Zinov a este punto ya estaba conociendo la peor faceta de su padre, cosa que no le asustó en absoluto ya que han habido varias ocasiones en el que él mismo se ha cegado por el enojo, la furia que lo ha consumido a la hora de pelear. Zinov podrá tener el encanto de su madre, pero en el fondo era idéntico al hombre que estaba mostrando la piel de sus víctimas que estaban pegadas a la pared y cuerpos de ellos encerados y puestos como trofeos en una de las paredes, entre ellos estaba el último consigliere del Boss.

Zinov había asesinado y despellejado a sus víctimas, incluso había hecho que se comieran sus propios órganos hasta morir, pero jamás había conservado nada de ellos.

— Esto será todo tuyo si así lo deseas, no me importa si al final lo derrumbas porque no pienso llevarme nada de esta mierda traicionera. Puedes traer a los que te han traicionado o fallado para hacerlos igual o peor, como gustes, siempre y cuando los tortures.

Zinov estaba ansioso por poder bajar con su siguiente víctima, listo para hacer lo que su padre ha estado haciendo por años.

— ¿Desde cuando has hecho esto? — Pregunta curioso sin dejar de inspeccionar el lugar, seguía siendo impresionante para él, estaba reclamándose interiormente por no haber bajado cuando la curiosidad le reclamó a los nueve de que bajara a averiguar de porqué su padre iba muy a menudo a ese lugar tan oscuro, frío y con olor a animal muerto.

— Desde los catorce, con el tiempo fue empeorando.

El Boss le mostró las cintas en donde había grabado las primeras atrocidades que hizo en aquel lugar, la forma en que torturó a sus víctimas, de cómo les quito la piel aún estando vivos y de cómo había aplicado la cera en los músculos desnudos para luego colgarlos en su pared, aún vivos hasta que estos murieran observando como le hacía lo mismo a los demás que iban llegando para hacerles compañía.

El Underboss volteo a ver la cabeza que habían traído con ellos queriendo empezar a hacer algo similar, pero el Boss tenía planes distintos y era que quería empezar a hacer pruebas con la sangre para averiguar si eso podría servir para conocer más a fondo a Desmond Jäger, que tipo de droga o venenos utilizaba para poder conseguir que aquellos seres humanos se volvieran literalmente monstruos.

Mientras que ellos se ocupaban de sus asuntos más sádicos. Nerón estaba andando de un lado a otro en su despacho que estaba hecho un desastre después de haber roto todo a su paso. Estaba sin saber que hacer, consciente de que ahora su hijo no iba a propinarle ayuda sincera para encontrar a Hela, sabe que ha arruinado el lazo padre he hija a la hora de hacer la alianza, solo pensaba en el poder que podría brindarles los Petrov, aunque ahora estaba devastado por haber traicionado la confianza de su única hija, la única mujer que portaba el apellido Ricci, la única que al mirar a los ojos podía ver a su difunta esposa.

No sabía cómo remendar el error sin saber primero como librar a su hija de donde la metió primero. El Boss no estaría para nada contento cuando supiera que se estaba haciendo el sordo y el ciego cuando su hijo Balderik le mentía al decir que no sabía en donde estaba su hermana. Si daba un paso en falso su familia se vería humillada y torturada por los rusos, su hijo sería asesinado junto con él y su hija estaría en manos del peor de los hombres.

— No sé que mierda hacer — Dice frustrado y enojado con él mismo. Sale del despacho en busca del único lugar que podrá encontrar paz.

Fue directamente al sauce llorón que cubría la lápida de su esposa.

Nerón nunca fue un hombre que supiera llorar, las últimas lágrimas que derramó fue a los cinco años porque su padre lo golpeó diciéndole que lo hombres no lloraban, que eso era de niñas solamente. Nerón no lloro ni siquiera en el día en el que vio a su mujer en un estado deplorable y cuando le dijo que la habían sometido a un aborto... lo jodieron, sí, pero no lo quiso demostrar y menos cuando tenía dos niños que lo estaban esperando.

Amor Imposible Where stories live. Discover now