CAPÍTULO VEINTICUATRO - ESTRATAGEMA I

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Narrador Equisciente

Todas las afirmaciones que ha repetido en su mente se manifiestan en su vida porque desde que tiene capacidad de pensar para su beneficio se ha dedicado a perfeccionarse en el arte de la guerra.

Incrustó en sus adentros una ley que rige todos los sentimientos que puede llegar a sentir por las personas que están en su entorno, incluso el amor que siente por Mihail Mikhailov, debido a que desde muy temprana edad concibió que no existe mejor engaño que hacer creer a todos que la estaban engañando.

Aun cuando, se ha dejado quemar por chispas que carbonizan del placer, herir por los golpes que lastiman de la pasión y matar por las explosiones que asesinan del poder.

A pesar de que su armadura le ha permitido salir intacta de las astucias que ha usado para vivir una vida rodeada de peligro, si bien, en este instante que está sentada juntamente a quien se ha proclamado como dueño del mundo, desea imponerse, mostrándose frente él como la mujer que ha anhelado tener siempre a su lado.

Ha vivido en una cruzada especulativa incesante para permanecer indemne a las persuasiones de su entorno debido a que ha tenido que esconder sus fuerzas para distraer a sus enemigos, incluyéndolo a él «Mihail Mikhailov siempre ha sido su enemigo íntimo», los cuales sentó a su lado para que destruyeran a sus adversarios, ya que nunca se ha preocupado por los que se levantan contra ella, sino por los que se acercan en busca de afinidad con una mujer que los usa para que los planes que quieran hacerle se revertieran a su favor, pero que se efectúen para su desgracia.

Clava en las palmas de las manos sus uñas ovaladas en un rojo carmesí para deshacerse de los enmascaramientos que le han permitido avanzar en una marcha segura de movimientos firmes en un tablero de la muerte hecha hombre que aprecia a su lado porque sabe, como entiende que él lo sabe, que una tierra no puede tener dos dueños, por ello, se preparan para una contienda entrañable de sus núcleos para renacer en el único inició que quieren recordar en sus vidas, aun cuando, ella se engrandece a su lado, a pesar de que reconoce que un grande como él nunca existirá.

Mantiene su mirada hacia el camino cubierto de nieve disimulando la ola de calor excitante que la golpea cuando su respiración profunda eriza los vellos de su cuerpo, entreabre su boca, floja sus piernas, desata un cosquilleo en sus muslos, remueve su estómago, altera los latidos de su corazón, estremece un palpito en su clítoris y libera por sus labios un suspiro dándole a él la satisfacción de confirmar que en su vida permanecerá siendo el único dueño de su placer con su mera presencia.

Muerde sus labios percibiendo su mirada en su rostro con sus ojos como dos balas de plomo y el silencio se vuelve atractivo por las inhalaciones del aroma que emana de sus cuerpos.

Ella traga saliva enderezando su espalda y apretando sus piernas porque pareciera que estuvieran haciéndose el amor a través de la penetración de los olores corporales en sus fosas nasales, las cuales logran elevarla a un éxtasis desbordado de euforia que amenaza en arrastrarla a un estupor puesto que su respiración se queda suspendida en el aire por el perfume de su piel ataviado por un aroma a cítrico.

Aunque debe morder su labio inferior porque su olor carnal nunca podrá ser aplacado por una fragancia patentada exclusivamente para él, debido a que nadie en el mundo huele como el aroma que tiene Mihail Mikhailov, pero es su cuerpo, es su piel y es su carne la que ella aspira asfixiándose porque siempre será una viciosa de su esencia hasta el final de sus días.

A pesar que sus reflexiones sumergen su mirada en el blanco de la nieve que observa debido a que desafió a quien se prohibía amar para no perder contra él hasta que amarlo se convirtió en su mejor estrategia para ganarle.

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