Capítulo 38

36 7 1
                                    

Eva sabía que las cosas debían de continuar, por ello pretendió estar bien, incluso si su cabeza estaba en un lugar completamente diferente, aunque ya había asimilado la mayor parte de la situación, se le hacía particularmente complicado el verla continuamente en la escuela, sentía que quizás era un castigo que debía de pagar, por sus antiguas acciones del pasado, sabía que había sido la peor, pero incluso no podía hacer más que solo arrepentirse.

Pero muy en el fondo, seguía deseando verla, sabía que las cosas ya no volverían a ser lo mismo, ni siquiera para llevarse junto a ella, ya que gracias a los constantes rumores que Elizabeth cargaba con orgullo en su espalda, al estar tanto tiempo con Lucía, había hecho que la gente también comenzará a hablar de ella a sus espaldas, e incluso bastantes personas cuando solían referirse a las dos, solían denominarlas pareja

Así que de esa forma sabía que no se podía acercar más a ella, sobre todo porque no soportaría llevar en su espalda aquellos chismes que podrían llegar hasta los oídos de sus familiares, pero sobre todo a su padre.

Aquel hombre que era pastor de cada iglesia a la que iba, ya que adoraba que las personas se acercasen a dios y le dieran tanta paz como a él le daban, pero así como todo, el seguía siendo un ser humano que cometía errores que no dejaba que nadie viese, ya se podrían quitarle aquella fachada que el llevaba tantos años cargando consigo mismo.

—Siempre tienes que entender que tu vida exterior y tu felicidad siempre estarán separadas—. Le dijo su padre después de dejar a Eva quién recién había cumplido los diez años después que su padre la golpearse de forma violenta tras haber adoptado unos gatitos que su padre estranguló con sus propias manos.

Su padre era muy duro con ella, en muchos aspectos y ella le tenía miedo, sabía de lo que era capaz para guardar apariencias, así que el hecho de ser lesbiana era un completo escupitajo a lo que su padre solía presentarle a las personas, un pastor que adoraba a la religión tanto como adoraba a su perfecta familia con su perfecta vida. Por ello era muy cuidadosa, aquella frase que su padre le había dicho, jamás se le borraría de la mente, sabía que él quería evitar a toda costa que esa pequeña niña que poco a poco demostraba ser diferente, no lo mostrase al mundo.

—¿Te encuentras bien?—. Aquellas palabras de Aurora Grant le hicieron recordar en donde se encontraba.

Recordó que había aceptado salir a una fiesta con Aurora, aquella chica le presentó con emoción a varios de sus amigos, pero se percató que Eva no estaba tan disponible como se suponía que estaban, pero no quería continuar viéndola tan triste como se la había pasado durante los últimos días, pero comprendió que Eva no se encontraba tan bien como ella pensaba; por lo cual se despidió de sus amigos.

—He olvidado que no le he avisado a mi madre—. Aurora se golpeó la frente y lo dijo con bastante obviedad—. Lo más probable es que tenga que regresar, no quiero estar castigada por el resto del mes.

—Anda quédate—. Le dijo uno de los amigos de Aurora que Eva vagamente podía recordar su rostro y mucho menos su nombre—. Puedes tomar el teléfono y marcar a tu casa, tu madre debe de entenderlo

—Ya sabes cómo es ella—. Se excusó la chica por lo que los demás entendieron y se despidieron de la corta visita que había hecho aquella animada chica quién agarró a Eva para que ambas saliesen del lugar—. Los veo después.

Eva comenzó a pensar mientras salían de aquella animada fiesta a donde perfectamente se veía que Aurora quería estar, sin embargo aquella aperlada sonrisa que la chica de piel cobriza le ofreció fue suficiente para dejar de pensar en ella y su mente le tiró de inmediato el pensamiento de la fiesta.

Por azares del destino justamente su padre con su madre había salido de viaje un par de días atrás, y regresarían dentro de casi dos semanas; así que se podía dar el lujo de llegar tarde a casa o llegar hasta el siguiente día. Ella observó tan pronto comenzaron a caminar por aquellas oscuras pero tenuemente iluminadas calles, que iban de regreso a casa de Aurora.

AfueraWhere stories live. Discover now