D-I-E-C-I-S-É-I-S

5.4K 581 282
                                    

Llego a casa agotada, moviendo mi cabeza de lado a lado con la esperanza de escuchar un crujido y pueda sentirme relajada, pero no pasa y en su lugar, me hace sentir incómoda junto con el dolor de mis músculos.

—¿Estás bien? —pregunta papá, bajando del lado del conductor.

Asiento, sonriéndole. —Claro. Solo es el cansancio del primer partido, tranquilo. No es nada grave.

Haber ganado con una sola anotación no está mal cuando el otro equipo estuvo difícil de vencer, me parece un juego que estuvo muy equilibrado.

—Es una lástima que tu partido haya sido temprano —comenta, tomando una de mis mochilas para llevarla—. Me hubiera gustado ver la jugada con la que anotaron ese gol. Escuché que fue increíble.

—Lo fue —admito, sonriendo orgullosa del gran gol que hizo Maia con una jugada que teníamos oculta, nadie se lo esperaba.

Entramos a casa, el olor de pasta llega a mi nariz y se me hace agua la boca al instante; después de un partido siempre tengo hambre. Le digo a papá que iré a darme una ducha y cambiarme ropa antes de cenar; una vez más me felicita y me entrega mi mochila para que suba a mi habitación. Sin embargo, me quedo escuchando un momento cómo saluda a mamá, una sonrisa se dibuja en mi rostro al escucharlos hablar tan felices, su relación siempre ha sido un ejemplo a seguir para mí, aún cuando no siempre sigo sus pasos. Ups.

Subo las escaleras y el cuerpo me duele, mas que nada el costado con el que me arrastré cuando me empujaron, así que ansío una buena ducha caliente para relajarme. No obstante, me asombra encontrar mi habitación con la luz encendida y la puerta del baño abierta; dejo mis cosas a los pies de la cama y sigo hasta quedar en el marco de la puerta, encontrándome a Jace hurgando entre mis cosas.

—¿Qué haces? —pregunto, asustándolo mientras revisaba detrás del espejo colgado, dejando caer el resguardo de mi retenedor de dientes.

—Yo... Eh... —empieza a dudar, dándome a entender que no me esperaba y con sus manos nerviosas poniendo mis cosas en su lugar.

—¿Tú qué?

—Yo... —traga grueso, desviando su mirada de un lado a otro hasta que da un fuerte suspiro y alza sus ojos, encontrado los míos—. Quería ver si aún tenías del medicamento que tomabas antes.

Parpadeo un par de veces, intentado procesar lo que acaba de decir. ¿Estaba buscando mi antiguo medicamento? ¿Por qué? Frunzo el ceño y lo veo atentamente, su semblante triste y preocupado que he estado viendo últimamente vuelve a aparecer y se me hace muy extraño.

—Era una niña, casi adolescente —respondo a la defensiva, cruzándome de brazos—. Mamá jamás las habría dejado a mi alcance. Además, mi tratamiento eran las psicoterapias, las pastillas solo era cuando empeoraba demasiado.

Con eso dicho, Jace parece que se da por vencido e intenta pasar por mi lado para salir de la habitación, no obstante, me preocupa que busque por medicamentos que yo tomaba para mi TEPT.

—¿Qué sucede, Jace? —lanzo mi pregunta, interponiéndome en su camino—. ¿Te encuentras bien? Sabes que siempre puedes contar con mamá para cualquier problema y aun cuando no estamos en buenos términos, sigo siendo tu hermana y estoy aquí para ti. Solo habla conmigo.

Los ojos claros de Jace me muestran una cantidad exorbitante de culpabilidad mientras su labio empieza a temblar y se acerca a mí hasta encerrarme en un abrazo. Tardo unos segundos en reaccionar, esto no es lo que esperaba, pero termino pasando mis brazos por su cintura y estrechándolo con fuerza contra mí, porque entre hermanos, un abrazo no siempre sucede en las mejores circunstancias.

Distintos, pero ¿iguales? [PI #2] ✔️Where stories live. Discover now