Cap 2.2

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¡Cuervo avaricioso! ¿Cómo se atrevía aquel viejo usurero a tratarlo como un estúpido sin cabeza? Porque él se hubiera quedado a años luz del progreso no significaba que el mundo no hubiera avanzado.

Él le demostraría cuán equivocado estaba y le borraría de un plumazo aquella sonrisa de superioridad que mostraba su rostro cuando lo vio aceptar ese ridículo trato.

¿Es que acaso ese hombre se creía que era idiota? ¿Es que pensaba que por ser el día más amoroso del año su negocio no tendría clientes?

Vale que no era el más indicado para la fecha, pero Kyungsoo estaba totalmente seguro de que había cientos de personas que pensaban como él. Lo difícil era demostrarle a ese banquero obtuso que los clientes contratarían sus servicios aunque fuera San Valentín.

Lo tenía realmente crudo si quería conseguir mil firmas en un solo día, y más en ése, tan señalado para los enamorados. Si tuviera una deslumbrante estrategia sobre cómo conseguir la firma de tantas personas...

Si se metía en algún centro comercial para buscarlas, se asfixiaría entre ese sinnúmero de estúpidos adornos en forma de corazón,
y explicar el objetivo de su negocio entre tanto loco enamorado solamente lo llevaría a recibir una avalancha de abrazos y miradas de compasión.

Ir puerta por puerta estaba totalmente descartado, ya que creerían que estaba loco. Las llamadas de teléfono no servían para nada, a no ser que tuviera una lista de personas que aseguraran al cien por cien su firma. Sería perder tiempo y dinero.

¡Debía tener una idea brillante y debía tenerla ya! —¡Le exijo que quiten mi nombre y mi número de teléfono de esa estúpida lista! —gritaba muy alterado un hombre de unos treinta años en medio del gran House Center Bank.

—Señor, le ruego que se tranquilice o tendremos que llamar a seguridad —le dijo, algo molesto, uno de los empleados más estirados de las elegantes oficinas.

—¿Quiénes se creen que son para publicar mis datos personales tan despreocupadamente? ¿Es que la ñ privacidad de sus clientes no significa nada para ustedes?

—Señor, cuando usted firma uno de nuestros préstamos, accede a que utilicemos sus datos a nuestra discreción, por lo que esa lista es totalmente legal.

—¡Eso seguro que estaba en la letra pequeña, igual que los abusivos intereses! ¡Ya tienen mi casa! ¿Qué más quieren de mí? —gritó furioso.

—Que pague sus deudas, señor —contestó petulante el trabajador del banco, que, como todos los de su calaña, carecía de sentimientos.

—¡No tengo trabajo, carezco de casa y ni siquiera sé dónde pasaré esta noche! ¡Y gracias a su estúpida lista, nadie me da una oportunidad de ganarme la vida honradamente, porque me tachan de deudor y, para muchas personas, alguien que no puede pagar sus deudas no es de confianza!

—Lo siento, señor, pero si no hubiera perdido su trabajo...

—¡Estúpido pedante! ¡Lo perdí porque cerró la fábrica donde trabajaba, no por vago o descuidado! Y ustedes, desde ese día, no hacen más que atosigarme. ¿Qué es lo que quieren? ¿Que se lo pague con sangre? —exclamó colérico, en medio de su desesperación.

—¡Ya es suficiente! —exclamó una firme y pausada voz que hizo que todos guardaran silencio—. Échenlo de aquí —ordenó el señor Kim a los guardias de seguridad, que no dudaron en mostrarle el camino de la salida al alborotador.

El hombre se resistió entre quejas y exigencias, pero finalmente se rindió
derrotado y se dejó arrastrar hacia  calle, adonde lo arrojaron violentamente, mostrándole cuál era su lugar.

El amor nos separará (Kaisoo)Where stories live. Discover now