Capítulo 20

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Elizabeth se encontraba en una de las mesas más alejadas de aquella cafetería a bastantes cuadras de la universidad, había quedado con Eva para hablar aquella tarde, pero le molestaba la impuntualidad de ella, la rubia tenía mejores cosas que hacer y una de ella era trabajar en el taller de su tío, quién debía de estar durmiendo para esas horas del día, pero parecía que aquella castaña haría lo que quería como siempre le hacía, cosa que hizo molestar a la rubia incluso un poco más de lo que ya estaba.

Le daba risa acordarse de aquellos momentos en el que ella era cercana a un antiguo grupo ya disuelto de chicas del que formaba parte, incluso habían tenido varias salidas en común, le sorprendía como las cosas se habían volteado a aquella extraña pero sin duda molesta situación. Se sorprendió como llegó corriendo aparatosamente a la mesa aquella chica que si bien le podía parecer linda, con unas cuantas frases podría saber que podía ser un poco doble cara e incluso falsa.

—Iré al grano—. Le dijo ella mientras observaba a la otra que tomaba tranquilamente una malteada de vainilla de aquella cafetería, para la castaña aquella mujer con su pantalón de cuero solo le molestaba su presencia —. No quiero verte cerca de Lucía.

—Deberías de aplicar tus propios consejos querida—. Le respondió sarcásticamente Elizabeth, pero la mano de Eva llegó al cuello de la camisa que traía ese día la rubia.

—He agotado mi poca paciencia, así que escúchame, no te le acerques a Lucía porque ella es mía, así así quítate esa idea de intentar algo con ella, porque no te saldrá, te conozco tan bien para saber que ya tienes el ojo puesto en ella como siempre le haces.

—Dices que es tuya, ¿acaso has pensado un poco en cómo se siente siente?—. Le dijo Elizabeth mientras la otra mantenía su mano con fuerza agarrando la camiseta—. Parece que eres una inmadura y celosa, no debería de importarte lo que haga Lucía, ella no siquiera quiere hablar contigo.

—Ya te lo he dicho; con ella no es una chica con la que puedas jugar—. Ella apretó un poco más la camisa imaginándose aquel hipotético escenario.

—Primero antes de decirme que hacer y que no, deberías de verte a ti misma—. Con bastante fuerza Elizabeth soltó un manotazo que hizo que Eva la soltase—. ¿Quién demonios te crees para hablarme así? Te recuerdo que tu sigues oculta, con el temor que la sociedad te apunte y juzgue, así que por mucho que hagas, tendrás que hacer las cosas desde las sombras como una rata.

—Y tú tampoco tienes la autoridad para ir jugando con cualquier chica que veas—. Le dijo con la mandíbula tensa a la rubia teñida—. Ese es mi problema, pero si veo que sigues detrás de ella, no te dejaré en paz.

—Deberías de cuestionarte y saber qué es lo que te hace verdaderamente feliz, ella ya no tiene intenciones de regresar contigo Eva—. Le dijo Elizabeth, mientras ella no podía comprender sus palabras—. Y haga lo que yo haga con ella es asunto de ella y mío, no te metas.

Elizabeth dejó diez dólares en la mesa con una malteada de vainilla que había dejado a la mitad, se molestó con ella, pero decidió no armar más alboroto, ya que varios de los clientes las miraban por las palabras directas que ambas se habían dirigido, le molestaba que una chica como Eva siquiera decidiera por ella, no podía concebir aquella doble vida que Eva se planteaba y vivía día con día.

La rubia sabía que aquel tipo de vida no podía llevarla, sus propias decisiones la habrán traicionado desde tiempo atrás, además que su intención en tener experiencias no le servía de mucho para mantener aquellas apariencias en una sociedad hetero normativa. Pero sabía que tenía que cuidar de Lucía, no podía dejar que aquella víbora volviera a hacer de las suyas con ella.

¿Qué significaba ella en su vida? De momento alguien no tan especial, la amiga de uno de sus más allegados amigos, Thomas, a quién esperaba que ella le contase un poco de la situación que estaba pasando la pequeña. Pero había algo que no le agradaba, un sentimiento extraño al pensar en ella también sabía que también había disminuidos aquellas citas y encuentros esporádicos que solía tener, pero la razón era por tener su mente ocupada con otras cosas.

AfueraWhere stories live. Discover now