Capítulo 4: Tic-Tac, Esto es un Reloj

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Al escuchar su nombre, Wiress se acerca a Johanna y vuelve a decir "tic-tac", lo que parece enfadarla más porque la empuja de nuevo, sin ninguna consideración. Puede que yo no sea la mejor persona de Panem, pero me chocan los modales de Johanna, no me parece correcto agredir a alguien indefenso, que no representa peligro alguno debido a su condición actual. Así que sujeto a la tambaleante tributo del 3 y le suelto un irritado "déjala tranquila" a Mason. Ella se acerca, lanzándome una fuerte bofetada que no vi venir y que me deja viendo estrellitas del dolor.


- ¿Qué la deje tranquila? ¿Quién crees que los rescató de esa apestosa jungla por ti? Mientras tú, ¿qué hacías? ¿conseguir que mataran a Mags y Seeder? –me escupe furiosa, frunciendo el ceño.


Peeta es quien me sujeta a mí ahora, desconcertado como yo, Chaff intenta parar a Beetee pero éste se resiste a levantarse. Finnick carga a Johanna tal como mi chico del pan se echa al hombro un saco de harina y la lleva al agua, sumergiéndola repetidas veces en tanto que ella me grita epítetos muy ofensivos. "¿Qué es eso de que los rescató por mí?", pregunto sobándome la cara. "Bueno, al principio tú los querías de aliados", me replica Peeta.


Le doy la mano a Wiress y la conduzco a nuestro campamento. Peeta y Chaff levantan a Beetee y lo ayudan a caminar, Finnick carga al hombro a una Johanna muy limpia pero que patalea todavía. Voy al agua con Wirees para lavarla, al final tengo que desnudarla porque hasta su ropa interior está pegoteada de sangre reseca. Mi marido hace lo mismo con Beetee. Finnick está perforando un árbol para darles agua a los nuevos aliados; Johanna bebe con ansias, directo del chorro de la espita, sin esperar las conchas que trae Chaff. Le pido una para Wiress y ella bebe, sorbo a sorbo, parece recomponerse un poco pero sigue con eso del "tic-tac". También hidratamos a Voltios, que tiene un corte de unos 15 centímetros en la espalda, desde  el omóplato a las costillas, según Mason, lo recibió en la cornucopia por conseguir un rollo de alambre que no quiere soltar. Lo tendemos boca abajo en la estera, Peeta y Finnick me quedan mirando, hasta que me doy cuenta que esperan que yo cure su herida. Por suerte ya no sangra mucho, aún está fresca pero no veo infección, de todos modos, voy por un poco de musgo, se lo aplico sobre el corte y le subo el cierre del traje. Hecho todo esto, nos dejamos caer en la arena a descansar, Johanna y yo hacemos guardia.  Sigue molesta conmigo, me recrimina que por mi culpa perdimos a Mags y Seeder. Definitivamente, no congeniamos... somos aliadas a la fuerza. Supongo que así debe sentirse tener una hermana mayor que te odia de verdad.


Al cabo de una media hora Finnick decide volver a mariscar para el almuerzo, yo propongo ir por ratas de árbol, ya que ahora somos más. Pero él y mi esposo, más Chaff, se niegan a dejarme ir... alegan que es peligroso por mi embarazo... que por cierto había olvidado fingir mientras peleaba con Mason. Finnick, que es más amigo de Johanna, le espeta que no debió golpearme estando yo embarazada, ella alega que le da lo mismo, parece que no se tragó el cuento del bebé. Sin embargo, entonces recién parece ver los moretones que nos provocamos Peeta y yo haciendo el amor las últimas noches en el Capitolio y sonríe con sorna, comentando: "Vaya, los tortolitos no pierden su tiempo... lindos chupones que se han hecho los dos". Todos ríen menos yo, que siento enrojecer mis mejillas.  "Son jóvenes y están enamorados", justifica Finnick con una sonrisita cómplice. "Y tienen demasiada energía para gastar... tanta que por las noches no nos dejabas dormir con tus gritos, chica en llamas", remata Chaff. "¿Qué? ¡Nos escucharon!", exclamo tapándome la cara con ambas manos, muerta de vergüenza. "Te lo dije, Katniss, que no gritaras tan fuerte", me dice Peeta, pero él no parece cohibido como yo, más bien sonríe y se une a la chacota general. Nuestros aliados ríen de buena gana, excepto los del 3 que duermen bajo la sombra. Suspiro, deseando y cruzando los dedos que no hayan cámaras espiándonos, pero me doy cuenta enseguida que es más que seguro que estemos en pantalla ahora mismo, por ser el grupo de aliados más numeroso y porque una canasta atada a un paracaídas viene flotando hacia nuestro refugio. Con su tridente como extensión del brazo, Odair alcanza la canasta hasta nosotros. Un surtido de frutas del Distrito 11 (cítricos, en especial) y 48 bollos de queso de la panadería de los Mellark es lo que nos mandan los patrocinadores. Odair los examina y los cuenta antes de dejarlas dentro del cesto otra vez. Saca algo más del fondo.

Sinsajo HeridoWhere stories live. Discover now