14.- Una pequeña sorpresa

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¡Sorpresa! Hace un par de capítulos ofrecí subir uno extra si llegábamos a 75 votos y no lo conseguimos, curiosamente hoy he visto que el capítulo anterior sí había llegado y quería daros un capítulo como recompensa, aunque no lo dijera y no tocase. El título del capítulo ha sido casualidad, pero muy acertado. ¡Espero que os guste!

***

Juls

―No entiendo cómo puede gastar tanto. Me he pasado dos semanas helada, ¡y la factura no ha bajado! ―me quejo con Clark.

―Pues deja que pague él ―sugiere mi amigo, sirviendo un poco más de té en mi taza. Yo lo rodeo con las manos, porque estoy helada. Se me ha metido el frío en los huesos.

―No quiero. Suficiente es que...

El calor me sube de repente hasta las orejas. No me he atrevido a decirle a Clark que me acosté con mi marido. Ya ves, es una tontería, pero no me apetece contárselo y que me juzgue. Tampoco le he contado lo mal que estoy realmente de dinero. Ni que este mes no he podido seguir con la inseminación. El médico me llamó para decirme que, básicamente, era idiota por saltarme así todo después de meterme el chutazo hormonal, pero ¿qué voy a hacerle? Él no quería trabajar gratis y yo no quiero suplicar a Riley después de haberme lanzado a sus brazos como una idiota.

Lo peor es que fue genial. Me encantó. No he dejado de soñar con ello. Con él. A veces fantaseo con que se cuela en mi habitación por la noche para hacerme el amor.

¿Quién es la patética ahora? Obviamente yo.

―¿Qué es? ―pregunta confuso.

―Nada, olvídalo. Es una tontería.

―¿Por qué no te quedas aquí y pasas de pagarle nada, Juls? Sabes que puedes vivir conmigo.

―Sé que si viviera aquí tendría que pagarte alquiler también a ti, lo que me haría ser aún más pobre de lo que ya soy. Y es mucho. Pero llevas razón, no puedo esconderme eternamente. Y tú deberías plantearte alquilar la segunda habitación, antes de arruinarte.

―Lo haría, pero quiero que esté vacía cuando vuelvas. Tarde o temprano te cansarás de tu marido falso.

Agito la cabeza, aunque eso ha dolido un poco, por su falta de fe en mí. Me acabo el té de un trago, que arde y me quita un poco el frío de dentro y dejo la manta a un lado para ponerme de pie. Recojo mi abrigo de camino a la puerta y me despido allí de Clark, que me mira como un perrito apaleado.

―¿Te acerco a tu casa falsa? ―me pregunta.

―La casa es de verdad ―replico, aunque le doy un beso en la mejilla y me marcho.

Camino hasta mi casa falsa, pero no me molesta. Hace fresco y ha anochecido, las calles están bastante tranquilas, así que puedo pasear, con música en los cascos y las manos en los bolsillos. No tengo prisa por llegar. De todas formas, he dejado la cena preparada esta mañana, así que Riley puede apañárselas solito.

Aun no sé cómo mirarle a la cara tras lo sucedido en casa de sus padres. Si antes era raro, ahora es raro y vergonzoso. Me siento tan idiota... Y tan excitada, que es absurdo.

Llego, pese a que he ralentizado el paso los últimos metros. Subo en el ascensor enrollando los cascos y cuando entro al piso veo a Harry antes que a mi marido de mentira. Ambos están en el sofá, comiéndose una pizza que huele de lujo. Me he hinchado a galletitas saladas, pero me ruge el estómago de hambre cuando doy un paso dentro.

Me alegro de que Riley vuelva a traer a sus amigos. Es raro que estén por casa, cuando para mí son desconocidos, pero más raro es impedirle hacer su vida normal. De todas formas, Addy no está. Aún no sé cómo comportarme con ella. A veces es maja, como una amiga, y otras parece que me mira como si quisiera arrancarme la cabeza. No sé. He pensado un par de veces que tal vez esté enamorada de Riley y por eso tiene esa actitud conmigo, pero tampoco me parece que sea eso del todo.

Si en diez años...Where stories live. Discover now