Capítulo 14

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El restaurante italiano estaba más lleno de costumbre, era muy raro que en un día entre semana estuviese así de abarrotado, pero la razón era porque había una convención a una cuadra del restaurante, y ese lugar era uno de los restaurantes más cercanos, así que estaba realmente lleno, la cocina estaba hecha un caos, pero seguía funcionando gracias a la buena organización del señor Lucali.

—Orden de la mesa 44 saliendo—. Gritó uno de los meseros.

Lucía sentía como un poco de jabón se metía incluso en los guantes que traía, eran bastantes los trastes y utensilios que debía de lavar, pero trataba de no estresarse por la gran cantidad de trastes abarrotados y sucios que se encontraban en el lavabo donde ella se encontraba trabajando, observó que Thomas estaba casi corriendo dentro de la cocina mientras entregaba los pedidos en cocina y salía con los platillos de las demás mesas, era un caos total y todos estaban trabajando sin parar gracias al evento que había, que al menos esperaba que le fuese bien a los ingresos y que Thomas tuviese más propinas ese día.

Al menos le alegraba que ella podía poner música en la zona donde ella trabajaba, ya que era muy raro que alguien le hablase, ya que los meseros solían solo dejar los trastes y se iban para seguir trabajando y más ese día que el restaurante Lucali estaba abarrotado, pero se percató que incluso en señor Lucali estaba apresurado cocinando, podía ser el más grande de las personas que se encontraban en la cocina, pero seguía con una gran sonrisa apoyando espiritualmente a todos , ya que la mayoría ya se encontraba un poco cansados, pero la hora de cerrar del restaurante sería pronto, ya que según el reloj de la pared de la cocina marcaba que faltaba a lo mucho media hora para que diesen las nueve de la noche, hora usual de cierre de aquel turno vespertino.

El señor Lucali era muy considerado con su personal, y a todos los trataba como familia, incluso a Lucía que no tenía mucho tiempo trabajando con ellos, se sentía muy bien trabajando en aquel lugar, ya que no tenía problemas con nadie, y trataba de no crearlos, para poder pasar su estadía trabajando tranquila. También aquella noche cuando había trabajado como mesera, se había llevado muy buenas propinas, además que Thomas había estado con ella en la misma estación, así que se la había pasado muy bien, incluso si la fiesta no hubiese sido suya.

En un momento vio como Thomas entró a la cocina y se colocó a un lado de ella mientras se dejaba caer en el piso, se veía realmente agotado mientras suspiraba con rapidez, por ello solo le frotó con su codo que estaba seco su cabello y con sumo cuidado para no lastimarle, tratando de dale un consuelo a aquel cansado pero trabajador muchacho que se había sentado a un lado suyo. Pero al cabo de los pocos minutos volvió a levantarse después de haber descansado un rato, ya que el turno estaba pronto a terminar

Incluso si veía un poco de desperdicios en los trastes de los comensales, trataba de ignorar el hedor y sensación que tenían, como ya se había acostumbrado a ellos, por eso los dejaba en el costado superior de aquel fregadero para que no se revolviese con los trastes enjabonados, mientras seguía lavando aquellos platos a toda velocidad mientras ocupaba el jabón justo, ya que debía hacerlo rendir, ya que eso hablaría que era una trabajadora capaz de hacer el trabajo con el material justo que se le proporcionaba.

Observó que entraron varios meseros adentro de la cocina, casi todo el personal estaba allí, pero ya eran para las últimas ordenes, y la mayoría era para gente que ya había pedido para llevar, así que los meseros solo estaban esperando a que terminase el día, Lucía terminó por fin de lavar los platos y vasos restantes, por lo que se quitó los guantes y los dejó escurriendo para el lavaplatos del turno de la mañana, para que cuando ella regresara en la tarde del siguiente día, también encontrase los guantes de la misma forma en la que ella los estaba dejando.

Se estiró un poco mientras se sentía aliviada que por fin su turno había terminado, el empaquetar y dar para llevar, no le correspondía a ella, sin embargo solía ayudar un poco si su ayuda era necesitada, pero al ver que todos lo tenían cubiertos, decidió ir a la parte de atrás en donde estaban los cajones en donde estaba su ropa, por lo que decidió cambiarse rápidamente aquella ropa blanca que se encontraba un poco húmeda, que dejaría lavando en la lavadora de su casa, para colgarla y se secara durante la siguiente mañana mientras estuviese trabajando en la peluquería como solía hacer.

AfueraWhere stories live. Discover now