17.- Cumpleaños

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¡Holisss! No llegamos al reto de los 100 votos por muy poquitos, así que os propongo un doble o nada, 200 votos... ¡Es broma! Si llegamos a 100 votos en este capítulo, subo el siguiente antes del miércoles. ¿Lo intentamos de nuevo? :D.

***

Riley

Juls baja las escaleras maldiciendo. Harry y yo nos reímos en completo silencio. No sé si es cosa de todas las mujeres embarazadas, o es la mía en particular, pero tiene muy mala leche. Así que yo finjo seguir tecleando y Harry... bueno, le conozco lo suficiente para saber que no quiero saber qué hace.

―Odio las escaleras ―dice Juls, antes de dejarse caer en mi sillón favorito.

―Y las ventanas ―le recuerdo.

―Y el aire acondicionado ―me apoya Harry con una risa.

―Y la cocina ―añado.

Despego la mirada del portátil para mirarla, abanicándose con la mano. He apagado el aire acondicionado porque se ha quejado al volver del trabajo del frío que hacía aquí dentro, pero después del sol dando todo el día en el enorme ventanal, el calor es asfixiante, incluso con las ventanas abiertas. Y le molestan las ventanas porque son demasiado grandes y, según ella, un peligro mortal para cualquier bebé un poquito intrépido. Me dedica un puchero y el corazón se me retuerce con una sacudida.

―¿Qué pasa? ―le pregunto.

―Bueno, ahora que no te estoy dando dinero para gastos, tengo algo ahorrado y he pensado que, antes de tener al bebé, podíamos cambiar las escaleras, yo lo pagaré...

Eso hace reír tanto a Harry que se cae sobre la espalda. Ha colado los pies debajo del sofá y estaba haciendo abdominales sobre mi suelo. Eso, por sí mismo, ya es raro de cojones, pero que esté con los pantalones de traje, la camisa blanca y la corbata anudada a la cabeza, ha acabado de rematarme cuando le he visto. Pero no he preguntado.

―¿Qué haces, Harry?

―Una palabra y le retiro los permisos del ascensor ―aseguro bromista, haciendo reír a Juls.

―No podríais vivir sin mí ―replica mi mejor amigo, sacudiéndose las manos y sentándose como una persona más normal, aunque en el suelo, como yo, por otro lado―. Y estoy poniéndome en forma.

―¿En el salón? ―pregunta Juls.

―Me aburro solo, ¿no puedo ponerme en forma mientras charlo con mi amigo?

―Sí, perdona. ―Julianna parece sinceramente apurada y yo me río un poco, porque llevábamos media hora aquí en silencio antes de que ella bajase―. ¿Te gusta una chica? ¿Por eso te estás poniendo en forma? ―curiosea un poco.

―Sí. Eres tú, Juls, me tienes loco. Esa forma de despotricar como un camionero ruso, el brillo del sudor por renegar del aire acondicionado, las ojeras por empeñarte en seguir trabajando como si no cargaras con un humano extra a todas partes...

―Ya, lo pillo. No preguntaré más ―le corta con brusquedad, haciéndome reír de nuevo.

―Venga, no te pongas así, solo quería ver si aún recordabas cómo se sonreía... ―le dice él, y mi mujer le dedica una sonrisa muy falsa―. En realidad, lo hago por vosotros. ―Harry nos hace un corazoncito con las manos.

―¿Tú le entiendes? ―me pregunta Juls, mientras mi mejor amigo se arrastra hasta ella por el suelo y sujeta sus pies descalzos.

Le miro con curiosidad, pero cuando hace que Julianna suelte un gemidito de placer mientras él le masajea los pies, una sensación muy molesta me recorre el pecho. Supongo que son celos. Estúpidos y absurdos. Harry no se comprometería con nadie, es casi incapaz de permanecer toda la noche con la misma. Pero me molesta que él pueda tener ese acercamiento con ella. No es que Juls haya puesto distancia de nuevo entre nosotros... Solo es complejo, eso es todo. Me gustaría ser yo el que la tocase, por mala idea que sea eso y por inocente que esté siendo el gesto de Harry, que ni siquiera pasa de sus tobillos.

Si en diez años...Where stories live. Discover now