CAPÍTULO TREINTA Y DOS - NOVÍSIMA I

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Eleora

Aunque la muerte es una inevitable compañera en nuestro viaje en la vida, enfrentar ese cruel desenlace resulta abrumador, desafiando nuestra fortaleza y resistencia ante la pérdida de seres queridos. En estos momentos, la aflicción y el luto emergen como respuestas inevitables.

Es natural sentir empatía por el dolor ajeno y desear brindar consuelo a aquellos que atraviesan una pena tan profunda. De hecho, una simple palabra de aliento puede ser un bálsamo reparador en medio de la desolación, pese a que en mi caso ninguna palabra puede aliviar el dolor que siento.

La vida siempre ha sido un bombardeo de experiencias dolorosas para mí, como si estuviera destinada a sufrir las sensaciones más peligrosas y devastadoras que este mundo tiene para ofrecer. La muerte, ese ineludible compañero de mi propia existencia, se ha presentado de una manera tan brutal que aceptar la situación se vuelve una tarea imposible.

Las lágrimas germinan en mis ojos a la vez que mueren en ellos porque la pérdida de un ser querido, en mi caso, de mis preciosas hijas, ha dejado cicatrices en mi alma que son más profundas de lo que puedo expresar.

Siempre he perdido, siempre me ha tocado superar las vulnerabilidades causadas por las pérdidas de personas que tenían una importancia inalterable en mi vida, pero tener a mis hijas después de haber aceptado la perdida de ocho embarazos, me hizo obsesionarme con la idea de que ellas dos, eran la remuneración del universo mismo para sanar las heridas generadas en el pasado.

A pesar, que la misma noche que llegaron a este mundo, me despojaron de mi abuela paterna, Rut Mikhailova, como también de la única madre que he tenido, Isabella Santoro, es por esto, que ahora que me arrebataron a mis gemelas, es imposible encontrar algo que remedia los daños que tengo en mi interior.

En este momento oscuro de mi vida, el dolor y el duelo son las únicas respuestas habituales, quisiera encontrar la manera de aferrarme a la vida de otra manera que no sea reparar los daños causados en un mundo que se destruye a pedazos por las iniquidades realizadas por mi esposo, igualmente que, por mí, debido a que cada paso que doy parece llevarme más profundamente hacia la oscuridad, y las lágrimas que caen son la expresión visible de un sufrimiento que amenaza con desbordar mi corazón.

Mis hijas, las gemelas cuyas vidas fueron laceradas de manera inhumana desde su nacimiento, dejan un vacío insondable en mi alma. La acusación a Mikaela, la única hija que aún me queda; lloro porque fui destituida de mi título como su madre por ella misma, como la responsable de tan atroces actos, resuena en mis pensamientos como una ráfaga de disparos justos en mi corazón.

«La existencia misma parece conspirar en mi contra, arrojándome a una vida de sufrimiento indescifrable»

En este instante de periodo de especulación doloroso, las sensaciones peligrosas se desatan en mi interior, como un celaje de dolor que amenaza con devorarme por completo. Las lágrimas en sollozos imparables, se vuelven en un memorándum de la fragilidad de la vida y la efímera naturaleza de la felicidad.

«El sufrimiento se convierte en la única constante en un mundo que parece haber sido diseñado para mi agonía»

El dolor se agolpa en mi pecho como un torrente implacable, una marea de sufrimiento que amenaza con arrastrarme hacia lo más profundo de la desesperación. Las imágenes de mis hijas, sus cuerpos desmembrados, se repiten sin piedad en mi mente, torturándome con la brutalidad de su pérdida.

Acepté mi culpabilidad de su nacimiento prematuro, no debí salir de esta casa en busca de respuestas a las maldades presentes en la vida de su padre, pero ahora, el único culpable de su muerte, y de todas las que hemos sufrido, es él.

ESTUPORHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin