Capítulo 4

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—¡Vaya mierda de día! —gritó Do Kyungsoo, frustrado, tirando a la basura un nuevo aviso del abogado, junto con otra notificación de demanda de la empresa Eros.

—¡Joder! ¿Por qué nos demandan ahora? —preguntó  Suho preocupado, mientras recogía la carta de la basura.

—¡Y yo qué sé! Tal vez el culo de nuestros muñecos se parezca al del dueño. ¡Y a mí qué me cuentas! ¡Quisiera tener una vez delante a ese gilipollas prepotente para apalearlo como a las piñatas que vendemos!

—Todo esto comenzó hace once meses —le recordó  Suho—. ¿Estás seguro de que no te metiste con alguien o hiciste algo que no debías?

—Suho, mira a tu alrededor, ¿a qué se dedica mi negocio? ¡Pues claro que me he metido con alguien en los últimos meses! Concretamente, ¡con todo el mundo! Me gustaría ver al dueño de esa despiadada cadena.

—¿Para disculparte con él? — sugirió Suho, esperanzado.

—No, ¡para darle una verdadera razón para demandarme y no esas estupideces por las que somos llevados a juicio! Esos idiotas siempre hacen lo mismo: poco antes de que se celebre el proceso, la empresa Eros retira la demanda con una sonrisa y yo me hundo cada vez más en las deudas por el dinero que tendré que pagarles a las.sanguijuelas de mis abogados.

—La última vez te recomendé a un buen amigo.

—Y gracias a Dios que es un buen hombre, porque no me cobró nada y me explicó que ésta es sin duda una estrategia de la empresa Eros para arruinarme.

¡Y al parecer lo están consiguiendo! —gritó furioso, haciendo una bola de papel con sus facturas.pendientes de pago y encestándolas en la papelera.

—Kyungsoo, lo he comentado con todos y no nos importa bajarnos el sueldo hasta que tú puedas hacer frente a los pagos.

—¡Y una mierda os voy a bajar el sueldo por culpa de esos cabrones! — exclamó el —. Le he pedido dinero a un amigo y ha decidido ayudarme en todo lo que pueda. Aunque no sé cuánto más podré aguantar. Si al menos dejaran de llevarnos a juicio por cada estúpida similitud que ven en nuestros productos…

—Algunas de las cosas de las que nos han acusado eran ciertas: nos aprovechamos demasiado de cualquier parecido que pudiéramos tener con ellos para hacernos un nombre en el mercado.

—Sí, pero los uniformes de nuestros mensajeros ahora son totalmente diferentes —comentó Kyungsoo, señalando un mono negro con el eslogan y el logotipo de la empresa—.

Y los envases de nuestras rosas olorosas son también de distinto color y están plagados de advertencias.

—Sí, pero seguimos aplastando sus cajas de bombones —puntualizó él.  —Suho, ñ ¡déjame disfrutar de la única satisfacción que me queda! —se quejó Kyungsoo—. Ya sabes que el juez consideró que como nosotros ofrecemos el servicio de aplastarlas y no las vendemos haciéndolas pasar por un producto nuestro, no es plagio en absoluto.

—Tuvimos suerte con el juez Liam,  creo que fue el único que desestimó una demanda de Eros.

—Sí, sobre todo porque es uno de nuestros mejores clientes: cada San Valentín le regala un expresivo peluche a su exmujer.

—Bien, veamos cómo nos quiere joder ahora la maravillosa cadena de tiendas Eros —dijo Suho, cogiendo la carta de la papelera y leyéndola en voz alta:

Estimado joven Do:
A las oficinas centrales de Eros
Company nos ha llegado el rumor
de que sus peluches de Cupido
guardan cierta similitud con los
que nosotros ofrecemos este año como regalo con motivo del quinto
aniversario de nuestras tiendas.
Por lo que le rogamos
encarecidamente que retire sus
provocativos muñecos de su lista
de productos o tendremos que
proceder, una vez más, a
demandar a su tienda.
Gracias por todo y un cordial
saludo de todos los integrantes de
Eros.

—Pero ¡qué narices...! —masculló Kyungsoo, enfadado, mientras corría a su ordenador para ver los nuevos.productos de la majestuosa tienda Eros.

—¡Son nuestros Cupidos! — exclamó Joe, sorprendido al ver que eran idénticos a los de ellos, pero sin la nota irónica que aportaba su tienda.

—¡Serán bastardos! ¡Seguro que han encontrado a nuestro proveedor y lo
han impresionado con sus billetes!

—Por lo menos no pueden sobornar a nuestra Agnes —señaló Suho, recordándole la fidelidad de sus empleados—.

¿Y ahora qué hacemos con nuestros ciento cincuenta Cupidos que tienen el trasero atravesado con una flecha? —preguntó, frustrado por los problemas que se iban acumulando.

—¡Venderlos! No pienso ceder ante esos prepotentes que se creen dioses. ¡Hasta que los jueces no digan lo contrario, esos peluches son míos!

—Kyungsoo, y si te vuelven a demandar, ¿qué harás? —le planteó Suho, inquieto por la cabezonería de su amigo.

—¡Regalarlos como obsequio el año que viene en la puerta de cada una de sus tiendas! Y alimentarme durante un año más o menos a base de pan y agua —ironizó él, mientras se derrumbaba sobre el mostrador de su tienda, donde.había una inmensa pila de facturas.

La guerra continúa, jajaja quién ganará.

Gracias por leer, esta historia es larga por eso son bastantes capítulos puntuados.

Nos leemos mañana.

💋

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora