Capítulo 39 Recuerdos

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Eyén

Al sacar la pistola de su bolsillo, mi cuerpo se paraliza ante el miedo de que pueda disparar, yo sé que él puede hacerlo hasta siendo su propia hija. Cierro los ojos para controlar el miedo cuando escucho su voz, los abro ligeramente haciendo que nuestras miradas se junten intensamente, intenta tranquilizarme con la mirada, sabía que no me dejaría sola.

-Ni un solo paso que disparo, me daría mucha pena tener que disparar a mi propia hija- ordena Owen mirándome fijamente.

-No eres mi padre, un padre no sería capaz de poner a su hija frente una pistola, un padre protege del mal por eso nunca me protegiste de ti mismo -sollozo mientras veo como se le cambia la cara al escucharme. En el fondo sabía que eso lo mataría por dentro así que no dudé en decirlo.

-Todas las historias tienen su final, esta no es tu historia, pero si tú final- me arrebataste a la persona que más quería causando que quedara en mí un lugar oscuro, y lo vas a pagar muy duro- grita entre lágrimas de dolor en su rostro.

-Cuando se quiere a una persona, la cuidas, no le haces daño.

Tras unos minutos de silencio en la oscura habitación, veo como sus manos tiembla fuertemente al llorar, observo como se derrumba ante mi sabiendo que yo soy su propio enemigo.

-Recuerda, no escaparas tan fácil de mi -amenaza al soltar el gatillo de la pistola haciendo que la bala entrase profundamente en mi torso.

El disparo atemorizó mi cuerpo viendo como en mi torso resbala la sangre lentamente. Caigo al suelo cuando escucho a Alex gritar mientras corre hacia mi, ahora que lo tengo en mis brazos, los recuerdos que tengo junto a él pasan por mi mente haciendo que una gran sonrisa se me forme en mi rostro. Veo como Owen huye de la casa y Ethan llama corriendo a la ambulancia muy nervioso.

-Eyén, no me dejes, abre los ojos por favor, vas a estar bien te lo aseguro -me susurra Alex con sus manos ensangrentadas en mi torso.

-Amor, fue una historia con el peor fin pero con los mejores recuerdos juntos, te quiero -Añado mientras siento como mis ojos se desvanecen ante tal dolor.

Después de todo lo que ha pasado, me doy cuenta de que después de escuchar la historia de mi madre y la de mi padre entendí que hasta el ángel mas puro puede convertirse en el demonio más cruel.

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