Capítulo 33: "¿Segura? "

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JAKOV:

— ¡Vamos, Jakov, apúrate! ¡Pareces la mujer aquí! —reí al escuchar los gritos de mi chica desde la sala de mi departamento.

Me mudé a unos meses de entrar a la universidad, quería empezar a ser independiente. Al principio tuve ayuda de mis padres pero tan pronto como encontré un trabajo estable, pude valerme por mí mismo. Hace un mes terminé la carrera en Arquitectura y Lizbeth la licenciatura en diseño gráfico.

La creatividad siempre fue lo suyo.

—Ya estoy aquí —dije, entrando en la sala acomodando mi corbata. Ella se levantó del sofá con una sonrisa y yo procuré no babear al verla ahí con un vestido en color verde claro que le llegaba poco más arriba de las rodillas, su cabello iba recogido como pocas veces, lo que hacía resaltar las facciones de su rostro. De su cuello colgaba la cadena de corazón que le regalé en nuestra graduación de instituto y un hermoso sonrojo decoraba sus mejillas.

—Mataré a Daisy, lo juro —aseguró con el ceño fruncido. Luego hizo un puchero—. ¡Odio usar colores claros!

—La matarás cuando vuelva de su luna de miel, preciosa —sonreí, divertido. Al final, Andrew logró convencer a Daisy de irse a vivir con él, al cabo de un tiempo anunciaron su compromiso y como Jerilyn también estaba en planes de boda decidieron hacer una boda doble pero tuvieron que esperar a terminar la universidad.

—Tienes razón —sonrió y caminó hasta mí que aún seguía tratando de hacerle un nudo a mi corbata. Suspiré frustrado. ¡Jodida corbata! Escuché la risa de mi chica, quitó mis manos y empezó a atarla ella—. Eres tan torpe a veces.

Yo reí y la observé mientras ella tenía una mirada de concentración y acabó en menos de un minuto. Sonrió orgullosa de su trabajo y dejó un casto beso en mis labios, intenté profundizarlo pero ella se apartó, gruñí en desacuerdo.

— ¿Y ahora qué?

—Hay que irnos o llegaremos tarde. ¡Y soy la dama de honor! —tomó mi mano y caminó conmigo a rastras hacia el elevador. La seguí, refunfuñando, inconforme por no recibir un buen beso. 

(...)


Lizbeth prácticamente salió corriendo del coche al recibir un mensaje de Jerilyn diciendo que necesitaba ayuda. Bajé y caminé, buscando un rostro familiar entre tanta gente, a unos metros divisé a mi prima con William pero pasé de largo al verlos besándose, hice una mueca de asco y me giré a seguir buscando, segundos después sentí que unos pequeños brazos se enredaban en mi pierna.

— ¡Tío Jai! ¡tío Jai! —sonreí al ver al pequeño de ojos grises alzando sus brazos en mi dirección, lo cargué y lo elevé, haciéndolo reír.

— ¡Hola, pequeño!

— ¡Oh! Aquí está —Daniel apareció a mi lado, agitado, como si hubiera corrido una maratón. Suspiró con alivio al ver al niño—. De repente salió corriendo y lo perdí entre la gente.

—Menos mal que lo encontré, si no Alexandra te pide el divorcio —dije en broma, los dos reímos. Danielito alzó los brazos hacia Daniel, balbuceando cosas sin sentido, así que se lo pasé, Daniel, que al parecer sí le entendía, lo subió a sus hombros y el niño empezó a jalar su cabello y menear sus piernas como si de un caballo se tratara, a su padre parecía no importarle. Seguro ya estaba acostumbrado.

— ¿Piensas preguntárselo hoy? —preguntó Daniel serio. Me rasqué la nuca, nervioso y asentí.

—Sí, pero tengo miedo de escuchar la respuesta —suspiré, pasando mis manos por la cara.

Corazón de piedraWhere stories live. Discover now