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Cuando Natasha abre los ojos lo primero que ve es a su novia dormir relajada a su lado. Su cabeza sobre su hombro y la boca algo entreabierta respirando sutilmente. Sigue pensando que ese amanecer es el más bonito que ha tenido y tendrá jamás.

Le duele tener que perturbar ese momento, pero es su último día en Rusia y también su último día juntas, ya que Wanda vuelve a Nueva York y ella hará el resto de viaje con Steve. Y lo único que ambas tenian libre es la mañana.

Se mueve y se inclina un poco comenzando a repartir besos por las facciones de Wanda consiguiendo que esta se mueva. Primero besa su frente, luego su mejilla y su nariz, acabando en sus labios varias veces.

– Mhmm... –se quejó Wanda.– Es un buen despertar, pero cinco minutos más. –se acurrucó en el pecho de Natasha.

– Venga dormilona. –se rió la pelirroja besando su cabeza.– Tenemos que aprovechar la mañana.

Wanda gruñó, pero unos segundos después se separó de ella mirandola a los ojos fijamente.

– ¿Qué tengo?

– Nada... Solo la cara más linda que he visto jamás. –dijo haciendo que la pelirroja se sonrojase.

– ¡Ay cállate! –Wanda rió y la besó cortamente.

– Anda ve a darte una ducha...

– ¿Me acompañas? –Wanda alzo una ceja en respuesta.– Es para que no te vuelvas a dormir... Y para ahorrar agua.

– Ya, claro...

...

– Perdón por tardar, había algunos fans en la puerta del hotel cuando salí. –suspiró Natasha.

– No te preocupes, amor.

Wanda había salido del hotel un buen rato antes en dirección al lugar que Natasha le dijo. No querían salir juntas porque se arriesgaban mucho a que alguien las viese, así que estuvo esperando sola hasta que ella apareció.

Natasha la tomó de la mano y la acercó hasta el edificio que tenían cerca, entrando en una pequeña cafetería que tenía un ambiente misterioso pero agradable.

– Este es mi café favorito de la ciudad. –dijo Natasha emocionada mientras se sentaban en una mesa alejada.– Cuando era pequeña y aún vivíamos aquí, solíamos venir en familia. Incluso cuando nos mudamos y viajamos un tiempo aquí, esta era una parada obligatoria.

– Me encanta cuando me enseñas cosas nuevas sobre ti. –sonrió Wanda.

– El otro día tú me enseñaste un lugar especial para ti, y yo quería enseñarte uno mío. Se que no es igual pero... Me trae buenos recuerdos. –Wanda sonrió pero antes de responder la camarera se acercó a tomarles nota y la pelirroja pidió dos cafés y unos dulces típicos.

– Amo cuando te ves así de feliz. –dijo la morena provocando rubor en las mejillas de la otra.

– En parte es gracias a ti. Me has dado el mejor viaje de mi vida, incluso si no hemos podido disfrutarlo al máximo. –suspiró.

Wanda notó la tristeza en la última frase así que tomó su mano por encima de la mesa y comenzó a dejar caricias con su pulgar en ella.

– Hey, aun siendo así no podría haber tenido una mejor experiencia, porque estoy contigo. Y disfruto de verte tan emocionada cumpliendo un sueño. –le sonrió.– Además, ya podremos viajar más en otro momento, estoy segura.

– Qué suerte he tenido contigo... –Natasha se acercó a su lado y le dio un profundo beso en los labios.– De verdad, te amo.

– Y yo a ti, amor.

Las apariencias engañan - wandanat / scarletwidowWhere stories live. Discover now