La relación sentimental solo era parte del proceso de madurez, no estaba segura en que convertirse en adulto era lo que yo quería, pero mientras más corría el tiempo, más me veía obligada a hacerlo, así que lo mejor era hacerlo bien y disfrutar el proceso.

Tres golpes en la puerta me hicieron girar la cabeza y mirar hacia ella.

—¿Pedimos algo de comer?— Ed estaba asomando su cabeza por la puerta.

Lo pensé por un momento y puse atención a la sensación de mi estomago. Sí, comenzaba a tener dolor en el estomago, sobre todo en la boca de este, o dónde yo suponía que estaba.

¿Cuándo fue la última vez que comí?

Tomé la mano de Edward, giré su muñeca y miré el reloj, vi que ya era casi la hora de la cena y habíamos almorzado a las doce del medio día.

—Sí, ya tengo hambre— asentí, regresando mi vista a Ed —Hamburguesa con papas y una soda suena bien— levanté mis dos pulgares en su dirección.

—¿Hacemos soda saborizada o hay alguna que quieras en especifico?— Ed pidió más detalles.

Me puse de pie, alejándome de Harry quién se quejó por un momento, pero en ningún momento me detuvo, dejó que caminara hacia Ed y saliera a la cocina con él.

Nuestro compañero de piso, el señor Luke Hills, hizo su entrada triunfal, llevando el blazer negro colgando de su brazo, mientras lleva la camisa blanca desabrochada y sin corbata. Era una imagen bastante atractiva, sin embargo, su rostro cansado dañaba la imagen.

—¿Todo bien?— le preguntó Ed, yo me detuve tras él y observé a Luke, esperando la respuesta de por qué su estado.

—No— bufó —Me voy a dar una ducha, así que hablamos más tarde— pasó su mano libre por su pelo, despeinándose más en el proceso.

Caminó hacia su habitación, pero Ed lo interrumpió antes de que lo perdiéramos de vista completamente.

—Vamos a pedir comida ¿quieres hamburguesa con papas?— la pregunta tuvo el efecto deseado, Luke se detuvo y nos miro.

—Sí, por favor, necesito comer o terminare desmayándome— asiente, aunque es más para sí mismo que para nosotros.

—¿Lo usual?— pregunte, no queriendo dilatar las cosas más.

—Sí, por favor— Luke retomó su camino de nuevo mientras se quejaba en voz alta —Odio a la gente que se divorcia— se fue farfullando y quitándose la camisa antes de cerrar la puerta de su cuarto tras de él.

—Eso suena como que hay un caso que no va bien— me dijo Ed en voz baja.

—Una pareja que se divorcia, siempre es complicado y más si hay niños, y ni hablar de cuando el dinero también juega un papel en ello— me estremecí —No quiero pasar por ello, que no me case, dice.

Ed se rio un poco y siguió su camino a la cocina, para tomar su teléfono celular. En automático yo me dirigí a la nevera y revisé las notas que teníamos pegados a un lado, todos con números de locales donde podemos hacer domicilios, y con una reseña de que tan rica estaba la comida.

Pedimos la comida y Edward sigue en mi cuarto, mientras Luke aun no salía de su cuarto.

—Eso de ser abogado es como difícil— comentó Ed —Los vuelve temperamentales, fatal— se burló un poco —No sé si prefiero los divorcios o las despedidas en aeropuertos.

Yo puse los ojos en blanco y sonreí al final.

Por un lado los entendía, no era fácil nivelar la vida privada y la laboral, y más cuando aun estaban estudiando, a punto de graduarse, pero no lo suficientemente rápido.

—Concuerdo, por algo no quisimos serlo— detuve mis pensamientos y los alejé de los dos hombres malhumorados que estaban en el mismo lugar —¿Qué tal tu novia?— cambie de tema para uno más feliz.

Mi compañero de piso sonrió y se encogió de hombros, podía ver cómo un color rojo aparecía en su nuca, se estaba poniendo nervioso. Después de salir y cortejarla por unos meses, creó una maratón de cinco citas en cinco días, cada día era algo diferente y que le gustaba a ella, había recolectado toda la información que podía sobre lo que a ella le gustaba, puso atención a cada palabra que salía de sus labios y creo cinco citas perfectas que movieron el corazón de la ruda y seria Tina.

—Muy bien, gracias por preguntar— la sonrisa boba no dejaba sus labios —Estamos planeando un viaje corto la semana que viene— hizo una mueca con su boca —Pero en el bar le dijeron que la necesitan porque es un fin de semana con mucha gente, entonces tuvimos que posponerlo— se encogió de hombros —Lo entiendo, solo es algo molesto porque ambos queríamos este tiempo juntos.

—¿Y lo reprogramaron?— pregunté.

—Sí, lo hicimos antes de cualquier cosa pudiera pasar y ya lo informó en su trabajo— la sonrisa volvió a su rostro —Y ya tiene el permiso aprobado, todo va a estar bien.

Miré a Ed por un rato, era sorprendente cómo lograba aplicar los consejos que daba a su relación, porque usualmente las personas que son buenos para dar consejos, son malos aplicándolos, mi amigo pelirrojo parecía un ser de otro planeta y ser coherente.

—Cuando sea grande quiero ser como tú— le dije a Ed.

—Ya eres grande, así que puedes empezar a ser como yo— él se ríe y yo con él.

Crecer no era lo que esperaba, no tengo todo lo que realmente pensaba que iba a tener en este momento, aun así, no me quejaba, tengo salud, sueños, energía, esperanza, tengo cosas que a veces parecía escaparse entre mis dedos.

—Lo tomaré en cuenta ¿crees que debo pintarme el pelo de rojo para lograrlo?— la respuesta que recibí fue que mi pelo fuera revolcado y puesto en varias direcciones.

—El rojo no les queda a todos, no seas ilusa— me dijo.

Antes de que pudiera contestarle algo, sonó el citófono, la comida había llegado.

Ed fue a recibir el domicilio y a pagarlo, por supuesto nos iba a cobrar después, pero por el momento se haría cargo.

Caminé  hacia mi habitación en busca de mi novio, quién decidió no salir de mi cuarto.

Al entrar al cuarto lo que me recibió fue la imagen de un muy dormido Edward, su boca estaba un poco abierta, él estaba abrazando el libro que yo estaba leyendo en la mañana y mi almohada. Lo observaba mientras ladeaba la cabeza, era asombroso como aun podía quedarme embálasela viéndolo solo existir, como si un extraño hechizo hubiera caído sobre mí y solo me enamorara más cada vez que lo veía.

Lo iba a extrañar las dos semanas que estuviera con mi familia, pero también extrañaba mucho a mi mamá y a mi tonto hermano, además de que Ian también podría entretenerme por un par de días, ellos eran parte de mí y yo estaba ansiosa por abrazarlos.

De repente pensé que a pesar de lo positivo y negativo que nos pudiera pasar en nuestro día a día, la vida cotidiana no sonaba tan mal, mi familia me esperaba, mis amigos estaban a mi lado, mi estudio universitario avanzaba sin pausa, estaba encaminada a cumplir mis metas y mi relación sentimental vivía sus momentos más intensos y felices.

Sí, definitivamente la vida cotidiana no está tan mal.

—¡Cassie, la comida está aquí!— gritaron desde la sala.

—Y es menos mala cuando hay comida en ella— sonreí.


Oficialmente se ha terminado la historia principal ¡Sí! Solo falta los extras y el epilogo. 

En minutos publicaré un extra, quédense atentos.

Instagram: deeplittlething


RoommatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora