Mi teléfono comienza a sonar cuando estoy a poco de entrar a la ducha. Me acerco al lavabo para ver la pantalla, suelto un bufido al ver que era mi padre. Contesto poniéndolo en altavoz.

— ¿Qué pasa?

— ¿Ya sabes algo? ¿La has encontrado? — Pregunta bastante molesto — Espero que me des buenas noticias, Balderik, estoy hastiado de que Petrov me este presionando para que encuentre a Hela.

— Para tu mala suerte, aún no encuentro a Hela.

— Balderik...

— No, no empieces con tus advertencias porque yo también estoy hastiado, pero de ti. En primer lugar no debiste de haber hecho ningún trato con los Petrov, no es problema mío si el Boss quiere desquitarse contigo por no haber cumplido con su palabra.

— No va a desquitarse conmigo en caso de que falte a mi palabra, lo hará con Hela — Guardo silencio — No habrá ninguna alianza, pero se la llevará aún así para concretar con ese matrimonio, quiera o no.

— ¿Ves en el lío en el que has metido a Hela? — Pregunto bastante molesto — Te aseguro que Hela no va a salir de su escondite y si la encuentro, no la llevaré directo al matadero.

— Balderik...

— No papá, no voy a traicionar a mi hermana así como tú lo hiciste. Mi madre debe de estar bastante avergonzada por haberte escogido como nuestro padre — Cuelgo la llamada, si escuchaba algo más de parte de él estaba seguro de que iba a quebrar todo a mi paso y ahora no era el momento.

Me tomo mi tiempo bajo la regadera, el agua fría recorre cada parte de mi cuerpo logrando relajar cada musculo. Suelto un suspiro de satisfacción antes de pasar mis manos por mi cabello, arqueo el cuello al tiempo que cierro los ojos para que el agua caiga sobre mi rostro.

«Tan satisfactorio»

De pronto siento unas manos recorrer mis hombros hasta mis omoplatos. Sus manos, podía reconocer por donde sea sus dedos delgados y las uñas puntiagudas que rozan mi piel.

Me doy la vuelta para verla desnuda, sus mejillas ahora estaban sonrojadas al igual que sus labios que estaban hinchados y húmedos. Tan tentadora como siempre, una mujer provocativa y hermosa. Lo mejor de todo es que era completamente mía, solo mía.

— Me apresure en hacer el entrenamiento, quise venir aquí a ducharme contigo antes de que salieras.

La esquina de su labio se levanta un poco, su sonrisa que para muchos podría ser una sonrisa adorable, hermosa, pero para mi era todo lo contrario. Los meses que he estado con ella me ha hecho conocerla un poco más. Brigid podrá ser un ángel para cualquiera, pero para mi, ella tenía un poco de ambos. Un pedazo de cielo deslumbrante, pero sus actos, su mirada, su sonrisa y su cuerpo fueron creados por el mismo infierno.

— Me encanta como me miras y te quedes mirando — Alzo la mirada después de haber recorrido cada parte de su cuerpo.

— Y a mi me encantas tú — Digo antes de tomarla del cuello y atraerla a mi con fuerza, pegando mis labios a los de ella sumergiéndolos en un beso demandante. Sujeto sus muñecas pegándolas a la pared sobre su cabeza, presionó mi cuerpo contra el de ella para restregar mi dureza en su vientre — Y así es como me tienes de lo mucho que me encantas — Toma aire, corto y rápido antes de volver a besarme, esta vez siendo fuerte y áspero.

— Te amo — Susurra agitadamente. Sus palabras me hacen sentir la punzada en el pecho que provoca que mi piel se caliente en cuestión de segundos. Esas palabras las había escuchado antes de la mujer que creí que quería en ese momento, pero jamás me hicieron sentir tanto cuando las escuche de nuevo, esas mismas palabras, pero que ahora salían de la mujer que necesito, que tenía justo frente a mi.

Amor Imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora