Capítulo 2.1

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Varios años después…

Me encontraba allí, delante de aquel inmenso edificio que era el House Center Bank, una antigua y lujosa construcción que parecía no tener fin. Su imponente aspecto intimidaría a cualquiera, pero se trataba de mi última oportunidad para conseguir cumplir mi sueño de montar un inusual e insólito negocio al que nadie osaba darle la más mínima oportunidad.

Después de todo, yo sólo era un estudiante de veintitrés años que acababa de terminar la carrera de Empresariales y tenía muchas ideas estúpidas, o eso era al menos lo que
opinaban de mí los diez bancos a los que había acudido con anterioridad en busca de apoyo financiero.

Ése era el último de mi lista, el último de la ciudad y el más odiado por todos. Los intereses que cobraban eran abusivos, los cargos por retraso en los pagos, los más elevados, y los requisitos para la concesión de préstamos, sumamente exigentes.

Pero estaba decidido, así que entré dispuesto a conseguir el dinero para abrir una tienda en la avenida principal. Había encontrado el local perfecto para mí, se hallaba en la parte conocida como Old Town, lo que hacía años era el centro comercial de Pasadena, una zona abierta con una larga y extensa área llena de comercios a ambos lados de la calle, transitada por personas y coches por igual.

Era el sitio idóneo para mí y no pensaba perderlo por un insignificante problema como podía ser el dinero. Me adentré en el vestíbulo y busqué en el panel de información dónde estaba el despacho de la persona más importante de la empresa..

El presidente y dueño del banco, Kim Seonho. Se encontraba en la última planta.
Posiblemente sería la persona más ocupada del mundo, y la más difícil de ver, pero como yo soy muy persistente y además se acercaba San Valentín, migenio empezaba a fluir y a hacer acto de presencia.

De modo que subí hasta la última planta, donde una secretaria con cara de bulldog detuvo mis pasos.

—¡Joven! —llamó la soberbia mujer, deteniendo mi camino hacia el éxito—. ¿Tiene usted cita programada con el señor Kim? —preguntó, deteniéndose protectoramente delante de la puerta del despacho.

—No, pero tengo que hablar de un asunto de negocios con él.

—El señor Kim es un hombre muy ocupado, así que posiblemente no tendrá tiempo para usted. No obstante, si quiere esperar puede hacerlo. —Sonrió maliciosamente, señalándome unas incómodas aunque modernas sillas.

La vieja y arrugada momia no hizo amago alguno de anunciar mi presencia al presidente del banco, pero yo no me iba a rendir tan fácilmente, de manera que aguanté el hambre, la sed, el frío y el sueño y me quedé allí casi hasta el cierre, momento en que una alta, orgullosa y encanecida figura pasó rápida y despreocupadamente junto a mí, sin dignarse siquiera dirigirme una mirada.
.
La vieja arpía de la secretaria me sonrió mostrándome la salida, pero yo por nada del mundo iba a ceder, y menos ante alguien como ella. Así que a la mañana siguiente volví con un gran bolso, me senté frente a la vieja bulldog sin que ella me indicara dónde hacerlo, y ante su atónita mirada saqué un bocadillo, una revista y un botellín de agua.

Esta vez el señor Kim me dedicó una rápida ojeada al pasar junto a mí, descartándome con igual celeridad que el día anterior. Pero yo era persistente y tenaz y regresé una y otra vez, ante la atenta mirada de todos. Día a día ampliaba el tamaño de mi bolso y poco a poco fui apropiándome de una parte de la oficina.

El día en el que me llevé mi almohada anatómica y mi mantita, el presidente preguntó mi nombre; cuando desplegué mi sillón hinchable y me acomodé con mi termo de chocolate caliente, se interesó por el motivo de mi presencia allí y, finalmente, en el momento en que acomodé mi saco de
dormir en un rincón de la oficina, me llamó a su despacho. 

Kim Seonho observó atentamente al persistente joven que no dejaba de atosigarlo. No era nada especial; no obstante, no estaba seguro de que si lo echaba de su banco, aquel pequeño alborotador no montara algún que otro escándalo.

