Capítulo 21 - Anémonas.

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William.

Desperté con mi hermosa esposa al lado mío completamente dormida, estaba abrazada a mí y yo a ella, acaricie su cabello mientras le daba pequeños besos por toda su cara para que despertara, por mucho que me gustara estar en cama con ella, necesitaba trabajar.

Sus ojos se abrieron y me sonrió, me causaba mucha calidez, de verdad estaba completamente enamorado de ella. No tenía por qué ocultarlo, la quería para toda la vida, por muy apresurado que suene, la quería para cumplir esos sueños que tenía el William romántico que desperté gracias a ella y por ella.

-Buenos días. - me dijo con voz adormilada.

-Buenos días, Cielo. Hay que levantarnos.

Se pego más a mí y escondió su cara en mi cuello, lo que me hizo reír. Mi niña necesitaba mucho amor y que la mimaran mucho.

-5 minutos más. - me dijo y sonreí.

-5 minutos más para ti, cielo. Pero yo tengo que levantarme.

Me levante dejando un beso en su frente, ella siguió en la cama y se volvió a dormir mientras que yo me cambiaba. Cuando termine, me acerque a ella para despertarla de la manera en la que ya la había levantado antes.

-Arriba, cielo. - se levantó y fue hacia al baño. - te espero en el comedor. - ella asintió y yo salí de nuestra habitación para ir a la cocina.

-¿De quién son las flores? - me pregunto Nate, en cuanto baje.

-Buenos días para ti también, hermano. - le dije con sarcasmo y el solo sonrió. - ¿Qué flores?

-Las Anémonas que trajeron ayer. Están en tu oficina.

Fruncí el ceño sin saber de qué habla, fui hacia mi oficina y efectivamente ahí estaba el ramo. Mi hermano me había seguido como buen chismoso que es.

-Creí que las habías comprado tu. En la carta solo venia el nombre de Lessi. - me dijo.

¿Quién podía estarle mandando flores a mi esposa?

Digo, no es como que no se las merezca, claro que se las merece. Pero no las necesita, yo le di un jardín entero porque ella odia ver como se marchitan. Un dato que Donato me había dado de ella el día que nos conocimos; ese es el porqué de que le mandara a hacer todo un jardín. Antes la parte del jardín de la casa no tenía flores, solo árboles y plantas. Cuando estuvimos en Suiza pedí que llenaran el jardín de flores. Solo para mi esposa.

-¿Qué hacen? - Lessi entro a mi oficina observando las flores.

-Yo viendo como tu esposo taladra con la mirada unas flores y tu esposo taladrando con la mirada unas flores. ¿Quién las mando, Lessi? - pregunto mi hermano. Mi niña frunció el ceño mirando las flores.

-No lo sé, ayer las mandaron, pero llegaron antes ustedes y ya no las pude ver. No les tome importancia.

-¿Un admirador secreto? - dijo mi hermano de manera burlona. Lo mire mal e hice como si le fuera a aventar las flores a la cabeza y el levanto las manos, rindiéndose.

-Uy, amanecimos delicados.

Lo mire peor.

-Ya me callo.

-¿Qué hace eso así? - todos volteamos a ver a Donato que estaba en la puerta viendo con odio y pánico a las flores.

-¿sabes quién las mando, Do? - le pregunto mi esposa.

-¿te las mandaron a ti? - su cara de terror hizo que de celoso pasara a preocupado en segundos.

-Si. ¿Por qué? - pregunte.

La Luna Es Nuestra Piedra Preciosa (Oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora