Capítulo 7: Yo te Necesito...

Start from the beginning
                                    


- La verdad, es que siempre fuimos un número impar –reflexiona Beetee mientras desayunamos- si tomamos en cuenta que Katniss está embarazada, éramos veinticinco y no veinticuatro esta vez.


- Claro, hay que contar también al pequeño sinsajo –exclama Johanna apuntando a mi abdomen- él o ella también vino al Vasallaje.


-  Y antes de haber nacido siquiera –señala Finnick con voz triste y melancólica.


Peeta y yo nos damos una mirada llena de tristeza, ante la posibilidad de que si yo muero, el bebé también. Sé que Peeta actúa, y bastante bien, pero desconozco si nuestros aliados saben que todo fue un invento suyo. Lo que sí sé es que soy la única al tanto que quizás, sólo quizás, el embarazo sea real. Mentalmente ruego y suplico con todas mis fuerzas que no, que no sea de verdad. Y sin aviso previo, rompo en llanto. Toda la tensión acumulada se desborda en lágrimas.


Siento que ya no puedo mirar a mis compañeros a los ojos, me resulta complicado, sabiendo que los Vigilantes deben estar esperando con ansias que empuñemos las armas y nos matemos entre nosotros. Creo que nadie esperaba que el número de tributos descendiera tan rápido, no llevamos ni 72 horas en los juegos. Seguro deben estar planeando algo para que nos encontremos con Enobaria y Brutus; en el Capitolio les debe parecer aburrido vernos comiendo, bromeando, charlando o tomando siestas en lugar de ofrecerles las peleas sangrientas a las que están acostumbrados. ¿Cuánto tiempo más podrá durar esta alianza? ¿Qué tal si me equivoco con respecto a que los demás están protegiéndonos y es sólo coincidencia? Hay muchas cosas que no he logrado comprender estos días acerca de mis compañeros y si no las entiendo, pienso que es hora que Peeta y yo nos larguemos por nuestra cuenta. Luego del desayuno lo tomo de la mano, le digo que le voy a enseñar a nadar. Necesito hablar con él a solas. Johanna nos mira con suspicacia unos minutos, así que me concentro primero en enseñarle a bracear y patear; lo dejo practicar y yo me remojo un rato. Al hacerlo, descubro que las costras se pelan si las froto con un puñado de arena, le muestro a Peeta cómo quitárselas y empiezo a hablarle sobre nuestra huida. "Creo que es hora que nos vayamos, ya sólo quedamos ocho", cuchicheo en voz baja, aunque no creo que nos escuchen, Johanna ahora duerme una siesta, Beetee estira su cable y Finnick vigila más atento a la jungla que a nosotros dos. Peeta asiente, veo que está considerando mi proposición. "Te sugiero algo, esperemos a que Brutus y Enobaria estén muertos. Me parece que Beetee planea montar una trampa eléctrica para ellos... entonces, nos iremos, te lo prometo". La verdad, no me convenzo mucho pero no es mala idea, si nos vamos ahora, tendremos dos grupos rivales... y quién sabe lo que en realidad trama Chaff, de quien no hemos tenido noticia alguna. Quién sabe si, en caso que logre eliminar a los del 2, vuelva a reunirse con nosotros en son de paz o a darnos un mazazo traicionero por la espalda. Pero le digo a mi esposo que está bien, que nos iremos sin objeciones una vez que los profesionales estén muertos. Nos damos un beso y nos abrazamos, enseguida llamamos a Finnick Odair para contarle cómo quedar atractivo de nuevo, los tres nos restregamos con arena y nos ayudamos con la espalda, hasta que salimos del agua con una piel nueva, suave y rosada, donde antes teníamos costras. Cuando estamos secos nos untamos con pomada porque parece muy delicada para el fuerte sol y, como dijo Beetee, sirve de camuflaje.


- Supongo que todos estamos de acuerdo que nuestro próximo movimiento será matar a Brutus y Enobaria. Dudo que nos ataquen en terreno abierto, ahora que los superamos –comenta Beetee con voz seria- Podríamos rastrearlos en la jungla, pero sería una tarea agotadora y peligrosa.

Sinsajo HeridoWhere stories live. Discover now