26. Cianitas Tentadoras

709 79 0
                                    

•Años Atrás•

Aquél par de cianitas lo observaba con tanta atención que lograba remover todo en su interior, absorbiendo toda su atención y es que eran tan hipnotizantes que se le hacía imposible apartar su mirada, incluso cuando era lo único que quería, habían pasado varios días desde lo sucedido en la playa, aquél beso que habían compartido y del cual se habían negado a hablar, y es que tenía miedo, porque sinceramente no entendía porqué lo había hecho, pero tampoco sentía culpa o arrepentimiento alguno por su acción.

Habían estado actuando tan normal, que hasta sentía que tal vez ni siquiera había tenido importancia para ninguno de los dos, pero cada vez que sus ojos se encontraban los recuerdos volvían, siendo lo suficientemente duraderos como para provocar un leve ardor en sus mejillas, y la sonrisa burlesca que aparecía en el rostro del menor no lo ayudaba para nada; aquél beso había sido producto de su poca y nada resistencia al alcohol, cosa que definitivamente debía evitar a toda costa si corría el riesgo de estar solas con aquél castaño chico que ahora hablaba con Sungchan, un chico que hace un par de días se había unido a ellos luego de que Chenle lo llevara a pasar el rato con ellos en el receso, y es que de verdad era agradable, aunque algo tímido.

El azabache se levantó del sofá y subí rápidamente las escaleras para poder dirigirse a la habitación del dueño de la casa, sosteniendo con fuerza el laptop que amenazaba con apagarse estando tan cerca de terminar el trabajo y corriendo el riesgo de perderlo si se apagaba.

Entro a la habitación y fue hacia el escritorio, dejando el computador sobre este para poder tomar su mochila de la cama del castaño, sacar su cargador para finalmente poder conectarlo y evitar que el laptop se apagara justo a tiempo, un suspiro salió de sus labios mientras guardaba el archivo, enviándolo a sus amigos para poder continuarlo en uno de sus computadores, detestaba utilizarlos mientras cargaban.

—Entonces... ¿Tengo algo en la cara?

Aquella repentina voz logró sobresaltarlo, haciéndolo girar su rostro hacia la puerta para encontrarse con el castaño de pie junto a la entrada, este soltó una suave risa mientras entraba a la habitación cruzándose de brazos mientras él cerraba su computador sin dejar de mirarlo, algo tenso por la sonrisa del menor, quién no hizo nada más que acercarse con un aura juguetona.

—No, no tienes nada.

—Aun así, no dejas de mirarme —Comentó el menor deteniéndose junto a él.

—Bueno tú tampoco dejas de mirarme —Se defendió él apartando su mirada, pasando ambas manos por su pantalón, repentinamente se sentían sudorosas—. No deberíamos estar solos.

—¿Por qué? ¿Por lo que hiciste? —Preguntó Jaemin abriendo levemente sus ojos mientras sonreía ampliamente, con algo de burla en su tono, detestaba cuando comenzaba a jugar con él de esa manera, simplemente no era capaz de defenderse—. Es por el beso que me diste...

De repente sus pulmones comenzaron a exigir aire, y es que él ni siquiera se había dado cuenta de que había contenido la respiración al ver el rostro ajeno a unos centímetros del suyo, provocando varios parpadeos nerviosos de su parte, no entendía que estaba sucediendo, pero tener a Jaemin así de cerca definitivamente era demasiado para aguantar.

—Don gruñón también es tímido —Se burló el castaño ladeando su cabeza, dirigiendo su mirada hacia los finos labios del mayor para luego volver a mirarlo directamente.

—No empieces con tus juegos... no te gustará si lo sigo —Advirtió él tratando de sonar confiado.

—Por favor, no eres capaz de besar a tu mejor amigo... al menos no sobrio —Se mofo el menor colocando su mano sobre el escritorio.

Jaemin soltó una carcajada, satisfecho de la timidez que había provocado en el mayor, sintiendo de repente el cuerpo del mayor venirse contra él, tomando su rostro desde la mandíbula con una de sus manos, mientras que la otra se apoyaba en la pared que había detrás de él, logrando tomarlo por sorpresa con aquella repentina acción.

—No me gustan tus jueguitos —Murmuró él azabache observándolo fijamente.

—Entonces deja de caer siempre, eres muy fácil de provocar, don gruñón —Murmuró él sonriendo con diversión.

—¿Qué te hace pensar que me provocas?

—Tú beso...

—Por favor Jaemin ¿tanto te gusto el beso? que débil eres —Preguntó sonriendo ampliamente mientras se acercaba, lo suficiente para rosar la punta de su nariz en el acto.

—Lo dices sin atreverte a mirar a los ojos...

El azabache se congeló por un segundo, borrando su sonrisa mientras volvía a mirarlo fijamente, observando aquel par de ojos claros que lo hacía sentir como si pudieran ver a través de él, como si todo él fuera tan simple y poca cosa, pero a la vez tan preciado e invaluable, no le gustaba la intensidad y la manera en que este lo observaba ni como lo hacía sentir, lo descolocaba por completo.

—Eres tan débil —Repitió Jaemin sosteniendo su mirada mientras sentía su pulso acelerarse.

—Y tú... —Murmuró él parpadeando débilmente mientras soltaba la mandíbula del menor, soltando un suave suspiro sobre sus labios.

—Estoy seguro de que no vas a resistir mucho —Dijo el menor mientras ladeaba levemente su cabeza.

—Tú tampoco...

—¡Jaemin, un oso está robando tu comida!

El repentino grito de Chenle logro hacerlos reaccionar, provocando que ambos se apartaran aterrados de que alguien fuera a descubrirlos en plena disputa así de cerca, el azabache apartó su mirada por unos segundos, aclarando su garganta antes de volver a verlo cuando el menor sostuvo su brazo con fuerza, provocando que su ceño se frunciera levemente.

—Si dices algo te mato —Amenazó Jaemin pasando junto a él.

—Créeme que lo que menos quiero es que alguien sepa de todo esto, así que también te matare si dices algo.

El castaño asintió levemente antes de finalmente salir de la habitación, dejándolo completamente confundido con todo aquello, su cabeza no había sido más que un desastre desde sus minivacaciones en la playa, claramente cada uno de aquellos momentos en los que Na Jaemin llegaba con una actitud tan burlesca y retadora no le ayudaban para nada, terminaba cayendo en su juego, lo que los llevaba a terminar metidos en un ambiente tenso que ni siquiera era capaz de anticipar, Jaemin definitivamente lograba confundirlo con cada una de sus actitudes.

Saekki •NoMin• Where stories live. Discover now