Q-U-I-N-C-E

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¡Que putos nervios!

Estoy que en algún momento salgo corriendo de lo ansiosa que me he puesto. No es solo nuestro primer partido, sino es mi primer partido como capitana, depende de mí la buena comunicación que nuestro equipo tenga dentro del campo. Y sé que si algo sale mal no sería mi culpa por completo, pero aceptémoslo, si algo sale mal y tienes la posibilidad de echarle la culpa a alguien más, lo haces. Y sentir culpabilidad es de mis mayores inseguridades y razón por la que incluso este mismo día le pedí a Cooper que le pasara la banda a alguien más.

—Ya calentaron, ya practicaron y ya tienen puesto el uniforme —me explica la entrenadora con su tabla entre las manos—. Connor, faltan menos de diez minutos para que empiece el partido, ya no hay manera de cambiar.

—Y, ¿para el próximo? —le pregunto, caminando a su lado y dándole una mirada de cachorrito.

Cooper exhala exageradamente y a la vez, harta de mí y mi insistencia sobre la capitanía. Ya le he dicho que la mejor para este puesto es Maia, aun así, las dos me insisten que debería ser yo. No obstante, la determinación es parte de mi hermoso ser y sé que Maia se lo merece más que yo.

—No lo sé —responde, exhausta—. Lo pensaré, pero por ahora te toca a ti.

Me regresa la banda que le había dado y me la pongo en mi brazo izquierdo. Cierro los ojos y respiro profundo, debo lidiar con esto solo una vez. Repito mis ejercicios de respiración una y otra vez hasta que siento la mano de alguien en mi hombro.

—¿Lista? —pregunta Maia. Su cara está llena de seguridad y determinación, la sonrisa que me da es de confianza e intento devolvérsela, pero es en vano.

—Eso creo —respondo en un suspiro.

Se arregla la banda en su cabeza y me pasa un brazo sobre los hombros, dirigiéndonos a ambas a la salida de los vestidores para ir a la cancha. La liga femenina es más reducida, por lo que los partidos se suelen hacer en las canchas de las escuelas participantes si es que estas tienen; solo para la final se dan la oportunidad de jugar en el estadio del pueblo, donde suelen jugar Logan y Jace.

Nos acercamos a la cancha y el bullicio de las personas ahonda en mis oídos, acostumbrada a ello no me causa nada. De hecho, me hace sentir menos sola a pesar de estar siendo observada. Caminamos hasta llegar al centro de la cancha, encontrándonos con el árbitro y algunas chicas del equipo contrario; nos saludamos con un apretón de manos.

—Último aviso, chicas —nos llama la entrenadora. En un tono confidente nos repite las jugadas que mejor nos funcionaron en los últimos entrenamientos, nos recuerda las fortalezas de cada una y nos desea éxito como equipo.

Entonces, nos posicionamos en nuestros lugares.

—No puede ser —comenta Maia entre una risa entrecortada mientras ve a mi espalda.

Con el ceño fruncido me giro sobre mis pies para ver que es lo que la tiene asombrada de esa manera. Lo que me encuentro me sorprende hasta a mí. Las tribunas de nuestra cancha son solo gradas, lo único que las separa de la zona verde es la pista de correr y justo ahí se encuentra el tipo al que llamo novio con una pancarta en sus brazos y el texto ‹‹FAN #1 DE LA 21. LA CAPITANA DE MI VIDA Y LA GOLEADORA DEL PARTIDO›› marcado en letras gruesas. Abro los ojos en sorpresa y empiezo a reír.

Logan empieza a gritar, alentándome desde su lugar. —¡Esa es mi novia! ¡Esa increíble chica de ahí me ha dejado ser su novio y la amo!

Tanto las chicas del otro equipo como el mío, con excepción de Kayla y su cara de amargada, sonríen en diversión de la escena.

—Estás loco, Harris —digo para mí misma desde mi lugar.

—¿Acaso no tiene pena? —pregunta Maia a mi lado.

Distintos, pero ¿iguales? [PI #2] ✔️Where stories live. Discover now