Capítulo 4

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Llegué a mi casa, mi madre me abrió la puerta amablemente, me dio un beso en la mejilla y me senté en el sofá al igual que mi madre.

—¿Y papá? —Pregunté al notar que no llegaba.

—Le han llamado para una reunión, volverá a la hora de cenar. —Hizo una mueca. —¿Y cómo están los abuelos? —Cambió de tema.

—Están bien. —Las dos sonreimos.

—Yo iré mañana a verlos, hoy estuve ocupada con algunas compras.

Pasé un rato más hablando con mi madre, llegó la hora de cenar y llamaron a la puerta.

—Voy yo. —Le dije a mi madre, mientras me levantaba y me dirigía a la puerta. Abrí la puerta encontrándome con mi padre. —Hola papá. —Le saludé.

—Hola cielo. —Besó mi frente.

—Pasa. —Le hice espacio en la puerta y entró.

—Has ido a ver a tus abuelos, ¿Cómo están? —Preguntó caminando al salón seguido por mi.

—Bien, mamá irá a visitarlos mañana. —Le contesté.

—Quizás yo también valla a verlos. —Se sentó en el sofá y yo a su lado.

—¿Desde cuándo los yernos son bienvenidos por los suegros? —Le pregunté divertida.

—Se podría decir que soy la excepción. —Sonrió. —Espera... ¿Qué es ese olor? —Preguntó algo confuso y comenzó a respirar más fuerte. Lo miré confundida por lo que emité su acción.

—Pizza. —Contestamos al unisono mirándonos.

—Hace tiempo que mamá no preparaba pizza. —Comenté.

—Admito que ya la echaba de menos. —Sonrió.

—Yo también, y menudo olfato tienes. —Le miré con diversión. El negó con la cabeza aún con una sonrisa.

—Será mejor que coloquemos la mesa. —Sugirió mi padre.

—Concuerdo contigo.

Mi padre y yo comenzamos a poner la mesa, y mi madre seguía haciendo la pizza. Disfrutaba mucho cuando estábamos los tres aún que pase menos tiempo con mi padre. Realmente son personas amables, tiernas, encantadoras y tienen sentido del humor, a decir verdad el que más lo tiene es mi padre, yo por mi parte intento tenerlo.

(...)

—Me voy a dormir. —Llevé mi plato al fregadero. —Buenas noches. —Me despedí.

—Que descanses. —Dijo mi padre.

Subí por las escaleras arriba, caminé por el pasillo, me detube frente a la puerta de mi habitación pero retrocedí por el maldito impulso de querer intentar engañar a mi mente, así que entré a la habitación de al lado. Al entrar una lágrima se deslizó por mi mejilla pero la limpié rápidamente.

—Esté donde esté, el está bien. —Oí detrás de mi.

—Pero yo quiero que esté aquí, con nosotros, con vida... —Reprimí el llanto.

—El está aquí con nosotros, en nuestros corazones, y mientras su recuerdo siga en nuestra mente el está vivo. —Me giré para ver a mi madre, y me abrazó. Las lágrimas salieron sin mi permiso y comencé a dar pequeños sollozos. —Shh, el no querría que llorases. —Nos separamos, ella colocó sus manos en mi cara para secar mis lágrimas. —Tranquila, vete a dormir. —Dijo tiernamente a lo que asentí, pues las palabras no salían de mi boca.

Salí de la habitación de Dylan, entré a la mía y comencé a tranquilizarme un poco respirando y soltanto el aire por mi boca lentamente.

Creo que a pesar de que han pasado 4 años no lo supero, la herida que dejó me sigue doliendo. Yo le quería y le sigo queriendo mucho, a penas peleábamos y cuando se daba la ocasión de que eso pasara lo arreglábamos a nuestra manera. El era algo más que un simple hermano, para mi el fue como mi confidente, mi mejor amigo, mi defensor, mi compañero de llantos y alegrías, el era mi hermano...

Después de pensar y dar vueltas por mi habitación, me puse mi pijama y me acosté, cuando toqué la cama caí en los brazos de Morfeo.

(...)

Me levanté un poco más tarde puesto que los domingos no pongo la alarma. Eran las 10:30 a.m, caminé a mi armario y cogí cualquier ropa.

Me fui al baño, dejé la ropa sobre un taburete y le di a las llaves del agua regulizando cada una de ellas para que el agua saliera tibia, mientras que el agua adoptaba justo la temperatura que buscaba me quité el pijama el cual dejé también en el taburete y entré a la ducha. Me relajé en la ducha, hasta que pasaron unos 10 minutos o quizás menos. Salí de la ducha y seque mi cuerpo, una vez seca me vestí con la ropa que cogí, sequé y peiné mi cabello, agarré el pijama y lo dejé en mi habitación.

Salí de mi habitación, comencé a bajar las escaleras para ir al salon, a mitad de la escalera escuché llantos provenientes de allí. Bajé más rápido y al entrar al salón encontré a mis padres abrazados en el sofá, llorando.

No sabía si preguntar, pues esto no suele ser normal, casi nunca lloran y lo más extraño es que lo hagan los dos. Pero necesitaba saber que ocurría para que mis padres estuvieran así. Quizás no sea una persona muy emocional, y conozco muy pocas emociones, como el dolor, el cariño de parte de mis padres y abuelos, el enfado, la confusión y algún que otro más. Pero sea lo que sea quizás podré ayudar a mis padres.

—¿Qué ocurre? —Pregunté preocupada, desde el marco de la puerta del salón.

—Sientate aquí cariño. —Dijo mi madre haciéndome un espacio en el sofá, me acerqué y me senté a su lado, al otro lado de mi madre estaba mi padre. Mi madre miró por un momento a mi padre, asintieron y me volvió a mirar a mi.

—Cariño, lo que voy a decirte es muy duro para mi, para tu padre y para ti. —Tragué pesadamente y asentí. —Tus... Tus abuelos han muerto. —Las lágrimas volvieron a recorrer su rostro.

—¿Pe-pero cómo? Si ayer... Ayer estaban bien. —Las lágrimas amenazaban con salir y mi respieración se volvió pesada. Mi mente no terminaba de reaccionar y creerlo, no tenía sentido.

—Tus abuelos han sido asesinados, con múltiples puñaladas. —Confirmó mi padre con los ojos llorosos.

Mi mente se seguía negando pero era verdad, ya no podía intentar engañarme a mi misma por mucho que duela.
Las lágrimas que retenía salieron, mi respiración seguía siendo pesada y mis piernas comenzaron a temblar. Sentí como una puñalada en el corazón, como si me hubieran arrebatado una parte de mi, un hueco que no se podría llenar, era exactamente el mismo dolor que sentí con la muerte de Dylan. El mismo dolor había vuelto, como si la herida que dejó Dylan se hiciera más grande y más dolorosa de lo que ya era. Mis abuelos eran de las pocas personas en la cuales confiaba y podía hablar, dos de las pocas personas que me quedaban, ya no están, ahora solo me quedan mis padres. Me siento vacía e incompleta...

Revenge for love (Homicidal Liu y tu)Where stories live. Discover now