CAPÍTULO SIETE - OBCECADO I

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Eleora

Hace ya varios meses que dije unas palabras que hace poco tomaron más importancia de la que ya tenían desde mi percepción; quien creyó una vez, fue traicionado y vuelve a confiar seguirá siendo usado las veces que le plazca al traidor, pero no creí que en esta ocasión seria yo la caería en mi propio juicio siendo vilmente maltratada de la misma forma en la que siempre he sido golpeada.

No tengo juicio de valor tras analizar todas las particularidades de mi mayor traidor, carezco de razonamiento para darme una explicación a todo lo que hierve en mi interior ahora que abro los ojos que llevaba vendados por el valor del amor, aunque la misma fuerza de ese amor arrancó de mi mirada la gran ceguera que tenía para darme cuenta que ni todos los malos que he conocido calificándolos como seres despreciables no lo son tanto cuando se le compara con el mayor ser despreciable que he podido conocer en mi vida.

Porque mi mente me hace errar con todas las justificaciones que invento para entender lo que sucede a mi alrededor, pero es que ni destinando toda la empatía que me caracteriza para comprender las razones por las que las personas que están en mi entorno se comportan como lo hacen logro hacer conjetura que no me haga sentir lo que siento ahora que muchas preguntas se responden solas por encontrarme en un nuevo despertar que deja mi mente asegurada del poder que percibo que tenía alguien sobre ella para accionarme a su arbitrariedad.

Estoy privada de vocabularios de adjetivos para explicarme como me siento ya que me desconozco totalmente, es como si al mirarme frente al espejo no veo a quien debería ver ya que lo que tengo en mi mente es diferente a lo que percibo en mi cuerpo.

Es una contrariedad muy grande que me causa mucho dolor de cabeza porque muchas situaciones que antes no les presté atención por mis distracciones habituales ahora empiezan a tomar un sentido que nunca esperé encontrarles explicaciones. «Es como si tengo un cuerpo de ángel, pero mente de demonio».

Las ideas que confunden mi lógica son muy destructivas, «Quiero matar a cada ser que respire mí mismo aire» por más que intento alejarlas de mi mente no puedo porque no tengo control de mis pensamientos ya que todo lo quiero hacer es disparar a quienes me contradigan, desmembrar a quienes me toquen, decapitar a quienes me miren y demoler a quienes me mienten.

Deslizo por mis piernas la braga de seda roja que ajusto entre mis glúteos y caderas cubriendo sutilmente mi monte de venus por lo que mis ingles quedan visibles las cuales me torturan por el tatuaje que llevo en una de ellas y que me motiva a quemarme ese espacio de piel para arrancarlo de mi cuerpo.

Entro al vestido rojo adhiriéndolo en las curvas de mi cuerpo y marcando con sensualidad cada ángulo que forma mis caderas, glúteos, cintura y pechos al subir la cremallera en mi espalda.

Ajusto en mis pies los zapatos de ajugas, me arreglo frente al espejo con mi mirada perdida en mis labios escarlata buscando en las facciones de mi rostro las cualidades que debería estar viendo, pero es que ni colocándome un color tan provocador como el rojo en vestimenta, tocado y maquillaje ni proyectándome segura puedo dejar de verme de rostro ingenuo, mirada inocente y cuerpo inmaculado cuando en todo mi interior se intensifica una mujer de rostro inmoral, mirada ingeniosa y cuerpo impuro.

Me coloco los guantes porque las manos me arden desde hace tres días, tengo las palmas enrojecidas con brotes llenos de secreción de la picazón ofensiva que las lacera porque ni la intensa fuerza que me brinda el bienestar de mi hija puede controlar mi apetito sanguinario hacia todos los que dejan sus ojos sobre los míos ya que todo lo que me está matando emerge por mi mirada pidiéndome insistentemente adueñarme de sus vidas antes de que se adueñen de la mía.

Me retiro de mi propiedad en Moscú en la que estoy desde ayer en la noche y donde hablé en el conticinio con mi hija obteniendo las mejores ideas para saber qué debo hacer de ahora en adelante porque su estadía en custodia con su primo Ivan debe acabar puesto que me encargaré de reivindicarme en errores nobles para destruir a mis enemigos alcanzando de esa manera tenerla a ella conmigo con miras de mantenerla hasta el final de mis días a mi lado.

ESTUPORWhere stories live. Discover now