Parte 35 (Oliver)

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Los días estaban siendo un tanto complicados, mi mente me estaba traicionando de una y mil maneras, sabía que había sido demasiado duro con Aitana, Acacia no me daba gran información de ella a pesar de que, de alguna manera, intentaba preguntarle cosas relacionadas con Aitana.
Estaba estacionado frente a su trabajo, tenía la pulsera rodeando mis dedos, aún existía una oportunidad para poder mirarla, escucharla, para poder sentir por una milésima de segundo su piel, sabía que esto también era una tortura para ella porque ya no quería verme.
Me bajé del auto y abrí la puerta del restaurante en dónde ella trabajaba, no veía ninguna cara conocida, ni siquiera podía ver si Acacia se encontraba.
Priscila: hola, ¿te puedo ayudar con algo?- miré a mi costado, la dueña del negocio se quedó estática cuando se dió cuenta de que era yo, sus cejas se arrugaron volviéndose una.- acompáñame.- asentí sintiéndome nervioso, pasamos por detrás del mostrador y la seguí por el pasillo estrecho que llevaba a la oficina, abrió la puerta y me permitió entrar después. Ya todo estaba cambiado, las paredes estaban pintadas de un color más claro y alegre, el escritorio era de color blanco con una computadora negra y un sofá del mismo color, además de un par de sillas, había muchos cuadros con fotos de platillos y otras más de fotos familiares.
Priscila: primero que nada, soy Priscila, la madre de Aitana.- asentí extendiendo mi mano, ella la estrecho con frialdad.- seguramente no recuerdas pero nos conocimos en la inauguración del restaurante.
Oliver: lo recuerdo.- me senté frente a ella colocando mis manos sobre mis muslos.- pero no sabía que usted era la madre de Aitana.
Priscila: no de sangre, pero soy su madre.- ahora entendía el parecido nulo que había entre ellas.- ¿qué se te ofrece?
Oliver: quería hablar con su hija, además de que tengo algo que entregarle.- saque la pulsera de mi saco y la deje sobre un montón de papeles que estaban esparcidos en el escritorio.
Priscila: ¿ella te regresó la pulsera?- asentí.- entonces tienes que llevártela, si mi hija te la devolvió es porque seguramente no la quiere, veo innecesario que se la regreses.
Oliver: fue un regalo que yo le hice a Aitana, ya no me pertenece.- frotó el puente de su nariz para luego cruzarse de brazos.
Priscila: dudo mucho que mi hija quiera volver a verte.- ouch...- estoy al tanto de la situación, y sinceramente, yo tampoco quiero que tú estés en su vida o cerca de ella, acepto que Acacia esté ahí porque es su mejor amiga y le hace bien, pero no dejaré que mi hija esté en contacto con una persona que le hizo daño y que no tiene intenciones de repararlo con sinceridad.
Oliver: es entendible que las cosas se malentiendan, desde su punto de vista yo solo utilicé a Aitana para mí propio goce.- asintió.- es respetable que piense de esa manera, sin embargo, eso no es correcto, ambos estábamos ebrios y...- no me dejó terminar ya que habló ella.
Priscila: es lo único que te defiende, Oliver, ambos estaban bajo el dominio del alcohol.- suspiro.- pero al despertar tú ya estabas sobrio, tenías la oportunidad de hacer las cosas bien, pero prácticamente sacaste a mi hija de tu casa cómo algo desechable y eso es imperdonable, Aitana es una mujer que vale más que oro y la persona que la toque sexual, física o emocionalmente debe de sentirse afortunado, ella se emocionaba cuándo tú estabas cerca y su mirada cambiaba rotundamente, se reflejaba inocencia, sinceridad, después de haberle quitado la ropa y haber descubierto su alma, fuiste tan poco hombre, tan cobarde para simplemente decirle que eso era todo, no mereces estar en la vida de mi pequeña Aitana.
Oliver: lamento haberla lastimado, pero desde el principio no fue mi intención.- se burló con ironía.- lo digo sinceramente.
Priscila: no te creo hasta que demuestres lo contrario.- suspiró.- mientras tanto tienes que estar al pendiente por sí ella resulta estar embarazada, ahí no tendrás escapatoria y tendrás que dejar tu cobardía a un lado.- mierda, eso no lo había pensado.
Oliver: ¿se ha dado cuenta de la edad que tengo?- ella soltó los documentos y asintió con normalidad.- soy 10 años mayor que Aitana, eso es completamente deplorable, aunque sienta algo por ella no puedo enfrentarme a ello.
Priscila: cuándo estés dispuesto a enfrentar y luchar cómo un verdadero hombre, la buscas, mientras tanto mantente alejado de ella.- se levantó entregandome la pulsera.- solo recuerda que el tiempo es muy impredecible, quizás cuándo aclares tu mente ya sea demasiado tarde.- tomé la pulsera acariciando su inicial.- te llamaré en caso de que mi hija tenga algún síntoma de embarazo.- no respondí nada, solo pasé por su lado y salí de su oficina.
En estos días que han pasado jamás llegué a pensar que por culpa de mi descuido ella podría quedar embarazada, mi sueño siempre ha sido ser padre, por supuesto, pero siempre y cuándo tenga una pareja estable, mientras tanto no, todo lo que su madre me dijo me cayó cómo un balde con hielos en la espalda.

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