Fanboy: Draco Malfoy convence a Harry Potter de casarse con el

Capitulo 1

Draco Malfoy, de ocho años, estaba enamorado. La realización lo golpeó una noche. Su madre le estaba contando de nuevo la historia de Harry Potter. Podía recitarlo de memoria en este punto. Por supuesto que no le importaba la parte aterradora del señor oscuro, quería saber cuál era el color favorito de Harry Potter.
“Draco querido, mamá no sabe el color favorito de Harry o su comida favorita. ¿Quizás podríamos comenzar una historia diferente? preguntó su madre, mientras se ajustaba más el chal alrededor de los hombros.
"¡Pero madre, necesito saber!"
"¿Y por qué necesitas saber tanto?" La voz de su Padre vino desde la puerta. Draco pensó en ello mientras miraba de un lado a otro entre su madre y su padre. ¿Por qué importaba? Ni siquiera conocía al otro chico en la vida real y ¿por qué ese pensamiento le dolía en el pecho? Pensando más duro que nunca en sus ocho años de vida, la respuesta lo golpeó como un rayo. ¡Él estaba enamorado! ¡Era tan sencillo! Volviéndose hacia sus padres, se paró en su cama y declaró: "¡Porque me voy a casar con Harry Potter!".

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Harry Potter, de ocho años, era un bicho raro. Bueno, eso es lo que dijo su tía de todos modos. Nunca hacía bien sus tareas y nadie lo quería. Su familia no lo quería, sus maestros no lo querían y no tenía amigos. Se había decidido a estar solo hace años. Estaba mejor solo. Estaba bien que su tía prefiriera besar a una rata que darle un abrazo. No le molestó en absoluto. Harry también era bastante bueno mintiéndose a sí mismo. ¿Por qué no le gustaba a nadie? Intentaba ser amable con todos y no podía evitar que sus anteojos siempre estuvieran rotos o que su ropa le quedara demasiado grande. Dirigiéndose a su tía mientras la ayudaba a preparar el desayuno, le preguntó: "Tía Petunia, ¿cómo puedo hacer amigos?"
"¿Amigos? Escucha chico, solo la gente normal hace amigos. Nadie quiere ser amigo de un bicho raro —había espetado su tía, con la cara a centímetros de la suya.
“Nunca le gustarás a nadie”

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Draco Malfoy de once años estaba saltando en su asiento. Los elfos domésticos se habían superado con el desayuno y él hizo una nota para agradecerles. Cada vez que agradecía a los elfos domésticos, el rostro de su padre se arrugaba como si mordiera un limón. Draco secretamente pensó que era divertido, así que se aseguraba de hacerlo a menudo.
“¡Draco, por favor deja de rebotar en la silla, se va a partir por la mitad!” Su madre reprendió pero su sonrisa delató su diversión.
"Cariño, no lo animes". Su padre suspiró mientras dejaba el periódico de la mañana.
"Cuando vayamos al callejón Diagon, debes comportarte lo mejor posible y-"
“¡Sí, sí, sí, padre, lo sé! No manches el nombre Malfoy, bla, bla, bla, ¿podemos irnos pronto? Cortó a su Padre. Su padre compartió una mirada con su madre y lo escuchó murmurar "Te culpo por esto" mientras todos se reunían alrededor del suelo. El sonido de la risa de su madre se desvaneció cuando las llamas lo arrebataron. Draco no se lo había dicho a sus padres, pero la razón de su emoción además de lo obvio era la posibilidad de conocer a su amada. Había estado esperando pacientemente su undécimo cumpleaños para finalmente poder conocer a Harry Potter. Sabía que aún tendría que esperar hasta Hogwarts para verlo, pero todas las noches deseaba que fuera antes.
"¿Draco?" Preguntó su padre mientras agitaba una mano frente a su rostro. Parpadeando lejos de sus pensamientos, respondió: "¿Sí, padre?"
"¿Estás listo para comenzar a comprar?"
Frunciendo el ceño a sus pies, murmuró "sí" y dejó que su madre lo guiara por el Callejón.
“Primero conseguiremos tus provisiones Draco y luego te ajustarás la túnica. Tu padre y yo tenemos que ir a Knockturn y comprar algunas cosas, así que tendrás que ir solo. ¿Crees que puedes hacer eso? Si no, mami se puede quedar contigo”
“Mamaaaa, ya no soy un niño. Por supuesto que puedo ir a buscar mis túnicas escolares por mi cuenta.” Sollozó, ofendido de que su madre lo pensara incapaz de hacer algo tan simple.
"Está bien, vamos a conseguir los suministros primero y luego puedes ir a mostrarnos lo adulto que eres", el sarcasmo en la voz de su madre lo hizo reír mientras su padre suspiraba nuevamente ante las payasadas de su familia.