Capítulo 16.3

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JongIn se había quedado dormido durante toda la tarde. Se despertó poco después de que comenzaran los fuegos artificiales, dándose cuenta de que Love Dead había cerrado sus puertas. Pensó en llamar a Kyungsoo para contarle lo que había ocurrido con aquellos muchachos, pero con el genio que se gastaba, dudó que lo dejara terminar de explicarse antes de que le colgara el teléfono.

Así que se encontraba en la puerta trasera de Love Dead, sin decidirse a llamarlo, cuando oyó un ruido en la trastienda. Cuando fue hacia allá, vio que el cristal de la puerta estaba roto y que alguien había forzado el cierre. JongIn se preguntó por qué motivo el caro sistema de seguridad que había hecho instalar no había funcionado, y se dispuso a detener al intruso, pero sólo consiguió que éste saliera corriendo.

Durante su huida, el delincuente perdió una gorra. Una gorra que él no tardó en reconocer. Por suerte, JongIn lo había sorprendido y el trabajo de destrucción quedó inconcluso, siendo los únicos perjudicados algunos de los horrendos osos de Agnes. Las luces se encendieron mientras él recogía apenado uno de los descabezados peluches del suelo. De repente, alzó la vista y se quedó sin
habla al ver a Kyungsoo junto a él.

Llevaba la más escandalosa ropa que jamás había visto: un boxer negro  de encaje y nada mas. Tras fijarse en su atuendo, se percató de que en la mano derecha llevaba su famoso bate. Entonces JongIn recordó por qué estaba allí y se enfureció con la insensatez de él.

—¡¿Qué narices haces bajando así?! ¿Es que quieres que además de destrozar tu local también te violen? ¿Y me puedes decir para qué tienes un sistema de seguridad de última generación si no lo utilizas? — concluyó, bastante enfadado.

—Con el ajetreo del día se me ha olvidado conectarlo. Y en cuanto a mi indumentaria, estaba durmiendo y he oído un ruido así que no me he parado a pensar en lo que llevaba puesto. Simplemente he cogido a Betty y he bajado a echar un vistazo —dijo Kyungsoo, que al ver los peluches destrozados, añadió—: Esto no es propio de ti, así que dime, ¿qué ha pasado?

—Un gamberro ha entrado en tu tienda dispuesto a destrozarlo todo, pero yo lo he interrumpido y ha huido, aunque creo saber quién es.

—¡Mierda, más gastos! —se quejó Kyungsoo, preocupado por la puerta rota.

—No te preocupes, yo lo pagaré.Después de todo, es culpa mía —dijo JongIn, sin poder evitar distraerse con el atuendo de él.

—¿Y cómo es eso? —preguntó reprobador.

—Verás, a los muchachos de ayer los han condenado a trabajar en mi tienda, pero yo he decidido cedértelos amablemente como trabajadores temporales. Deben de haberse asustado con la idea y uno de ellos ha hecho esto.

—Pues no has debido de asustarlos
demasiado si aún se han atrevido a entrar aquí. Pero no te preocupes, ¡yo sabré cómo tratarlos a partir de ahora!—declaró, con una de sus maliciosas sonrisas.

—¿Te puedo pedir un favor?.¿Podrías darme una taza de café? Como no me despierte un poco, no sé si seré capaz de llegar a mi apartamento de una pieza —confesó JongIn, mientras se masajeaba los doloridos ojos.

—Sube un momento, aquí no me queda café —respondió Kyungsoo, compadecido al ver su cara fatigada y consciente de que solamente había dormido un par de horas. Por su culpa.

—Gracias, esto es lo que necesitaba —declaró JongIn, tras tomar un sorbo del fuerte café, que no tardó mucho en despertar cada uno de sus sentidos. Por desgracia, alguno de ellos deberían haber seguido durmiendo, sobre todo el que hacía que su miembro se irguiera firmemente, reclamando atención—. ¿He interrumpido algo? — preguntó, intentando averiguar si su hermano estaba allí.

—No has interrumpido nada. Estos me los regaló mi madre y los uso para dormir sólo porque es bastante fresco y tengo los pijamas en la lavadora. Dime, ¿has subido por el café o para curiosear? —le espetó impertinente.

—Por ambas cosas —confesó finalmente, detrás de la humeante taza de café.

—¿Por qué estás tan interesado en mi vida amorosa, JongIn?

—Porque tengo celos de cualquier hombre que esté cerca de ti. Tengo celos de que alguien pueda abrazarte como lo hago yo y de que puedas gritar otro nombre que no sea el mío —respondió, dejando la taza en la mesa y poniéndose en pie para marcharse. De repente, la delicada mano de Kyungsoo le agarró un brazo y sus ojos suplicantes lo retuvieron, posponiendo su partida.

—Los Lee de este mundo no tienen celos de nadie. —Créeme, Kyungsoo, este Lee JongIn  los tiene, y son insoportablemente
dolorosos —reconoció él, llevando la mano de Kyungsoo hasta su dolorido corazón.

—Yo nunca me he acostado con Minseok. ¿Cómo puedes creer que justo después de hacerlo contigo me iría con otro hombre? —dijo Kyungsoo, sincerándose con él y dejándole entrever un poco de sus sentimientos.

—Tal vez porque siempre me recuerdas que yo no soy nadie importante en tu vida —contestó JongIn, mirándolo con el alma en vilo, dispuesto a ser nuevamente rechazado.

—JongIn, yo no soy de la clase de donceles que se enamoran —respondió Kyungsoo, sosteniendo dulcemente su rostro entre sus delicadas manos, para observar con atención sus tristes ojos cafes.

—Yo tampoco —dijo JongIn, ocultando la verdad de su corazón. Kyungsoo vio la mentira en sus ojos y no pudo contenerse. Lo besó con el amor que no le demostraban sus palabras. Mientras, JongIn lo atrajo hacia su cuerpo, deseoso de mostrarle cuánto había añorado sus caricias, sus besos…

Kyungsoo enlazó las manos detrás de su
cuello y se dejó llevar por la arrolladora pasión de un beso que parecía no tener fin. JongIn degustó su boca con las delicadas caricias de sus labios. Se los mordió con suavidad hasta que él entreabrió la boca, dejando que su lengua lo invadiera, y en ese momento, Kyungsoo igualó su respuesta buscando el sabor de la lengua de él y jugando con ella.

Las fuertes manos de él acariciaron sus nalgas por encima de la tenue tela hasta dejarlas expuestas. Y pegó su virilidad contra su delicado cuerpo para que notara la evidencia de su deseo. Kyungsoo  frotó sensualmente su culo contra su erección, haciendo que se endureciera aún más, y el control de JongIn saltó por los aires, poco después de que él buscara sus caricias acercándose más a él.

JongIn lo cogió en volandas y, sin decir una sola palabra, lo condujo hasta la pequeña habitación. Cuando llegó allí, lo dejó en el suelo y bajó los boxees, dejandolo expuesto a su anhelante mirada. Y cogiéndolo con rudeza del cabello, lo echó hacia atrás para
tener pleno acceso a su delicioso cuerpo.

Se deleitó con su hermosura antes de devorar golosamente sus pezones, haciéndolo gemir de placer. Fue una larga noche, entre besos, abrazos y caricias que demostraban el amor que se negaban a confesar con palabras. Sólo cuando JongIn creyó que Kyungsoo dormía entre sus brazos, se permitió pronunciar en voz alta las palabras prohibidas.

—Kyungsoo, te quiero —susurró, acariciando el rostro dormido de su amado.
El se volvió en sueños, dándole la espalda, y él lo abrazó durante toda la noche como si de su tesoro más preciado se tratase. Pero Kyungsoo no pudo dormir, porque las sinceras palabras de amor de JongIn
aún lo atormentaban. ¿De verdad estaba
enamorado de él?, se preguntó una y
mil veces, antes de finalmente caer
rendido ante el cansancio de ese día.

Hay vamos en esta historia.

Gracias por leer, por sus estrellitas y sus comentarios.

Nos leemos mañana.

💋

El amor nos separará (Kaisoo)Where stories live. Discover now