Capítulo 30: "No me dejes"

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JAKOV:

Intenté reanimarla, no podía dejar que algo más le pasara. Le practiqué la técnica que me enseñaron en el curso de primeros auxilios que mi madre me obligó a tomar hace un año, ahora se lo agradecía infinitamente.

Mis lágrimas caían en su rostro que estaba sin señal de vida. Los chicos llegaron corriendo a mi lado.

—Jakov —me llamó Edrick, lo ignoré—. Debes dejarla.

Lo miré con furia y antes de que dijera algo, Daniel ya estaba sobre él tomándolo de la camisa, rojo de la ira.

— ¡Cállate, imbécil! ¡Ella va a estar bien! Así que cierra la puta boca —le gritó en la cara. Junté mis manos e hice presión tres veces en el pecho de mi chica. Tomé su nariz y junté nuestras bocas tratando de que sacar el agua en sus pulmones. Ella no reaccionaba y yo ya me estaba desesperando.

—Vamos, preciosa —dije con un sollozo, haciendo presión de nuevo—. No me dejes, eres una chica fuerte, no te des por vencida.

Repetí el proceso de nuevo pero nada sucedía, mi visión era borrosa por las lágrimas. No podía darme por vencido, ella tenía que estar bien.

—La ambulancia está por llegar —avisó Daniel en un susurro entrecortado—. La policía se llevó a los idiotas, tu papá los llamó.

No le contesté y sólo seguí reanimandola. Apreté con más fuerza al no recibir resultado alguno.

— ¡No me dejes! —supliqué, llorando cada vez más fuerte—. No me dejes, preciosa... por favor.

Presioné su pecho, ahogando un sollozo y mi alma volvió a mí al escuchar que tosía sacando el agua por su boca, se reincorporó, soltando un jadeo de dolor y miró a todos lados aturdida con los ojos rojos. Su mirada se cruzó con la mía y comenzó a llorar. La abracé con fuerza, teniendo cuidado de no lastimarla y lloré, pero esta vez feliz porque estaba bien, estaría conmigo de nuevo y no me separaría de ella en mucho tiempo.

—Johana —murmuró con la voz ronca. Busqué a Daniel con la mirada para avisarle al recordar que Johana seguía en el lago. Me sorprendí al verlo a él y a Edrick que miraban en shock el cuerpo de la rubia en el suelo donde la habían sacado.

— ¿Daniel? —pregunté pero él seguía en shock. Edrick levantó la mirada con una mueca triste y negó.

—Ella no lo logró —susurró, atónito. Lizbeth lloró más al escucharlo.

—Es mi culpa —dijo entre sollozos. Mi corazón se aceleró, desesperado por sacarle de ese error. Tomé su rostro entre mis manos y la hice mirarme.

—Escucha, tú no tienes la culpa, ¿me entiendes? Si ella no hubiera hecho todo lo que hizo, nada de esto estaría pasando. Johana marcó su propio destino —le aclaré con firmeza, ella asintió y me abrazó de nuevo. Respiré tranquilo y la levanté al escuchar la ambulancia, Daniel se acercó ahora que ya había salido de su aturdimiento y la abrazó. Aproveché para colocar de nuevo mi camisa y zapatos.

—No vuelvas a hacer eso, sacaste toda la mierda fuera de mí, no podría yo solo con mi esposa embarazada y mi amigo deprimido —dijo Daniel entre broma y serio. Lizbeth soltó una risita y yo sonreí por primera vez en días.

—Vamos —los apuré, ellos se separaron, Daniel caminó en dirección a Edrick que estaba sentado frente a Johana y mi chica tomó mi mano con un fuerte apretón.

—No me siento bien —admitió, recargando su cabeza en mi hombro.

—Te llevaré al hospital, vamos —tomé su mano para empezar a caminar pero me detuve al ver que hacía una mueca de dolor.

Corazón de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora