Parte 62

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Me encargue de limpiar las mesas faltantes y después dejé las cosas sobre el mostrador, Acacia estaba sentada en el taburete mientras estiraba los músculos de su cuello, los trabajadores del área de cocina y mesas ya se estaban yendo, claro, esto después de recibir el cheque semanal. Mi madre se encontraba en su oficina dándoles el pago a los trabajadores, me senté en una de las mesas y suspiré con cansancio.
Aitana: siento que mis pies van a explotar en cualquier momento.- Acacia asintió dejándose caer al otro extremo de la mesa, sus manos descansaron sobre esta y movía sus pies en círculos tratando de darles un masaje.- mañana llegarán los nuevos uniformes, me encargaré de entregarlos según las medidas.
Acacia: dios, eso sí es un fastidio.- burló.- me compadezco de ti, afortunadamente mañana es mi día de descanso y no tengo que organizar al personal.- suspiró y cerró sus ojos descansando sus párpados. La campana sobre la puerta sonó y me giré para ver de quién se trataba, tenía la esperanza de que fuera mi padre, pero no fue así, una mujer de cabello negro entró con inseguridad mirando a su alrededor, vestía elegante y llevaba un bolso colgando en su antebrazo.
Aitana: buenas noches, ya hemos cerrado.- me puse de pie para recibirla, ella era casi de mi estatura y olía exageradamente a perfume, tanto que era molesto para mi nariz.- si gusta puede venir mañana, abrimos a las 8:00am.
Xx: buenas noches...- me miró detenidamente y sonrió.- ¿tú eres Aitana?- miré a Acacia quien nos miraba con curiosidad e incluso se había enderezado un poco, miré nuevamente a la mujer que se encontraba frente a mí y asentí.- estás hermosa, hija.- me envolvió en sus brazos cómo sí me conociera de hace tiempo, peor aún, cómo sí entre nosotras hubiese un lazo sentimental.
Aitana: creo que se equivocó de persona...- la aleje de mí colocando mis manos sobre sus brazos, sus ojos húmedos y la forma en la que sonreía me decían que esto no se trataba de una equivocación.
Xx: no, soy Alba...tu madre.- y entonces me lo confirmó, todo a mi alrededor giraba y aquellas palabras entraban y salían por mis oídos con frecuencia haciendo latir mi corazón con fuerza.- me gustaría hablar contigo, ¿puedo?
Aitana: no.- mi brusquedad al responder me sorprendió a mi misma, me sentía impresionada y fuera de mi propio cuerpo. Tomé mi suéter de la mesa y pase por su lado con rapidez y salí del restaurante de mi madre, el frío golpeaba bruscamente mis mejillas dándome escalofríos corporales, sé que mi casa estaba un poco lejos pero quizás me encontraría un taxi en las próximas paradas, la voz de aquella mujer resonaba en mi cabeza con necedad, tenía ganas de vomitar y de llorar al mismo tiempo, ni siquiera quería llorar, era un sentimiento extraño que ni yo lograba descifrar. Mi celular comenzó a sonar en el bolsillo de mi pantalón, lo saqué y presione el círculo verde para responder, era Oliver.
Oliver: recibí una llamada de Acacia, ¿dónde estás?- detrás de su voz podía escuchar el sonido retumbante de la música.
Aitana: estoy bien, voy de camino a casa.- poco a poco el ruido de la música desapareció y ahora se podía escuchar el choque del viento en la bocina.
Oliver: iré por ti, dime dónde estás.- tomé un poco de aire antes de responder, quería mostrarle que todo estaba bien y que no tenía nada de que preocuparse.- Aitana.
Aitana: estoy bien, te he dicho que estoy de camino a casa, no te preocupes.- reí tratando de disfrazar lo que realmente estaba sintiendo.- me sentía un poco mareada en el restaurante y no pude esperar a mi padre, pero ya pediré un taxi.
Oliver: no lo pidas, ve a un lugar seguro e iluminado y mándame la ubicación, pasaré por ti.- no me dejó responder y colgó. Acacia no tendría porque haberle llamado, espero que no le haya dicho nada de lo que sucedió. Me dirigí a una mini tienda de abarrotes que se encontraba en una esquina y después entre a la conversación con Oliver para mandarle mi ubicación, este enseguida leyó y se desconectó. Me senté en la banca y me coloque el suéter que llevaba colgando en mi antebrazo, el frío en la noche se sentía más.

Pasaron cerca de 20 minutos y el auto de Oliver ya estaba estacionado frente a la tienda, se bajó enseguida luciendo su gabardina negra y rodeó su auto para llegar a mí.
Oliver: ¿cómo te sientes? ¿quieres que vayamos a un hospital?- negué enseguida, extendí mis brazos y lo envolví con ellos escondiéndome en su cuello.- vamos, te llevaré a casa.
Aitana: ¿puedo quedarme contigo hoy?- me sonrió con ilusión pero después negó.- ¿por qué no?
Oliver: tienes que ir a casa y no causar un problema con tus padres ¿de acuerdo?, se sentirán más tranquilos si ven que te lleve a casa.- tragué saliva con nerviosismo, ¿y sí mi padre me descubre y se da cuenta de que tengo una relación con Oliver?
Aitana: no.- me miró confundido.- vamos a tu casa, ¿sí?, no nos hemos visto en dos días y siento que te extraño...- intentaba sonar convincente, él se puso de pie y me tomó de la mano para llevarme al auto, supongo que esa era una respuesta positiva. Me abroche el cinturón y el subió de lado del piloto para comenzar a conducir, encendió la calefacción y recostó mi asiento para que yo pudiera descansar un poco.

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