— No necesito que alguien más me engrandezca, suficiente tengo con mi apellido.

— Obtienes más beneficios, más alianzas y más respeto para que todo mundo dude a la hora de querer joderte.

— Cuando existe gente como Desmond es mejor valerte de algo más que poder para poder derribar a los parásitos que buscan lo mío.

— Ella no es tuya.

— ¿Quién lo dice? Tu palabra no cuenta, solo eres el hombre que me planto en el vientre de mi madre y ya está — Suelta el humo pasándose los dedos por el puente de su nariz — Yo decido con quien quiero estar y con quien no.

— Bien, entonces deshazte de Natasha porque ahora mismo no tengo la fuerza ni las ganas para lidiar con ella — Pongo los ojos en blanco. Ya me había olvidado de ella — Otro error tuyo que no me deja conciliar el sueño.

— ¿Donde está?

— En Sicilia, ahora mismo voy para allá y quiero que te la lleves, regrésala a su casa o no sé, pero deshazte de ella de una vez.

Guardo silencio en todo el camino, incluyendo cuando abordamos el Jet que nos llevará directamente a Sicilia.

No tenía la necesidad de pensar en las palabras correctas y mucho menos en donde iba a dejarla porque simplemente la sacaría a las malas y la abandonaría en el aeropuerto de Italia con un boleto a Londres.

Natasha no era ya alguien que formara parte de nuestras vidas, mucho menos en la mía ya que hace tanto deje de tenerle el poco aprecio que me había quedado, ahora ya nada existía. No entiendo porque es que volvió, si en verdad es por Hela, es una lástima que mi hermana tampoco quiera tenerla cerca y todo por no haber sido sincera con ella a la hora de involucrarse conmigo.

Abordamos la camioneta que es custodiada por más de cuatro camionetas que nos siguen hasta la casa de mi padre. Enseguida me bajo y mi padre se marcha piso arriba mientras que Julieta llega bastante feliz a recibirme, pero la ignoró. La relación con ella se quebró cuando la escuche hablar sobre mi y mi familia con la entrometida de Anastasia.

— ¿Donde está ella? — Preguntó sin mirarla.

— En el jardín — Me alejo a paso rápido cruzando la cocina y llegar a la puerta trasera.

Tenso la mandíbula al verla tocar los pétalos de los lirios blancos. «No pierdas la compostura» me mentalizo antes de avanzar hacía ella.

— Tenemos que irnos — No la saludo ni soy amable a la hora de acercarme, ya sólo quería largarme para llegar con la que de verdad me interesa.

— Hola Balderik, me da gusto volver a verte — Dice con sarcasmo sin voltear a verme — Creí que ya no conservabas estas flores.

— Vámonos — La tomó del brazo y ella se zafa de mi agarre con brusquedad.

— ¿Qué mierda te pasa? — Me fulmina con la mirada — Estoy aquí porque tu padre me dio la entrada, puedo estar aquí cuanto me plazca — La fulmino con la mirada. Hace tanto que dejo de ser aquella mujer con los privilegios de esta casa.

— ¿Cómo? — Me acerco amenazante — ¿Con que derecho te crees para hablarme así en mi casa?

— ¿Tu casa? — Se burla — Es de tu padre.

— Exacto, mi padre — Enfatizó las palabras. Como que la vida normal le afectó las neuronas — El hombre que cuando se muera todo esto quedará bajo mi cargo.

— ¿Recuerdas cuando te confesé que eran mis favoritas? — Pongo los ojos en blanco cuando se desvía del tema — Fue una tremenda coincidencia que fueran las tuyas también, desde tiempos memorables el destino nos estuvo queriendo decir algo.

Amor Imposible Where stories live. Discover now