Capítulo 27 - El Dia De Las Disculpas.

52 5 2
                                    


William.

Después de haber estado tres días enteros en la cama, de no tocar ni siquiera la computadora para trabajar y de mucho dormir; me levante.

Tuve mi tiempo para sentirme mal, para llorar, pero esto no me podía ganar; llevaba ganado esto por años, no me ganaría ahora. En parte estaba feliz, pues por primera vez tuve a mis hermanos cuando me sentí mal, tuve a una mujer maravillosa que estuvo conmigo, que jamás se quejó y me ayudo en todo.

Durante estos días Shawn se hizo cargo de mi trabajo junto con Nate, mi esposa se hacía cargo de la casa que habíamos rentado aquí en parís, mientras Leonard cuidaba de Aitana y mis cuñados conocían un poco de Paris.

Me sentía cansado, pero ya no como los últimos días. Seguía en mi cama, mi vista estaba en la gran ventana que daba a la torre Eiffel, había planeado este viaje para que mi Alessia lo disfrutara y termino siendo todo lo contrario, estaba seguro de que se lo compensaría, aunque en sus ojos no había una pizca de reclamo, solo estaba enfocada en que me sintiera mejor.

Escuche la puerta abrirse y voltee hacia ella, Nate entro cerrando la puerta después de entrar. Se sentó en el lado vacío de la cama, donde normalmente esta mi esposa.

-¿Cómo estás? - me pregunto.

-Mejor. ¿tu como estas? - regrese la pregunta y el suspiro acostándose al lado mío.

-Yo estoy bien, ese hombre solo causo enojo en mí, pero lo estoy intentando controlar.

Asentí hacia él.

-¿lo has visto? - mi hermano había estado yendo con Leonard al hospital, tal vez se lo topo.

-No, solo ese día lo vi, según Leonard no ha vuelto a pisar el hospital. - volví a asentir, era mejor así. -William...

El susurro de Nathaniel me hizo voltear hacia él.

-Creo que nunca me disculpe contigo y...

-¿Disculparte? - le pregunte confundido. - ¿Por qué tendrías que disculparte? - el volteo a verme, tenía esa cara de perrito lastimado que siempre ponía de pequeño cuando estaba triste, me enderece en seguida para saber que estaba mal con él.

-Porque yo... - sus ojos se llenaron de lágrimas. - por dejarte solo. - eso ultimo lo dijo en un susurro que apenas pude escuchar.

-¿De qué hablas, Nate? - le pregunte preocupado.

-Se que te fuiste a Suiza, porque te sentías solo. Nadie en la casa estuvo para ti cuando más mal te sentías y te dejamos ir como sin nada, te dejamos solo.

Me comprimió el corazón escuchar a mi hermano hablar de eso, era cierto; me había ido porque la casa me enfermaba, todo parecía gris y no me gustaba, casi no hablaba con nadie y si hablaba eran pocas palabras. Me sentía gris y por consecuencia solo.

-Nate. - hice que me volteara a ver. - Si me fui por eso, pero no era porque me hubieran dejado solo, fue porque yo mismo me dejé solo. Eras casi un niño, era normal que no supieras que hacer para ayudarme, no te culpo para absolutamente nada. Estar en suiza me hizo bien.

-Pero...

-Nada, Nate. No tengo nada que disculparte, porque no me hiciste nada. - las lágrimas empezaron a caer sobre su rostro y lo abrace. - Perdóname tu a mi si algunas te hice sentir como si me hubieras dejado solo, no me dejaste solo, Nate. Yo necesitaba acostumbrarme a lo gris, estaba muy acostumbrado al blanco, pero ya estoy bien.

El me abrazo con más fuerza y lloro sobre mi hombro hasta que no quedo ninguna lagrima, hasta que se desahogó.

Nos quedamos un rato más hablando, hasta que decidí que era momento de pararme de esta cama, me bañe y arregle, me puse un traje completamente negro. Y salí de aquel cuarto encontrándome con mi esposa en la cocina.

-¡te levantas! - dijo alegre y asentí.

-Lo hice, no iba a estar ahí por siempre, aunque todavía me estoy acostumbrando a todo esto. - me senté junto enfrente de ella.

-¿Cómo te sientes? - ella tomo la silla que estaba a mi lado.

-Mejor, todavía no puedo decir que bien, pero mejor.

-¿Qué quieres hacer con eso? - pregunto con cautela, sabía que no quería empujarme a nada, solo quería que me sintiera bien.

-No hablar con él, cielo. - confesé. - no ahora al menos. No estoy listo, no puedo y no quiero. - ella asintió comprensiva. - Aitana sale del hospital mañana, Leonard se ira con ella a España y también con Romina, mañana mismo nosotros nos regresaremos a Londres. No quiero saber nada de Paris por el momento.

-Está bien. - me dijo con una sonrisa, una sonrisa preciosa que me llenaba de vida. La abrace como lo he hecho todos estos días, ella me tomo en sus brazos como siempre, con amor.

-Hoy es el día de las disculpas. - dije en medio del abrazo.

-¿De qué hablas? - pregunto confundida.

-De nada, solo quería pedirte disculpas por el viaje, no fue el que esperaba darte.

Negó con la cabeza restándole importancia.

-Ahora discúlpate conmigo, ingrato. - escuche la voz de Shawn atrás de mí y voltee. - he sido jefe, niñera, chef, hasta malabarista. - mi cuñada se empezó a reír por lo que dijo Shawn. - y todo eso sin perder el encanto; eso es tremendamente difícil.

-¿Malabarista? - pregunto mi esposa.

-Pregúntale a Satanás. - dijo shawn apuntando a Antonella y ella solo soltó una risa con más fuerza.

Mi esposa se acercó a su hermano y yo a mi amigo.

-Perdón. - dije en tono burlón.

-Encuérate y te perdono. - hice como si me fuerza a quitar el saco y soltó a reír. - Olvídalo; dame tu carro y te perdono.

-¿Qué carro quiere, mi princesa? - le hable intentando tragarme la risa.

-Tu McLaren. - no aguante la risa. Mi esposa llego abrazándome por detrás y yo abrace sus dos pequeños brazos que apenas si me podían rodear la cintura.

-No, ese ya es mío. - contesto por mi hacia Shawn. - Creí que yo era tu princesa. - esta vez fue hacia mi fingiendo enojo.

-¡Ay no! - expreso Shawn. - Aquí es por orden de llegada, chiquilla. Te puedes quedar con el título de princesa, pero los McLaren son míos.

Realmente ya ni siquiera me acordaba de que tenía dos; uno negro y el otro naranja. Yo uso más el negro y el naranja se lo suelo prestar a Leonard o a Shawn.

-Podemos compartir. - hablo mi esposa. - Son como 15 carros.

-Lo pensare, Querida socia, pero en realidad tu esposo tiene 17 carros; si juntas las camionetas de seguridad que también son de él.

-Eso es excesivo. - me reprendió mi esposa.

-La gente normal colecciona imanes, yo colecciono carros, pero todos son tuyos, mi cielo. - conteste y enseguida vi a Shawn fingir arcadas mientras se alejaba, ambos reímos.

-Y no eres mi princesa, tú eres mi reina. - le dije antes de besarla.

• • •
Hola, hola.
Me tarde un poquito, pero aquí esta.
Espero que les guste mucho, muchito.
Los amo.🫀
-E.

Instagram: Lilibeth.mayer

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 20, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La Luna Es Nuestra Piedra Preciosa (Oficial)Where stories live. Discover now