Capítulo 13 - Miedos.

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Hay personas tontas.

Yo soy una de ella.

Lo supe en el momento en el que después de tener el beso que quería salí corriendo.

Había estado evitando a William, lo cual no era muy maduro de mi parte, pero lo estaba haciendo. Gracias a eso estuvo inventando excusas para no ir con él a la oficina, para hablar con él y me encargaba de ya estar dormida cuando el llegara al trabajo.

¿Por qué? No lo sabía. Tal vez era miedo, tal vez sentía que todo esto era tan nuevo para mí que no sabía cómo actuar y eso da tanto miedo. Miedo a no ser lo que se espera.

Miedo a ser como mamá.

Yo amaba a mi mamá, pero sabía que ella no había sido la mejor, ni de mama, ni de esposa. Ella quería siempre lo mejor para sí misma, no le importaba a quien dañara. Me enseño cosas buenas, pero no todas lo eran. Cuando se dio cuenta de que no sería como ella, dijo que siempre seria débil y tal vez me la creí.

No estaba preparada para dejar salir ese miedo.

Al ser el tercer día ignorando a mi esposo, decidí desayunar en el jardín, en donde la señora Livia estaba. Me vio y me sonrió.

-Lessi ¿Cómo estás? - me saludo.

-Bien ¿y usted? - le dije sentándome.

-Yo genial. Cuéntame.

-¿Qué cosa?

-Lo que te hizo mi hijo. Lo regañare. - me lo dijo con una sonrisa cómplice. Le sonreí.

-No me hizo nada. - le dije en voz baja, casi apenada.

-¿en serio?

-Si, soy yo el problema.

-Dudo que seas un problema.

-Creo que le tengo miedo al amor. - le dije en un susurro.

Necesitaba hablar con alguien. Siendo sincera Livia Beckham no parece la clase de persona que me juzgaría.

-¿Por qué? - me pregunto dándome toda su atención.

-porque el amor lastima.

De nuevo mama volvió a mi cabeza. Amarla muchas veces me hizo cuestionar quien era y quien quería ser.

-El amor no lastima, querida. A veces el amor se mezcla con otras emociones y se distorsiona, ahí es cuando lastima. Por eso primero siempre te tienes que amar a ti misma, de esa manera no importa que, no dejaras que te lastimen.

-No puedo evitarlo. - dijo al borde de las lágrimas.

-No debes de tenerle miedo al amor, querida. Si vivimos esperando que el miedo nos deje vivir, no viviremos nunca y si tenemos miedo a la oscuridad, jamás veremos las estrellas.

Sus palabras llegaron a mi cabeza, causando un cortocircuito.

Valiente el que vive con el miedo y aun así hace las cosas, no quien no tiene miedo

Las palabras de mi papa llegaron a mí.

Tenía que vivir, el miedo no importaba.

-¿Qué hacen, mujeres de mi vida? - dijo Nate llegando hasta nosotras.

-¿tú no estabas trabajando? - le dijo su mamá.

-Regrese por unos papeles, querida madre. - le dijo.

-Nate ¿vas a la oficina? - le pregunte.

-Ciertamente, bella dama.

-¿Por qué mi bebe esta tan de buen humor? - dijo la señora Livia.

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