Ya tenían demasiada mala publicidad como para aumentarla si se corría la voz de que despedían con cajas destempladas a cualquier jovencito que fuera a pedir un préstamo.

Había intentado con sutileza que el chico desistiera de su empeño de conseguir algún tipo de préstamo, pero parecía que aquel doncel no entendía sus múltiples rechazos. Sin mediar palabra, Kim Seonho lo invitó a
sentarse e intentó intimidarlo con su escrutadora mirada, pero él se limitó a
sonreír amigablemente a la vez que le
tendía su proyecto.

Después de leerlo, el señor Kim definitivamente necesitaba un trago. ¡Estaba loco! ¡El tal Don Kyungsoo estaba como una regadera! ¿Cómo se atrevía a presentar aquella broma como un proyecto serio a un banco tan importante como el House Center Bank? 

—Estará bromeando, ¿verdad, joven? —preguntó Kim, mientras.se dirigía a su caro aparador para servirse finalmente un fuerte licor que lo ayudara a lidiar con aquel chiflado.

—No. Es un proyecto factible y
original y, definitivamente, abarcará un
nuevo mercado.

—¿En serio cree que podrá conseguir que una sola persona compre uno de sus ridículos artículos?

—No una, sino cientos, incluso miles. Hice un estudio de mercado y...

—¡Esto... no tiene futuro! —gritó.Kim Seonho , golpeando la elaborada carpeta con una mano—. Sólo es la fantasía de un niño amargado que acaba de terminar la universidad y tiene demasiados pájaros en la cabeza — declaró firmemente el presidente del banco, intentando amilanarlo. Qué pena para él que Kyungsoo no fuera esa clase de doncel.

—¿Qué tengo que hacer para demostrarle que este proyecto es viable? —preguntó decidido.

Seonho sonrió ante la oportunidad que se le brindaba de deshacerse de aquel desquiciado, y aprovechó su pregunta para pedirle lo imposible.

—Muy bien, joven Do, si para mañana, que es catorce de febrero, consigue mil firmas de personas que aseguren que comprarían en su tienda esos absurdos productos, no tendré más remedio que aceptar que su negocio es viable y le concederé un préstamo.

Pero si no lo consigue, dejará de acosarme a
mí y a mi banco —concluyó tajantemente Kim Seonho, dispuesto a hacer un trato con el mismo diablo con tal de deshacerse de él.

—¿Me está diciendo que si consigo esas firmas me dará el préstamo? ¿Quién
me asegura que usted no me echará de
aquí mañana, aunque le demuestre que
mi negocio es rentable?

—¡Joven, ¿cómo se atreve a dudar de mí?! Nadie en mi familia ha incumplido nunca su palabra. ¡Le daré el dinero de mi propio bolsillo si hace falta con tal de mantener mi
compromiso! —manifestó Kim, seguro de deshacerse del  joven sin tener que tratar una cuestión tan absurdacon el consejo de administración—.

Pero antes de aceptar, recuerde el tipo
de regalos que usted ofrece y el día que
es mañana.

—¡Oh, créame!, no soy capaz de olvidarme de ese maldito día. Pero mañana no será tan desgraciado para mí, porque conseguiré el dinero para mi negocio.

—¡Usted verá, joven! Tiene hasta las ocho de la tarde de mañana para conseguir esas mil firmas. A las ocho y un minuto ya no habrá préstamo y se le prohibirá la entrada en mi banco de por vida.

—¡Trato hecho! —convino Kyungsoo,
totalmente decidido, tendiéndole la mano con firmeza. Kim Seonho  se la estrechó,
proponiéndose no regodearse demasiado
en su victoria cuando ésta llegara; después de todo, era un caballero.

Ahhh no me aguante, está historia está muy chistosa, así que regalito capítulo extra.

Ahora sí nos leemos en la semana porque luego me gusta y subo el capítulo antes.

Nos leemos.

💋

El amor nos separará (Kaisoo)Where stories live. Discover now