7.- El banquete

6.6K 594 55
                                    

Riley

Harry casi me ha arrastrado fuera para que nos fumemos un puro. Yo estoy aprovechándome un poco de que va borracho perdido para fingir que fumo, pero ni siquiera he encendido el puro. Va con la corbata en la cabeza, tiene una especie de fetiche raro con eso, a veces me da miedo.

―¿Qué tal con tu mujercita? ―me dice, con una sonrisa sugerente que deja ir hilos de humo.

―Pues llevamos casados dos horas... ―bromeo, guardándome el puro en el bolsillo, porque se me está congelando la mano.

―Es mona, ¿no? No en plan supermodelo, pero no está mal.

―Está bien. ―Me encojo de hombros y compruebo que nadie nos oye―. Mejor que no sea una supermodelo, no quiero que sea más difícil.

―Mira que eres soso. Si fuese tú, le daría como un cajón que no cierra. En fin.

Agito la cabeza. No creo que Julianna sea una belleza de verdad, pero tampoco es fea. Tiene una... cara común. Con los rasgos marcados, la piel bronceada y los ojos y el pelo muy oscuros. Es guapa, pero nada excepcional. No me extraña que apenas me acuerde de ella de aquella fiesta, no más allá de que me bañó con su copa. Eso sí, creo que en esa época estaba mucho más delgada. El cambio no me disgusta, tiene las curvas marcadas de una forma bonita, con redondeces...

¿Qué más da? Nuestro contacto se ha limitado al mínimo. Nos hemos presentado a nuestras respectivas familias, su madre me ha abrazado durante quince minutos, o eso me ha parecido. Mis padres apenas la han mirado, tal y como esperaba. Y luego hemos inaugurado el baile. La he dejado con sus primas cuando Harry me ha arrastrado fuera tras un par de canciones. Odio bailar, pero a ella no parece dársele nada mal.

―Es complicado, Harry, sin añadir tensión sexual.

―No, tío, lo que yo digo, quita la tensión sexual. ¿Crees que vas a poder vivir con una tía y que no haya tensión sexual? Te van a reventar las pelotas.

Resoplo. Yo no quiero nada de eso y ella tampoco. Así que me parece que lo único que complicaría nuestra relación sería tener sexo. No tenerlo solo puede hacer que todo sea más sencillo. Y ya está.

Lo de meterla en mi casa no me hace mucha gracia, pero menos me apetece mudarme personalmente. Supongo que es mejor quedarnos en territorio conocido. Y mi piso es suficientemente grande para que vivamos juntos sin vernos, apenas. Ni siquiera tendremos que compartir baño.

―Valoro mucho tu interés en mis pelotas, Harry, pero ahora mismo se me están congelando, así que solo puedo pensar en eso. ¿Volvemos a mi falsa boda?

Da un par de caladas rápidas al puro, pero oímos voces antes de que pueda apagarlo en la pared del carísimo restaurante donde hemos organizado el banquete, justo al lado de un hotel inmenso, y aún más caro, donde he pensado que pasemos la noche para que no sea tan raro todo como ir a mi piso con ella en plena noche. Mi intención no es escuchar a escondidas, obviamente, pero cuando oigo la voz irritada de mi recién convertida en esposa, tiro de Harry para refugiarnos en las sombras de la parte trasera del restaurante, doblando la esquina.

―¡¿Qué quieres ahora, Clark?! ―le pregunta ella y juraría que ha pataleado un poco, no me atrevo a asomarme.

―Última oportunidad de huir ―le dice el tipo. No tengo ni idea de quién es, pero me parece que tiene voz de capullo―. Juls, por favor, es una locura. Tienes que darte cuenta. ¡No puedes irte con un desconocido! Se lo diré a tu madre...

Durante unos segundos solo hay silencio y un sudor frío me recorre la columna y unas inmensas ganas de golpearle me llenan los puños y vuelven mi visión roja. No tengo ni idea de quién es, pero suena como un novio celoso o un exnovio posesivo. Si delata a Juls... No tendré otra oportunidad tan buena, y mi padre se enterará también y todo se irá a la mierda. No habrá forma de colársela de nuevo.

Si en diez años...Where stories live. Discover now