17. Presencia Sofocante

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Sus ojos se abrieron levemente, su vista se sentía algo borrosa, se sentía levemente aturdido y el dolor en su cuerpo lo estaba matando, a pesar de todo no permitió que ningún sonido escapara de sus boca mientras incorporaba su cuerpo, observando el lugar en el que se encontraba, completamente alarmado al notar el color crema que adornaba las paredes, las paredes eran decoradas con hilos y lanas de los cuales colgaban algunas fotografías y luces pequeñas, había una que otra maceta que dejaba ver unas muy bien cuidadas plantas haciendo que el lugar resaltara.

Sin poder evitarlo un quejido escapo de sus labios mientras se deslizaba sobre la cama para poder levantarse, su mano no dejaba el costado de su cuerpo, un débil suspiro escapó de sus labios cuando por fin se encontró de pie; podía notar que estaba oscureciendo, y él ni siquiera sabía dónde se encontraba.

La luz tenue que iluminaba la habitación le permitía ver pequeñas luces a través de las delgadas y blancas cortinas que se movían levemente por la brisa que entraba por la ventana, sus ojos no tardaron de notar una esbelta figura acercándose, permitiéndole ver un par de manos que se abrieron paso por las cortinas para finalmente dejarle ver a Jaemin de pie a unos pasos de él, observándolo de manera titubeante.

—Gracias por ayudarme.

—No deberías haberte levantado —Dijo el menor mientras se acercaba a la pared, haciendo que la luz aumentara su intensidad, permitiéndole observar el lugar de mejor manera—. Deberías descansar...

—No puedo quedarme, creó que ya moleste demasiado —Comentó él algo avergonzado mientras volvía a mirar al azabache.

Jaemin abrió su boca por unos segundos, guardando silenció cuando de repente la puerta fue abierta, acompañada de un suave golpe, los dos jovenes no tardaron en dirigir su mirada hasta la entrada, donde Sojung se encontraba de pie, con una pequeña sonrisa en su rostro mientras cargaba unas blancas toallas.

—Me alegro de que ya estés despierto, pero no debiste levantarte, debes descansar —Regañó la mayor dejando las toallas sobre el escritorio de su hijo, acercándose rápidamente a él para ayudarlo a volver a la cama.

—Señora Na, la verdad es que yo no puedo quedarme... —Murmuró él sonriendo levemente, controlando su expresión al sentir el ardor en su labio.

—Por supuesto que puedes, es viernes, puedes descansar aquí e irte mañana, como cuando eran niños, no te veo hace mucho tiempo y ahora que por fin te veo, apareces así —Comentó ella señalándolo con su mano mientras hacia una pequeña mueca.

—Lo lamento, han pasado muchas cosas últimamente.

—Oh, espera cielo, iré a ver la cena para que podamos comer, no permitas que se levante —Habló la mayor mientras volteaba a ver a su hijo, señalándolo con su pulgar mientras le daba la espalda.

La castaña no tardo en salir de la habitación, dejando a ambos en silencio mientras estos volvían a mirarse fugazmente, el azabache se sentía extrañamente nervioso, no quería que el mayor pensara cosas confusas, él solo quería ayudarlo, pero si Jeno quería irse no podía impedírselo, podía hacerse ideas erróneas que terminaran disgustándolo.

—En mi mochila tengo un termo, dentro tengo mis plumas de insulina —Dijo él señalando su mochila, la cual se encontraba junto al escritorio del menor.

—¿Eh? Oh... claro —Murmuró el azabache observándolo algo nervioso, reaccionando casi de inmediato para tomar la mochila para buscar dentro de ella, tomando el estuche metálico, similar a un termo que era cubierto por una funda color negro hasta la tapa, volvió a dejar la mochila a un lado y se acercó a la cama, extendiendo el estuche.

El rubio no tardo en abrir este, dejando ver una pequeña pantallita con números para luego sacar la pluma, cerro el pequeño termo y lo dejo a un lado para quitar la tapa de la pluma, levantar un poco su camiseta, dejando el descubierto su abdomen para poder colocarse la inyección, mientras presionaba la parte superior de esta.

Saekki •NoMin• Where stories live. Discover now