CAPÍTULO VEINTISIETE -SUPERNO III

477 27 46
                                    

Minerva

El tiempo que pasamos juntos en Egipto me asegura que las razones que me hacen amarlo serán siempre suficientes para elegirlo a diario, aunque temprano en la mañana salimos de la habitación encontrándonos con las demás personas que nos acompañaron en nuestra despedida de solteros.

—Siempre juntos —dice Mihail mostrándole su rostro serio a la vez que alza nuestras manos entrelazadas porque siempre seremos uno.

Volamos todos en un mismo avión hacia Italia, debido a que las horas nos acarrean a una ceremonia de matrimonio que nos tiene relajados, persisto abrazada a él durante el vuelo y escucho sus murmuraciones en ruso.

—¿Tus votos? —pregunto mirándolo.

—Nuestros votos —dice besando mi frente.

—Recuerdo los míos —confieso sorprendiéndolo.

—Cuídalos siempre en tu memoria porque serán siempre nuestras razones más grandes para amarnos.

—¿Me amas? —cuestiono para molestarlo.

—Déjame demostrarte cuanto te amo porque ninguna palabra puede expresar un amor como el que yo siento por ti —me dice frunciendo sus labios para besar los míos.

Aterrizamos en Italia aun de mañana, miro la cara de Mihail porque lo siento preocupado por algo y nos reencontramos con nuestra hija y me permite abrazarla porque me agrede con su afecto descontrolado.

—Abrázame mucho, mamá —me pide, lo cual me llena de felicidad.

Aprovecho su ataque de cariño para darle mimos antes del almuerzo, aunque mi madre viene a buscarme porque debo empezar a arreglarme, beso las mejillas de mi hija contagiándome de su ternura y me encamino al lugar en el que voy a prepararme.

Miro como el vestido que usaré reposa en un perchero, respiro apaciguada por la tranquilidad que me rebosa y me ducho haciendo una rutina de sales minerales y aceites aromáticos.

Regreso al salón en el que esperan por mí para estilizarme el cabello. Me siento en una silla vistiendo una bata de seda con el conjunto de lencería debajo, dejo que hagan su trabajo en mi cabeza y en mi rostro y me sorprendo cuando mi hija viene vistiendo un hermoso vestido en tonos cremas para hacerme comer una ensalada de su mano.

—Déjame cuidar de ti, mamá —me dice dándome un bocado.

—Te amo mucho, Bellatrix.

—No más que yo, mamá —me responde brindándome un alivio por tener a mi niña preciada en este momento de mi vida.

—¿Dónde está la novia? —escucho a Irina, aunque me miro al espejo cuando terminan con mi maquillaje sutil.

—Por aquí —digo manteniendo la compostura.

—El novio me pidió que hiciera algo especial para su novia —empieza a decirme cuando la miro.

Miro todo lo que trae con ella; varias fundas de tela con vestidos, está radiante con un elegante vestido purpura lista para ser nuestra madrina, aunque miro como Angelo Salvatore entra con una caja en sus manos en su esmoquin preparado para ser nuestro padrino y Pavel Mikhailov sujeta una bolsa, la cual parece estar pesada, viéndose atractivo con su cabello recortado y su traje a la medida.

—¿Qué te pidió que hicieras? —pregunto porque ese hombre va a quedar viudo antes de casarse, ya que sus sorpresas amenazan con matarme.

—Esto —dice Angelo quitando la tapa de la caja.

—Y esto —dice Pavel avanzando hacia mí, aunque tropieza alarmando a Irina.

—Cuidado con ese vestido porque vale más que Roma completa —le dice preocupándome.

ESTUPORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora