T-R-E-I-N-T-A Y D-O-S

2.2K 224 13
                                    

¿Esperaba una bienvenida de parte de Kayla? Claro que no, pero he de admitir que tampoco esperaba algo tan cruel como eso desde el primer segundo.

Aparto la mirada, tomando ese golpe bajo que me ha dejado sin respiración y me giro para ver hacia la puerta en busca de mamá o la doctora. Parpadeo un par de veces, pensando en que cuales sean los medicamentos que están probando ahora no están surgiendo efecto a menos que su personalidad sea así de mala por naturaleza.

—Supongo que nunca conociste qué es el tacto —comento, sarcástica por lo bajo, acomodándome en mi asiento.

Kayla mi mira analíticamente y yo hago lo mismo, sus ojos me escudriñan toda la cara, pero yo me concentro en sus ojos y puedo verla pasar por distintas en emociones en un corto período de tiempo. Angustia, miedo, paranoia, tristeza, enojo. Ni una siendo una emoción buena, todas destructoras.

—¿Cómo estás? —le pregunto.

Mis palabras parecen sacarla del trance y la toman por sorpresa, lo cual noto por el ligero movimiento en sus cejas, sin embargo, cambia su reacción y vuelve a poner la máscara de la Kayla que recuerdo.

—¿Te importa? —inquiere de mala gana.

—Si te lo pregunto es porque así es.

Achica sus ojos en mi dirección.

—¿Y a ti qué podría importarte?

Tomo un respiro, pidiendo por paciencia y luchando con una fuerza de voluntad que ruega por salir de la ventana.

—Quiero saber que estás bien.

Kayla suelta una pequeña risa burlona y se cruza de brazos, recostándose contra la silla.

—Vaya, vaya, la pequeña destruye sueños por fin se preocupa por otros que no sea ella misma.

Sus palabras salen cargadas de enojo y toxicidad, frunzo el ceño sin entender cuál es el punto de sus palabras.

—¿Te diste cuenta que el mundo no gira a tu alrededor y que los demás también existimos? —inquiere con falsa incredulidad.

—¿Cuál es tu problema? —digo con los dientes presionados, luchando por no romper a llorar.

Kayla niega con la cabeza, mira de un lado a otro y relaja sus facciones mas sus ojos siguen igual de fríos.

—¿Por qué? —decido preguntar.

—¿Por que qué?

—¿Por qué hiciste todo lo que hiciste desde que nos conocemos?

Da una fuerte respiración y pone ambas manos sobre la mesa, inclinándose en mi dirección.

—Porque gracias al apellido de tu familia has recibido todo siempre en bandeja de plata. No. En bandeja de oro —explica con detenimiento—. Tú y toda tu familia creen que son invencibles, inalcanzables, lo mejor que existe en el mundo. Necesitabas alguien que te bajara de esa nube.

Ahora soy yo la que niega con la cabeza.

—Seamos sinceras, Kayla, ese es un pensamiento que una niña de doce años apenas y llegaría a tener, no fue eso lo que te motivó cuando éramos pequeñas. Además, no conoces nada de mi familia.

La chica se recuesta sobre la silla y me muestra una sonrisa ladina, socarrona.

—Tienes razón, darling. A los doce yo solo quería alejarte de la única persona que se había fijado en mí y que me había hecho sentir parte de algo. Tus hermanos eran muy llamativos, así que supuse que serías igual y que en cuanto tuvieras la atención de Logan, él se olvidaría de mí.

Distintos, pero ¿iguales? [PI #2] ✔️Where stories live. Discover now