T-R-E-I-N-T-A Y C-I-N-C-O

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Ya han pasado dos semanas de escuela y decir que he estado distraída sería estar dándome un cumplido. Mi mente jamás se había sentido tan perdida y fuera de lugar, mi concentración jamás había sido tan nula y sacar una buena nota siempre se vio posible. Pero ahora... Ahora se supone que me encuentro escuchando a mi maestro de historia explicarme cosas que debo tener en cuenta para la tarea extra que me ha dejado por tener la mitad del examen en blanco.

—...viernes a las siete en punto en mi oficina.

—¿Qué? —reacciono después de haber estado perdida por Dios sabe cuánto—. Pero eso es en dos días.

—Y creo que con el simple hecho de que le estoy dando esta oportunidad es suficiente —contraataca en un tono serio—. Srta. Connor, este ni siquiera era un examen parcial, era un corto de lo que hemos visto las últimas dos semanas, en las cuales usted ha estado presente y debería haber respondido.

Muerdo el interior de mi mejilla mientras lo miro y puedo notar en sus ojos que eso ya me lo había dicho, pero que yo no había prestado atención. Asiento, tomando la malísima nota de mi examen y la hoja con las indicaciones para mi puntaje extra. Salgo del salón y empiezo a leer, es una investigación larga y tediosa que debe llevar línea de tiempo, un cuadro comparativo y un análisis gráfico. Gruño, leyendo cada cosa y volviéndome a perder en lo mío hasta el punto en que me olvido que voy por un pasillo lleno de otros estudiantes y choco con alguien, soltando mis cosas al piso.

—Lo siento —suelto con mi voz casi rota.

Miro al suelo mis cosas y parpadeo repetidamente para ahuyentar esas leves ganas de llorar que están empezando a invadirme. Me agacho, recogiendo lo mío cuando las manos de esa persona me toman de los hombros.

—Dylan, ¿qué te pasa?

Es Logan.

Alzo los ojos y ver la preocupación en los suyos me destruye completamente y termino cayendo de rodillas hundiendo mi cabeza en su pecho y empezando a llorar. Al inicio, siento la rigidez en su cuerpo al no saber que hacer, así que paso mis brazos bajo los suyos y termina sosteniéndome en un abrazo. Cubro mi rostro con ayuda de su sudadera y mi cabello suelto, que además es un desastre, como yo.

Me quedo sollozando por unos segundos cuando de repente siento a Logan moverse. Empieza a acercar mis cosas regadas en el piso y sin alejarme las toma con una mano, la otra la mantiene en mi espalda baja y me ayuda a ponerme de pie. Caminamos por los pasillos, yo dejándome guiar por él al mantener mi cabeza aún contra su pecho hasta que llegamos a la biblioteca y nos lleva al final de un pasillo entre dos estanterías. Pone mis cosas sobre una repisa y me pega contra la pared, al notar que choco con mi mochila, alza ambas manos y con delicadeza baja las correas hasta dejarla en el piso y colocar sus manos en mi cuello, haciéndome elevar la cabeza para verlo.

—¿Qué pasa? —pregunta en un tono suave.

Sus pulgares acarician mis mejillas y empiezo a llorar otra vez.

—Perdón, perdón —repito, tapando mi rostro con ambas manos.

—Shh. —Se acerca más a mí—. No tienes que pedir perdón por nada, ¿de acuerdo?

Asiento, pasando mis brazos por su cintura y dejando que su calor me tranquilice. Nos quedamos así por unos minutos hasta que se pasa mi ataque de lo que sea que me haya dado, tomo respiraciones profundas, intentado sacar de mi cabeza lo que acaba de pasar.

—¿Es el medicamento? —pregunta de repente Logan.

Me separo un poco, pasando mis manos por mi rostro para secar cualquier rastro de lágrima que pueda quedar.

Distintos, pero ¿iguales? [PI #2] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora