Capítulo 5

89 21 0
                                    

—¡Que has hecho ¿qué?! —gritó
Seonho, iracundo, a su inconsciente hijo.

—Solamente ha sido una apuesta, papá, no es para tanto. Tal vez así acelere un poco las cosas y Do Kyungsoo desaparezca antes de nuestras vidas.

—Pero ¡le has quitado a los abogados de encima! ¡Explícame por qué demonios has hecho eso! —exclamó Seonho.

—Papá, eso no nos llevaba a ningún lado —replicó JongIn—. Él  siempre encontraba la manera de pagar a los abogados y últimamente los jueces comenzaban a molestarse con nuestra insistencia. Sin embargo, el joven Do me ha dado su palabra de que me entregará su tienda si pierde.

—¡Espero que lo pongáis por escrito!

—Claro, ya que ninguno de los dos se fía del otro —confirmó él.

—No me acaba de convencer, JongIn, le has dado permiso a ese doncel para que se comporte de la manera más horrenda posible contigo.

¡Y Dios sabe que puede ser terriblemente odioso!

— Tras una pausa, Seonho preguntó preocupado—. ¿Y quién te dice que él no ganará esa apuesta?

—Papá —respondió JongIn con confianza—, después de un año estudiando su tienda, me conozco todos sus trucos. Créeme, no hay nada que él  haga que pueda llegar a sorprenderme o alterarme lo más mínimo.

—¡No te confíes, JongIn! Do Kyungsoo es prodigiosamente imaginativo y puede llegar a sacarte de quicio de mil maneras distintas.

—No lo hará. Y voy a disfrutar mucho viendo cómo salta por cada uno de mis presentes.

—¿No me has dicho que tienes que hacer que se enamore de ti, no enfadarlo?

—Sí, padre, pero primero me voy  permitir jugar un poco con él. ¡No sabes lo divertido que puede llegar a ser mortificar a ese doncel!

—Sonrió maliciosamente, rememorando su inolvidable encuentro con Do Kyungsoo sobre el duro mostrador de su tienda.

—Hijo mío, me permito hacerte una advertencia que tal vez debí haberte hecho hace tiempo: si juegas con fuego, te acabarás quemando, y aunque tú aún
no lo veas, ese doncel puede ser ese
fuego.

Ten mucho cuidado, pero ¡que mucho cuidado! —lo previno Seonho, lamentando el día en que le habló a su hijo de ese joven.

—¡Que has hecho ¿qué?! — exclamaron al unísono todos los trabajadores de Love Dead, mirando inquisitivamente a su alocado dueño.

—No es para tanto. Además, así he
conseguido quitarme de encima a esas
pirañas de abogados que trabajan para
Eros —se justificó Kyungsoo, bajando la
cabeza ante la reprimenda de sus amigos.

—¿Tú vas a salir con el hombre que ocupa el tercer lugar en la lista de solteros más deseados, uno que cada día lleva a una mujer o doncel distinto del brazo, que
rompe el corazón de cuantas personas se
ponen en su camino y que se dedica
precisamente a elaborar momentos para
enamorar? —lo reprendió severamente Baekhyun.

¿Y aún crees que tienes alguna posibilidad de no acabar babeando por él? ¡De los dos, creía que yo era el ingenuo, Kyungsoo!

—No me enamoraré de alguien que sólo quiere destruirme —declaró él, un tanto molesto por la desconfianza de sus empleados.

—Hijo mío, el amor nos llega cuando menos lo esperamos y no atiende a razones —intervino Agnes amigablemente—. Por si acaso, piensa en esto cada vez que te sientas a punto de caer en la tentación —añadió la anciana, mostrándole la foto de un hombre feo, grasiento y con gran parecido a un oso, por la enorme cantidad de pelo que tenía, que miraba amorosamente hacia la cámara con un escueto bañador.

—¡Dios, Agnes, aparta eso! —gritó Baekhyun, horrorizado.

—¡Ya está, Agnes! ¡Por fin has conseguido traumatizar mi adolescencia! —chilló Seulgi, espantada, después de echarle un solo vistazo.

—Agnes, en serio, ¿quieres que odie a Lee JongIn o a todos los hombres? —preguntó Kyungsoo severamente a la anciana ante tan espantosa visión—. ¿Se puede saber qué haces con esa foto en tu cartera?

—Es mi sobrino, está soltero y me dio esta foto para que le buscara novia. No sé por qué, se cree tremendamente sexy posando de esta guisa. ¿Creéis que si se la enseño a la chica de la tienda de flores...?

—¡Por Dios, Agnes, guárdala y no la vuelvas a sacar! —pidieron a voz en grito los tres jóvenes que trabajaban en Love Dead.

—¡Sí! ¡Encierra esa foto en lo más profundo de una caja fuerte, rodéala con más de cien cadenas, tírala al mar y que la custodien una decena de tiburones! Pero, por lo que más quieras, ¡que no vuelva a ver la luz! —suplicó la traumatizada adolescente.

—¡Exagerados! —dijo Agnes despreocupadamente, recibiendo una
mirada de reproche de cada una de las
personas que habían tenido la desgracia de contemplar aquella abominación—.

Bueno, vale, está bien —se rindió finalmente, devolviendo la foto a lo más
profundo de su gigantesco bolso.

—Ahora en serio, Kyungsoo, ¿qué vas a
hacer cuando ese ricachón comience su
asedio? —preguntó Suho, preocupado por
su joven e impetuoso amigo.

—Contraatacar, Suho, contraatacar. Oh... ¡Es que aún no os he dicho lo mejor! Si quiero ganar y que él nos deje en paz, solamente tengo que conseguir que Lee JongIn me odie.

—Sonrió maliciosamente, consiguiendo que sus empleados se deleitaran con la idea de hostigar a aquel hombre que tantos ñ problemas les había causado últimamente Todos se tomaron muy en serio la misión de importunar a ese niño bonito que, con su batallón de abogados, los había atormentado incansablemente en los últimos meses.

Y, a partir de ese día, se turnaban para espiar los movimientos del tenaz empresario cuando estaba en su recién estrenado local. Pero él les sonreía irónicamente mientras los acompañaba a la salida.

—No hay manera: ¡ese tío nunca pasa mucho tiempo en su tienda y así no
podemos averiguar nada de él para
poder fastidiarlo como se debe! —se
quejó desalentada la joven Seulgi, a la
que nuevamente había acompañado fuera
un sonriente JongIn.

—No te preocupes, Seulgi, seguro que muy pronto damos con algo que consiga ñ molestarlo —dijo Kyungsoo.

—No me gusta, ese tipo siempre está sonriendo. ¡Eso no tiene que ser bueno! —comentó acusadoramente la anciana Agnes.

—Bueno, por lo menos, después de lo de tu madre no ha intentado nada más —recordó BaekHyun, esperanzado—. Tal vez se haya olvidado de ti.

—No, está esperando mi contraataque, ¡y éste tiene que ser espectacular! Lo de mi madre fue un golpe muy bajo, incluso para tratarse de él —gruñó Kyungsoo, totalmente decidido a hacerle una jugarreta igual de maliciosa a su rival—.

Bueno, volved al trabajo. ¡Ya sabéis lo mucho que tenemos que hacer antes de San Valentín! —ordenó animadamente, poco antes de abandonar su tienda al ver salir a su rival del número quince, y acercarse diligentemente a su descapotable.

Las guerra ya empezó, la pregunta es quién ganará?

Amo, amo a estos dos.

Nos leemos mañana.

💋

El amor nos separará (Kaisoo)Where stories live. Discover now