblaban mientras me aferraba con fuerza al kimono. Mi padre me cogió de la mano y me sentó a su lado. Me limpió las lágrimas y dejó el kimono sobre la caja.


-Tu madre lo llevaba puesto el día que nos conocimos -. su sonrisa era triste y sus ojos estaban aún brillantes por las lágrimas pero aún así su voz no le temblaba ni tampoco sus manos. Estaba muy tranquilo al recordar aquellos días donde era feliz con mi madre - Ambos íbamos al mismo instituto pero nunca habíamos cruzado palabra alguna. Estábamos en clases diferentes, pero el último año de instituto, durante las navidades, nos conocimos por casualidad en el templo el día en el que cada uno iba con sus amigos a recibir el año nuevo - sonrió.

No me olvides (Terminada)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum