Parte 41

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Mis padres habían entrado a mi habitación al mismo tiempo, por más de que intenté fingir que estaba durmiendo para no recibir un regaño fue prácticamente imposible convencerlos de ello, mi madre se quedó sentada en la silla que se encontraba a mi costado y mi padre estaba de pie detrás de ella con sus manos posadas sobre los hombros de mi madre, giré lentamente la cabeza para encontrarme con la mirada de ambos, parecía que querían acuchillarme pero también abrazarme y curarme cada herida corporal.
Papá: ¿por qué te fuiste a ese estúpido campamento sin habernos dicho nada?- siempre tan directo.
Priscila: espera, amor, primero preguntaremos lo más importante.- acarició la férula de mi mano con ternura y me sonrió.- ¿cómo te sientes? ¿te duele mucho?
Aitana: me siento mejor, hace un rato me pusieron medicamento para el dolor y parece que hizo efecto.- suspiré con cansancio.- me duele un poco el cuerpo y la cabeza pero todo bien.
Priscila: mi pequeña.- acarició mi mejilla y después sus facciones cambiaron.- ahora dime, muchachita, ¿por qué te fuiste de campamento sin avisarnos?
Papá: hasta yo me asusté.- reí sintiendo dolor en mis costillas, mi madre miró a mi padre con poca paciencia y él levantó ambas manos en forma de defensa.
Aitana: yo no sabía que iríamos de campamento, de lo contrario, les hubiese dicho, creo que hay la suficiente confianza entre nosotros como para platicarles ese tipo de cosas.- los miré a ambos, no encontraba las palabras correctas para poder disculparme con ellos.- lamento tanto que esto haya sucedido, aceptaré el castigo que ustedes decidan ponerme, si quieren que esté encerrada en mi habitación por un mes, lo haré sin discutir.
Papá: eso lo vamos a discutir tu madre y yo, mientras tanto necesitamos que te recuperes ¿de acuerdo?- asentí, él dejó un beso en mi frente.- nos metiste un susto terrible.
Priscila: creo que ya no te dejaré salir con Dylan y Acacia, ellos te metieron en este lío por no hablar con la verdad.
Aitana: no, mamá, eso no es necesario, ellos no me pusieron una pistola en la cabeza para aceptar, sólo hicieron el plan, yo quizás tenía la oportunidad de decirles insistentemente que no pero decidí no hacerlo, ellos no tienen la culpa.- apretó sus labios y acarició mis dedos.- también prometo que voy a trabajar mucho en el restaurante para ayudarles a reponer el dinero que gastarán en este hospital.- ambos se miraron entre sí.
Papá: la cuenta del hospital ya está pagada, Aitana.- no entendía nada y al parecer mi rostro se hizo notar.
Priscila: ese chico, Oliver, pagó la cuenta cuándo ingresaste al hospital y asumió la responsabilidad por haber firmado sin tener ningún parentesco.
Papá: exactamente, no hemos tenido la oportunidad de agradecerle, nos encontramos con los padres de tu mejor amiga y dijeron que él había estado aquí por un rato, sin embargo, no hubo momento para encontrarnos.
Aitana: entonces tendré que trabajar el doble para poder pagarle lo que gastó.- mi padre negó enseguida y acaricio mi hombro.
Priscila: tu padre y yo nos encargaremos de enviarle un cheque con la cantidad gastada, no tienes que preocuparte por eso, ahora solo enfócate en mejorarte.- besó mi frente y cepillo mi cabello con sus dedos.- Dylan me dejó tu celular antes de irse a su casa, al parecer se había quedado toda la noche despierto en espera de alguna respuesta, así que te lo dejaré aquí para que te comuniques mientras estás aquí.
Papá: sí, cariño, la enfermera nos dijo que podíamos estar solo 30 minutos aquí ya que el horario de visita estaba por terminarse.- mi madre se puso de pie acomodándose la camisa y miró a mi padre.- nosotros nos iremos pero volveremos al anochecer ¿de acuerdo?
Aitana: de acuerdo, ¿puedes esconderte un paquete de galletas en el calcetín y meterlos a la habitación?- él se acercó sospechosamente a mí.
Papá: he pensado en ello, te traeré algo para que comas, sí no logró entrar es porque fui descubierto.- le sonreí y él hizo lo mismo, besó nuevamente mi frente y ambos salieron de la habitación después de lanzarme besos desde la puerta.
El medicamento que me estaban administrando me daba demasiado sueño, sentía los párpados pesados y el cuerpo desforzado, estuve un momento mirando a través de la ventana hasta que me quedé profundamente dormida.

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