Si en diez años...

32.- Contracciones

Juls

Harry me sujeta, lo que es una suerte, porque creo que me caería si no lo hiciera. Tras ayudarme a sentarme en un sofá, echa a todo el mundo de la casa. Mi madre se queda atrás y trata de preguntarme algo. Una ambulancia llega y se llevan a Clark. Quiero ir con él, estoy furiosa y asustada, pero quiero saber si está bien. Sin embargo, no consigo moverme. Necesito ver a Riley.

Harry se arrodilla a mi lado y me dice algo. Ni siquiera le oigo, solo le veo mover los labios, como si se tratase de una mala película que ha perdido el audio. No entiendo qué está pasando a mi alrededor. Mi madre me coge la mano. La madre de Riley también está aquí. El resto deben haberse ido. Ni siquiera sé el tiempo que ha pasado.

―¡Julianna! ―El grito de Harry me hace alzar la mirada hacia él. Tiende un vaso de agua hacia mí y casi me obliga a beber.

―Llámale ―le pido.

―Su móvil está apagado ―me responde, acariciándome la mejilla un segundo―. ¿Puedes solo decirme que es mentira, Juls? ―me pide, arrodillándose delante de mí, entre mis piernas.

―¿El qué? ―pregunto confusa.

No sé de qué me habla. ¿De que Riley ha dado una paliza a Clark? Miro hacia atrás, el suelo está manchado de sangre, Addy pasa una fregona con la mirada un poco perdida. No hay nadie más, solo mi madre, la de Riley, Harry, Addy y yo. Todo parece muy real, así que no sé qué quiere Harry que diga, pero la ansiedad brilla en sus ojos. Huele a whisky y a champán. Me dan ganas de regañarle porque haya bebido, se suponía que no iba a hacerlo más.

―Clark le ha dicho a Riley que la niña es suya, entre varias cosas horribles más.

―¿Qué tontería es esa? ―Recupero un poco la presencia de ánimo de golpe, lo justo para enfurecerme―. ¿Cómo va a ser de Clark? Es de Riley.

―Pues diría que le ha creído ―dice Addy a mi espalda―. Tu amigo sonaba muy convincente contando vuestro plan cambiando el semen en la clínica.

―¿Qué...? ―Parece enfadada conmigo, supongo que es normal, porque Riley es su amigo y yo no. Harry al menos parece dispuesto a darme el beneficio de la duda. Cojo aire y lo suelto despacio―. Eso es una tontería, pero, aunque lo hubiera hecho, da igual, no me quedé embarazada en la clínica. Riley y yo... ―Me sonrojo y miro de reojo a su madre, esto sería menos violento sin ellas aquí, y si estuviera mi marido para hablarlo―. Me quedé sin dinero para la clínica y Riley y yo fuimos... bueno, al aniversario de Violet ―explico, señalando a la mujer―. Los detalles dan igual, solo que nos acostamos. Así que es de Riley.

Harry deja salir el aire de golpe y se sienta en el suelo, donde estaba arrodillado. Parece tan aliviado que no sé si abrazarle o pegarle. Agradezco que al menos me crea.

―¿Qué está pasando, Julianna? No me entero de nada ―me regaña mi madre―. ¿Qué clínica?

Supongo que Clark ha dicho lo suficiente como para que no tenga sentido ocultarlo más, además, no quiero seguir mintiendo, porque eso es lo que me ha llevado hasta aquí. El camino fácil, no tratar de esforzarme.

Pasé por un par de relaciones difíciles y me cerré al amor y quise coger un atajo. Y, ahora, me he chocado contra un muro por mi propia cobardía.

―Yo quería tener un bebé ―le explico a mi madre, acariciándome el vientre. Ellie está demasiado quieta para lo nerviosa que me siento yo, me duele la tripa y el pecho. Necesito ver a Riley―. Pero no quería volver a tener nada con un hombre después de mis dos últimas relaciones horribles. ―Añado lo último para Violet, que también me mira atenta―. Hace diez años Harry hizo una fiesta de mierda y Riley y yo nos conocimos y... Bueno, acabé tirándole una copa encima, así de bien. ―Se me escapa una pequeña sonrisa, aunque todo el drama hace que las lágrimas caigan por mis mejillas sin cesar―. Harry, para evitar que armásemos lío en su fiesta, nos hizo firmar una chorrada de papel diciendo que, si en diez años, ninguno de los dos tenía pareja, nos casaríamos. Y yo quería ser madre, pero sabía que tú no aprobarías que lo fuese sin un marido, mamá. Y me acordé de Riley.