12

2.1K 221 33
                                    


Natasha se despertó y tardó unos segundos en ubicarse y recordar que no se encontraba en su casa ni en su cama, si no en la de Wanda. Bostezó y se estiró para tomar el móvil, las 10 de la mañana. Se incorporaba mientras echaba un vistazo a la decoración de la habitación en la que no se había fijado la noche anterior, sencilla y elegante, igualita que ella, pensó.

Al salir al pasillo vio que la habitación frente a la suya donde la morena se encontraba tenía la puerta entreabierta y se permitió el lujo de abrirla un poco más sin hacer ruido y asomarse a observar a Wanda dormir hecha un ovillo en la cama. Le parecía una imagen preciosa, hubiera dado su alma por poder dormir con ella y despertarse teniendo esa vista ante sus ojos, y no solo una vez si no todos los días de su vida.

Cuando creyó que ya había excedido el tiempo de observación sin que la chica se despertase siguió paseándose por la casa. Llegó al despacho de donde el día anterior Wanda había sacado el vestuario de la gira y su parte curiosa le hizo pararse a mirar un poco más. Estaba todo desordenado dentro de su orden, Natasha sabía que Wanda era una persona muy meticulosa y ordenada pero todos tenemos nuestro pequeño desastre. Había un montón de papeles esparcidos por la mesa, prendas de ropa y telas puestas sobre las sillas y también colgadas en perchas. Era un estudio bastante cliché para una diseñadora pensó la pelirroja, hasta que reparó en algo que estaba en una de las esquinas de la habitación. Se fijó bien en la funda negra con forma de guitarra que se apoyaba en la pared junto a una libreta. Tenía que ser una guitarra no podía ser otra cosa, para qué iba a tener una funda de guitarra allí si no lo era. Pero ¿Wanda cantaba?

Se acercó y abrió la funda con curiosidad, y efectivamente, había una preciosa guitarra acústica. Se sentó en el suelo de la habitación y puso el instrumento sobre sus piernas. Comenzó a tocar las cuerdas y acabó dando con los acordes de cualquier canción que se le ocurrió mientras la cantaba muy bajito para no molestar. Estaba tan sumida en la sesión que se asustó y paró de golpe al notar a alguien agacharse detrás de ella y rozar su espalda.

– ¡Wanda! Que susto. –dijo girándose con una mano sobre el pecho encontrándose a la chica con cara de recien despierta y muy sonriente.– Perdón no quería despertarte, es que la vi aquí y bueno... –musitó poniéndose nerviosa con la presencia de la morena tan cerca.

– No pasa nada, puedes seguir. Ha sido un bonito despertar. Me gusta tu voz –dijo provocando una leve sonrisa y rubor en las mejillas de la pelirroja.

– No, ahora ya no estoy concentrada como antes. –puso un puchero que hizo que Wanda quisiera arrebatárselo a besos teniendo que controlarse.

– Oh vaya, perdón por interrumpir tu sesión. –dijo rodando los ojos.– ¿Quieres desayunar algo?

– Claro. –respondió girándose para recoger la funda de la guitarra y colocarla donde estaba.– Oye, ¿esto significa que cantas? ¿O solo tocas la guitarra?

– Tocaba, en realidad. Ahora no tengo mucho tiempo y bueno, no me pongo. Lo de cantar, digamos que solo lo intento

– ¡Qué dices! Estoy segura de que cantas muy bonito. –dijo seria.

– Exagerada. No me has oído.

– Pues cántame. –lo pedía en serio, pero Wanda solo la ignoró.– ¿Porfi?

– No, me da vergüenza. –se tapaba la cara con las manos y Natasha se acercaba a retirarselas suavemente.

– ¿Vergüenza por qué? Wanda, solo soy yo. –sonrió esta.

– Pues por eso mismo. –susurró esas palabras que tenían más fondo del que la sokoviana dejó ver, continuando su frase– Porque eres tú, que eres una artista y una cantante increíble, y yo solo soy una aficionada y no lo hago nada bien.

Las apariencias engañan - wandanat / scarletwidowWhere stories live. Discover now