Capítulo 5: "Beso"

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LIZBETH:

Esta semana había logrado mantenerme fuerte y no me derrumbé, ya que tenía a mis abuelos y mi tía Lis que nos apoyaban día a día para superar esto. Para mi sorpresa, mi mamá lo llevaba bastante bien, mis hermanos aún no entendían nada y yo creí que lo mejor era que se lo dijéramos después.

Pero como todo ser humano tengo mis defectos y esta tarde al salir de clase lo vi, intentó hablarme e ignorándolo corrí a casa a refugiarme en mi habitación. Tuve un ataque de ira, quería golpear cosas, desquitar todo, sólo... olvidar.

Recordé que mi compañera de clase, Johana, haría una fiesta esta noche y había sido invitada. Aunque sospecho que sólo me invitaba para que llevara a Jakov conmigo.

Necesitaba salir y decidí que no sería una mala idea si iba, al fin y al cabo no tenía nada qué hacer.

Llegué a la enorme casa, que parecía sacada de una de esas películas de gente rica y rápidamente me adentré en busca de la improvisada barra, muy pocas veces había bebido pero no encontré mejor forma de olvidar.

Pronto ya iba por mi cuarto trago y alrededor tenía a un grupo de chicas que ni conocía, las escuché parlotear sin parar hasta que lo que dijo una chica rubia de mechones azules en su cabello corto, llamó mi atención.

— ¿Ya vieron a ese chico con el que está Johana? ¡Está guapísimo!

— ¡Oh, es cierto! —exclamó la pelirroja a su lado—. Debe ser el próximo en la lista de Johana.

—Ella no descansará hasta que caiga rendido a sus pies, ténganlo por seguro —dijo la chica bajita a mi lado.

—Sí, es una perra con suerte si lo logra —habló de nuevo la rubia y todas rieron menos yo, que ahora veía de quién hablaban y casi se me cae mi bebida al ver a Jakov sonriéndole a la rubia teñida de Johana. Sin pensarlo siquiera, me dirigí hacia ellos y creo que el alcohol me hacía lenta porque cuando llegué, Johana ya no estaba. Aun así me acerqué a Jakov y le susurré al oído.

—No sabía que te gustaban las rubias —al principio se volteó con una sonrisa pero al verme con un vaso en la mano, frunció el ceño.

— ¿Estás ebria? —preguntó.

—Un poco —contesté riendo.

—Lizbeth —me miró como acusándome con la mirada, luego suspiró—. ¿Tus padres saben que estás aquí?

—Mi madre lo sabe y respecto al infiel de mi padre no tengo idea de donde esté y me importa una mierda lo que pase con su miserable vida.

Me miró sorprendido y confundido al mismo tiempo antes de preguntar.

— ¿De qué hablas Lizbeth?

Necesitaba desahogarme así que le conté todo y él me dijo que estaría conmigo, que no estaba sola. Juro que en ese momento la coraza de mi corazón flaqueó un poco por lo que sin decir más lo llevé a la barra y bebí hasta perder la cuenta de mis tragos.

Ahora estábamos bailando una canción lenta que me encantaba, supongo que sí estaba muy ebria porque me sentía mareada y diciendo cosas de las que posiblemente mañana me arrepintiera. Le dije que nunca había besado a un chico porque quería que quien me diera mi primer beso tenía que ser alguien a quien quisiera. ¡Cursi lo sé! Pero estaba ebria así que se me perdona.

¡Santa madre! Admití que lo quería, el alcohol me daba valor, se quedó quieto viéndome asombrado. Sabía que me diría que era el alcohol hablando por mí, pero no permitiría que dijera una sola palabra que me hiciera echarme para atrás, ¡era ahora o nunca!

Corazón de piedraTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang