35.- Derechos

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Riley

―No puede quitármela, ¿no? ―pregunto a Harry, cuando me arrastra hasta el aparcamiento sin que yo consiga oponer resistencia.

―No. Tienes derechos. Pero quizá deberías darle unos días, Riley, has metido la pata hasta el fondo.

―¡Me asusté! ―me quejo, apoyándome en el capó de mi coche―. Pensé que lo que Clark decía era verdad y que todo lo que tenía con Juls era mentira. ¡Me cagué vivo!

―Lo sé. Clark... Cambió las muestras de semen él mismo, he intentado convencer a Juls de que lo denuncie, pero está en negación y...

―¿Qué? ―pregunto boquiabierto.

Harry ha intentado hablarme cuando he llegado, pero estaba tan desesperado por verlas, que no le he escuchado. Me explica entonces lo que ha pasado. Yo aprieto los puños. Voy a matar a Clark.

―Las chorradas que escribisteis antes de la boda no tienen mucha validez legal, Riley, no son contratos de verdad ―me dice, palmeándome el hombro―. Ningún juez se los tomaría en serio, salvo para una cosa.

―¿Qué cosa? ―pregunto con un suspiro.

―Para declarar vuestro matrimonio inválido. Si Julianna quiere denunciarte y declarar que el matrimonio fue una farsa, el juez podría considerar que la forma en la que empezó, lo hace inválido de verdad. Supongo que depende del juez, alguno no lo aceptaría por la niña, pero pudiendo presentar la excusa de que fue a través de una clínica... No sé, creo que deberías darle tiempo, recapacitará.

Me cuesta respirar. No puede hablar en serio. No puede decirme así, sin más, como si no importase, que puedo perder a Juls y a mi hija.

―Y si lo hace, ¿qué pasará con la niña?

―Tú podrás presentar una contrademanda de paternidad, si es tuya de verdad, aunque el matrimonio no fuera válido, no podrá quitártela, tranquilo. ―Harry se rasca la barbilla, la barba incipiente oscurece su mentón―. En realidad, si quiere declarar que el matrimonio es falso, lo va a tener difícil gracias a Clark. Si la clínica aún tiene embriones congelados y demuestras que no son tuyos, pero Ellie sí lo es, entonces está claro que habéis tenido sexo y que el matrimonio era muy real.

―Me duele la cabeza, no he dormido una mierda ―le digo, frotándome las sienes.

No quiero denunciar a Juls y no quiero que rompa nuestro matrimonio. Mi amigo me da un par de golpecitos en el brazo y se sienta a mi lado.

―Voy a dejar de beber ―me dice.

―Ya, claro.

―Lo digo en serio. Anoche cuando te fuiste y ella se puso de parto... Me necesitaba, pero estaba borracho y esta mañana no era capaz de dejar de beber para aguantar la presión. Y por culpa de que estaba medio pedo, Clark se me ha colado en la sala de partos. No sé. ¿Vas a pegarme si digo que quiero cuidar de tu mujer y tu hija también?

―Gracias.

Es todo lo que consigo decir.

*

Mi padre no me habla desde mi huida de la sala de juntas, pero al menos tampoco me han despedido, lo que supongo que es bueno. Sigo en mi puesto habitual y ya no me parece tan malo. Me permite tener un muy buen nivel de vida y, a la vez, tiempo para estar con la gente que quiero. O me lo permitía, cuando Juls aún estaba conmigo.

Le dieron el alta hace unos cinco días. No ha querido hablar conmigo desde entonces, aunque Harry consiguió que me dejase a la niña un par de horas el domingo. Tampoco ha querido quedarse en la casa, por lo que mi amigo me ha contado, está en casa de su madre. Yo me paso las horas muertas mirando el techo de mi piso, repasando todo lo que he hecho mal en la vida para acabar solo cuando lo tenía todo.

Si en diez años...Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα