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Natasha se congeló en el momento que oyó esas palabras, sintiendo un escalofrio correr por su cuerpo. Casi como cuando ves a un fantasma.

Tardó unos segundos en reaccionar pero cuando pensó en lo que había escuchado y supo que tenía que hacer algún movimiento se giró sobre sí misma casi lanzando el móvil por los aires en el acto.

Solo le hizo falta vislumbrar una figura alta, delgada y morena delante de ella en mitad del pasillo para soltar un grito agudo y salir a correr los pocos metros que la separaban con los brazos abiertos.

Su cuerpo colisionó con el de Wanda en cuestión de segundos con fuerza y nada más sentirla rompió a llorar desconsoladamente mientras la morena le correspondía al abrazo y apretaba al sentir su llanto descontrolado mientras la acariciaba e intentaba hacer que se tranquilizase con sus palabras.

Unos minutos después cuando Natasha ya estuvo un poco más calmada se separaron del abrazo y Wanda acarició sus mejillas limpiando así los restos de lágrimas que aún las humedecían.

- No puede ser real esto. -decía aún con la voz tomada por el llanto y tocándole la cara por todas partes.- ¡¿Qué haces aquí?!

- Como no pude despedirme de mi novia, he venido a verla... -sonrió frunciendo la nariz.

- Pero... ¿Y Pietro? ¿Y el hospital? -preguntó confundida.

- Una pequeña mentira por una buena causa, ¿no crees?

- ¡¿Qué?! Dios eres idiota. -dijo haciendo un puchero y abrazándola de nuevo todavía sin creerse lo que estaba pasando.- Pero, ¿cómo has conseguido el hotel, el vuelo y todo? No entiendo nada. -dijo separandose de nuevo.

- Te explico eso luego mejor, creo que tienes que agradecerselo a alguien más. -rió ella.- Ahora deberíamos entrar a alguna habitación, no creo que sea bueno que nos vean a las dos así en medio del pasillo.

- Cierto, perdón. Ven, vamos a la mía. -dijo tomándola de la mano y arrastrándola hasta la habitación.

Una vez dentro de esta Natasha cerró la puerta tras de sí y se abalanzó de nuevo a abrazar a su chica. De golpe se le había ido todo el cansancio y se había olvidado de lo mal y desganada que estaba en este viaje por los motivos obvios. Con ella allí a su lado abrazándola con fuerza como siempre hacía, nada podía estar mal.

- Sigo sin creerme que estés que aquí. -susurró aún en el abrazo como si fuese a llorar de nuevo.

- ¿La gran Natasha Romanoff está llorando? -dijo la morena separándose, mirándola a los ojos y sonriendo ganándose una mala mirada de la pelirroja.- ¿No vas a darle un beso de bienvenida a tu novia? -habló con humor.

- Los que ella quiera. -se rindió antes de enredar una mano en su pelo y fundirse en un beso que empezó siendo suave y se intensificaba por momentos.

Las dos se habían echado de menos. Solo había pasado una semana, sí, pero sobre todo para la pelirroja había sido una eternidad pensando que no la volvería a ver hasta después del viaje.

Fueron andando entre besos y risas hasta dejarse caer sobre la cama. Al compás de los besos llegaron las caricias, pero fue la pelirroja la que frenó antes de que escalasen a mayor intensidad.

- Me apetece mucho estar contigo así. -dijo dejando un pequeño beso en sus labios.- Pero estoy muy cansada por el viaje y el día y tú todavía tienes que contarme con detalles como es posible que estes aquí. -Se levantó y buscó en su maleta algo más cómodo para poder acostarse, lanzandole algo también a la morena ya que intuía que había abandonado la maleta en su habitación.

- Tienes razón. -sonrió colocandose la ropa.- ¿Por donde empiezo?

- Por el principio por favor. -dijo esta tumbándose a su lado en la cama.- ¿Como has conseguido el viaje y el mismo hotel que yo? ¿Qué locura has hecho? Aún no me lo creo. -reía todavía sorprendida.

Las apariencias engañan - wandanat / scarletwidowWhere stories live. Discover now